El santafereño que quería ver a Bucaramanga campeón

El santafereño que deseaba en silencio que Bucaramanga ganara su primera estrella en 75 años

Esta final Santa Fe-Bucaramanga era rara para mí. Antes del último partido me dije: que ganen los leopardos, así lleve en mi corazón a los leones rojos

Por: Edgar Uruburu
junio 18, 2024
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El santafereño que deseaba en silencio que Bucaramanga ganara su primera estrella en 75 años

Esta final felina del fútbol colombiano era rara para mí. Antes del último partido me dije: Que ganen los leopardos, así lleve en mi corazón a los leones rojos

Cuándo era un niño muy pequeño aprendí a llorar con el y por el fútbol. Mi equipo favorito era Atlético Nacional; en ese tiempo era de los más malos y lo goleaban jornada tras jornada... Me sentaba en las escaleras de la casa de don Milciades a chillar.

El paisa lo tenía ahí metido porque escuchaba las historias de mi papá, que dejó el Huracán de Medellín, para supuestamente jugar con Santa Fé. Eso quedó en veremos y sólo jugó "amateur" con el equipo de la empresa donde trabajó. Llegó a ser entrenador porque hizo curso con el doctor Gabriel Ochoa Uribe.

Con mi hermano Gabriel nos enteramos que podíamos ir gratis al Campín, porque había una tribuna que se llamaba "los gorriones". La crearon para que los "chinos" pobres pudiéramos ir a hacerle barra a los equipos de la Capital. Curiosamente, y sin proponérselo, cada uno escogió uno diferente.

Mi hermano Gabo se enamoró de Millonarios y nunca le ha fallado a pesar de que se fue a vivir al extranjero... Cómo será que 50 años después juega Colombia en el estadio de Washington DC y él va con la camiseta de Colombia y la bandera de su Millos del alma.

En cambio, yo dividí mis amores entre el verde y el rojo: las lloradas por el Nacional no fueron en vano y quedaron ahí grabadas, pero al mismo tiempo le hacía barra a mi santafecito lindo, el primer campeón del fútbol colombiano. El león lo llevó a todas partes con orgullo.

Cuando supe que la final de este torneo era con los leopardos, el Atlético Bucaramanga, no me quería imaginar esa final felina. Una garra por aquí, otra garra por allá. Pero sucede que a veces uno se pone a reflexionar y dije: santafecito aspira a la décima estrella y el Bucaramanga a la primera y entonces a uno, así quiera sacar las garras como que se le desgarra el corazón y se pone a pensar en los otros y me dije: ¿Cómo será ser parte de esa primera estrella? La alegría debe ser bien hijueputa... Y entonces me acordé de Albert Camus, que resumía el fútbol diciendo: "que debería ganar el mejor"... Y si así fuera no habría nunca violencia, las barras serían una sola y todos gritarían los triunfos al unísono.

Por eso quería que ganara el Bucaramanga, que los leopardos, que clavaron sus garras de primeros, las hundieron más y más y vencieron a esos leones que se durmieron en el primer juego; que se salvaron de muchos goles y si no hubieran estado más graves. Ellos están acostumbrados a las estrellas y los búcaros no.

Por eso quería que todo se confabulara para que uno de mis equipos preferidos perdiera el título y fuera campeón el rival. ¿Traidor o no?

Animé al Bucaramanga de mi yerno, de todos los que hablan así como golpeado, de todos los de la tierra del petróleo, de las hormigas culonas y no culonas, de los del periodismo puro y de los que quieren un mundo mejor. 

En un final dramático y después de marcador arriba para unos y otros, los disparos desde el punto penal le dieron la victoria a los leopardos santandereanos. Merecida estrella después de 75 años. Casi que podría decirse que no hubo vencedores y vencidos, pero sí... El fútbol es así y sólo hay que saberlo disfrutar. En el fútbol no hay nada escrito, la historia la hacen cada mínimo detalle, cada jugada, cada gol y cada grito que sale del alma.

El fútbol es una pasión maravillosa y lo importante es saber vivirla; lo sagrado está no en engañar al contrario con un dribling, un amague, o confundir al árbitro, sino saber disfrutar tanto los triunfos como las derrotas.

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