Durante el siglo XVIII, en toda Europa se desarrollaron movimientos culturales y sociales cuyo propósito era la libertad de pensamiento, esto significaba dejar atrás las supersticiones, los engaños y acercar el saber, para así lograr ciudadanos libres. En este sentido, en Francia se creó la colosal Enciclopedia, con el fin de organizar el enorme saber, resultante, de las formidables discusiones filosóficas y científicas de la época.
El embrión de estos acontecimientos, venía de dos siglos atrás cuando vendedores de Venecia exigían libertades e intercambiaban además de bienes, conocimientos con otras culturas; cuando en Italia empezó a redescubrirse la Antigüedad Clásica; y cuando un monje desconocido se atrevió a clavar unas tesis en la puerta de una iglesia, en desafío de la autoridad papal, con la bandera de que cada hombre tenía la capacidad de ser intérprete de las Escrituras, premisas que serían acogidas por autores como: Giordano Bruno, Galileo Galilei, Baruch Spinoza, entre otros.
Transcurrieron siglos de constante despertar, pero no fue hasta la época de Kant cuando la Ilustración se exhibió de manera más consumada. Kant, con su Crítica de la razón pura estableció un viraje radical para la filosofía y las ciencias en un mundo en el cual, la comprensión de la realidad vendría de la mano de la investigación, la experimentación y la matemática aplicada a ambas.
Es necesario hacer todo este recuento histórico, para dejar por sentado, que decidimos constantemente, en ocasiones sin darnos cuenta, pero en muchas otras, nos enfrentamos a elecciones que van a determinar nuestro futuro, nuestra Vida. Las decisiones implican perseverancia y valentía, tal vez porque es más cómodo conservar el temor que querer confrontarlo.
La vida es una lucha, y el temor no es malo, querer eliminarlo seria deshumanizarnos. Por el contrario, cuando el temor se toma con las riendas de la valentía que implica el conocimiento, se hace menos tempestuoso decidir. Cuando hablamos de conocer, no hacemos referencia solo a el conocimiento del mundo exterior –lo cual es loable-, sino a el conocimiento del mundo que hay en cada uno de nosotros.
Conocer, nos libera. Pero, el conocimiento co-implica una gran responsabilidad, él se apoya en la razón y esta suele ser dura. El pensar, sobrelleva finitud y aterradora incertidumbre. Esta es la razón, por la que el ser humano le teme a la libertad y huye desesperadamente de ella, pues esta implica que debe hacerse cargo de sí mismo. Le es más fácil adherir a ideologías, paradigmas y dogmas, para que sean estos quienes carguen con la responsabilidad de realizarle fácil su existencia.
Como el ser le huye al deber, no asume la responsabilidad de conocer y conocerse, entonces recurre a buscar quienes le carguen con su responsabilidad. En este punto, es donde algunos, encuentra los mal llamados “Libros de Autoayuda”.
Los libros, como lo mencione al inicio, tienen por objeto la liberación intelectual, en este sentido, los “Libros de Autoayuda” son todo lo contrario, ellos minan la autonomía de la persona. La libertad es lo más importante que puede tener un individuo, es la capacidad de tomar decisiones, de “mandarse a sí mismo”. Eso fue lo que Immanuel Kant denomino, salir de la minoría de edad. Así lo dijo en su famoso ensayo Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?
“La Ilustración significa el abandono del hombre de una infancia mental de la que él mismo es culpable. Infancia es la incapacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia es culpable cuando su causa no es la falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena. Sapere aude «¡Atrévete a saber!» He aquí la divisa de la Ilustración.”
Según Kant, quien esquiva su capacidad de tomar decisiones, no se diferencia en nada de un niño, es un menor de edad al que hay realizarle fácil su existencia, decirle qué hacer, qué decisiones tomar, como hablar, que debe pensar e incluso de quien debe enamorarse. Es en este momento cuando suben las ventas de los “Libros de Autoayuda”, lo cual es un pleonasmo, porque los libros –al menos los buenos- son autoayuda, organizan el pensamiento, enseñan a vivir.
En esa “minoría de edad”, donde no saben qué hacer con la vida, es donde aparece Paulo Coelho o Walter Riso a recetar, haz esto, haz lo otro, acerca a estas personas, aleja a estas otras y así van fortaleciendo la pereza mental, fantaseando conocimiento, creyendo que la vida se vive con recetas. Huyendo del largo y tormentoso, pero necesario, viaje hacia las profundidades de sí mismos y del mundo.
En ocasiones sufrir decepciones, pensar en el fracaso o procrastinar, es la razón por la que se cohibe tomar decisiones, se prefiere someter al entendimiento de otros antes que asumir el trabajo de pensar. Lo contrario al Terror es el Valor, consiste en tener la valentía, el atrevimiento, de pensar por nosotros mismos y tomar decisiones.
Todos son completamente "libres", siempre que no interfieran con los derechos de los demás. Como lo he mencionado, la libertad implica responsabilidad, ella nos ayuda a llegar, pero no muestra el camino. Caminando por la vida con la libertad como amiga, debemos abandonar la soberbia, la cual podría atraer tormentas.
Para caminar con libertad hay que ser humildes, se debe eliminar la ilusión de control y comprender la realidad de lo logrado y el esfuerzo necesario para lograr lo faltante. Cuando entendamos esto, sabremos llevar una vida apacible, porque la vida es un balance, y la paciente labor que, de forma a la impaciencia por la libertad, necesita siempre, el trabajo sobre nuestros límites. “Sapere aude, ¡Atrévete a saber!”