Fue a comienzos del 2009 uno de sus socios, el paisa Jorge Milton Cifuentes, uno de los principales proveedores de coca desde Colombia del Chapo Guzmán, le recomendó al hombre que estaba buscando. Se trataba del ingeniero electrónico caleño Cristian Rodríguez. Él sería el responsable de encriptar todas las conversaciones que tenía el hombre más buscado del mundo con sus aliados y socios. El sistema desarrollado por Rodríguez le daría la seguridad absoluta al capo de hacer sus negocios blindándose del estricto espionaje al que lo sometía el FBI.
Sin embargo Rodríguez cometió un error. Según la declaración de Cifuentes –detenido en el 2014- en el juicio al Chapo, el sistema ofrecía “comunicaciones seguras por voz, texto y datos, todo esto sin que “las autoridades vieran lo que estábamos haciendo”, pero el ingeniero caleño fue irresponsable: olvidó renovar la licencia de seguridad de su software lo que permitió que el sistema fuera interceptado por las autoridades de Estados Unidos.
Todo se le empezaría a desmoronar al Chapo y a su ingeniero Rodríguez en febrero del 2010. Un agente encubierto del FBI citó a Cristian Rodriguez en un exclusivo hotel en Manhattan. El agente se hizo pasar por un mafioso ruso quien quería obtener un sistema para poder hacer sus negocios con mensajes encriptados. Rodríguez mordió el anzuelo y cuando cayó no le quedó de otra que empezar a colaborar. En unas cuantas semanas le dio al FBI las claves para ingresar al sistema y decodificar los mensajes. Tuvo que mudar los servidores de red de Canadá a Holanda. Los capos le tenían tanta confianza que no pusieron problema cuando la red estuvo inservible unos días: Rodríguez les dijo que el servicio necesitaba mantenimiento.
En un año el FBI recolectó 236 llamadas telefónicas en donde se probó la red de corrupción que se tejía alrededor del imperio del Chapo Guzmán. Envíos de toneladas de droga, pago de sobornos a policía. Todo eso lo quebró el FBI con la ayuda de Rodríguez a quien no le quedó de otra que traicionar a su temible jefe.
En una de esas conversaciones quedaba patentada la ayuda que recibía el Cartel de Sinaloa:
-No los persigas, ellos nos ayudan- se escuchaba la voz del Chapo indicándole a uno de sus gatilleros, Orso Iván Gastelum Cruz que cesara el acoso sobre la policía de México. La conversación es de abril del 2011. En las conversaciones se escuchaba al Chapo cerciorarse de que los sobornos a los agentes se pagaran con puntualidad:
─¿Le están dando su pago mensual?
La llamada iba dirigida al Gato, miembro del Cartel de Sinaloa cuyo verdadero nombre aún no ha sido descubierto
─Sí, lo está recibiendo- Contestaba el Gato. Después, con todo el desparpajo, le dice
-Acá hay alguien que quiere saludarlo
Y, sin mediar palabra le pasaba al comandante de la policía mexicana quien lo saluda de esta forma:
-Chapo, acá tienes a un amigo.
Entre todas las conversaciones estaban hasta llamadas del Chapo a las FARC en donde se negociaba la compra de 6 toneladas de cocaína, incluso se escucha claramente al Chapo regatear el precio hasta llegar a una cifra USD$50 mil.
Las conversaciones constituyen las pruebas más duras que tienen el FBI contra el Chapo. Lo peor es que el Capo mexicano nunca supo de donde venía la filtración, quien era el sapo que lo estaba hundiendo. Por intermedio de Rodríguez el FBI llegó a saber de la famosa entrevista que le hizo Sean Penn y la actriz Kate del Castillo por la que terminaría cayendo en una segunda instancia, la que resultaría definitiva para su captura. Rodríguez fue el hombre que permitió la caída del imperio del Chapo, con las pruebas que pueden sepultarlo en una carcel norteamericana.