La acción colectiva realizada durante 27 días fue un contundente despliegue de energía y potencia que debió enfrentar al Estado, a los funcionarios del actual gobierno y a los dispositivos represivos y policiales que intentaron aniquilar el levantamiento étnico en alianza con las masas campesinas y populares de los centros urbanos del entorno.
La defensa de los acuerdos de paz, el cumplimiento de pactos anteriores, la vida de los líderes sociales, la educación, la salud, la entrega de tierras, el rechazo al fracking, la no estigmatización y el respeto por la soberanía de Venezuela fueron los temas centrales de la discursividad de este movimiento.
Su impacto y resonancia cubrió toda la nación, convocando la solidaridad de los universitarios y de los sectores políticos alternativos que se manifestaron de distintas maneras dando su apoyo a los integrantes de esta minga que da continuidad a una importante tradición de combativos momentos en defensa de pueblos excluidos por el sistema social y político de las oligarquías terratenientes y feudales.
En la memoria larga de esta minga está la gesta heroica de Quintín Lame, del pueblo nasa, luchando por la tierra y los derechos de su pueblo hace casi 100 años. En la memoria corta, los más de 60 bloqueos a la carretera Panamericana, desde 1986, para recuperar tierras y derechos fundamentales.
La minga perfeccionó sus repertorios de acción y afinó sus tácticas de despliegue para alcanzar los puntos centrales de su pliego de exigencias. Esas tácticas fueron claves para romper la estrategia uribista orientada a destruir el levantamiento agrario.
Esta bien puede asumirse como un “momento constituyente” que mostró una gran potencia política para precipitar la crisis política reflejada en el atasco de la gobernabilidad y la gobernanza del régimen derechista imperante.
Lo que los movimientos sociales acaecidos en los meses recientes, como el universitario y el indígena, están poniendo en evidencia es la potencia constituyente de la multitud que erosiona y debilita el tejido institucional dominante, ante lo cual la camarilla que impera baraja la posibilidad de una constituyente amañada para canalizar la crisis a su favor.
La rabiosa espuma del vociferante expresidente fascista, su descarada evocación de la masacre y el odio racial son un excelente indicador de las dimensiones del triunfo político nasa.
Uribe siente pasos de animal grande hacia las elecciones del 26 de octubre del año en curso para escoger autoridades locales. Presiente la derrota y manotea como el criminal que es. La olfatea en el Cauca donde es muy probable que un líder indígena acceda a la dirección de la gobernación en Popayán como consecuencia lógica de lo acaecido durante casi un mes.
Gran desafío para las fuerzas alternativas y democráticas, como la que encarna el senador Petro y su núcleo de valientes líderes que animan la movilización social.
Que no quepa duda. Hay que profundizar la acción popular para derrotar el Plan Nacional de Desarrollo, los planes de guerra y las objeciones a la JEP mediante una generalizada huelga de las mayorías colombianas en el paro cívico del próximo 25 de abril.