La crisis del empleo, primero por los efectos del modelo neoliberal y la falta de políticas eficaces por un mal gobierno, por lo demás que improvisa, se recrudeció de manera alarmante con la pandemia.
En medio del confinamiento y los tres picos de contagios se perdieron alrededor de 5 millones de empleos.
Con ello se ha aumentado la desigualdad y la pobreza, regresando, al menos, a índices de 10 años atrás.
Según los mismos datos del Dane, la reactivación económica a septiembre de 2021, ya está en los mismos niveles del 2019 antes de la pandemia, sin embargo la tasa de desempleo sigue siendo muy alta, superior a la que había antes de la pandemia y eso que el empleo que más ha crecido es el independiente e informal y no el formal.
A nivel región el informe "evidencia que cerca de la mitad de los hogares no ha podido recuperar el nivel de ingresos habitual antes de la pandemia, más allá del apoyo de los gobiernos para solventar la crisis. También evidenció un aumento de la informalidad laboral y cómo naciones como Colombia están quedadas en cuanto a la recuperación en este ítem."
"En Colombia, junto con Brasil, también fue donde más cayó el empleo en la pandemia. En el país los niveles de ingresos de más del 60% de los hogares no muestran signos de recuperación."
Todo ello tiene como explicación que el gobierno de Iván Duque solo atendió a los banqueros y a las grandes corporaciones nacionales y extranjeras, dejando a su suerte a la inmensa mayoría de la población. Se negó, igual que ahora su coalición en el Congreso, a la renta básica de emergencia y al subsidio a las nóminas de mipymes, que hubiera ayudado a una reactivación económica y del empleo reales.
Una medida importante para ayudar en esta difícil situación de los ciudadanos empobrecidos, sería tener un incremento significativo en el salario mínimo.
Es decir la situación política y social lo amerita.
Primero, porque después del premio Nobel de Economía de este año, que sostiene que las alzas de los salarios mínimos no destruye empleos, contrario a la cantaleta neoliberal esgrimida por los gobiernos y empresarios en los últimos 30 años.
Segundo, tal como lo demuestran las gráficas preparadas por Oscar Morillo, del grupo de estudios de economía de la Universidad Nacional, que asesora a la CUT, hay una gran deuda en los incrementos de los salarios mínimos, pues gobiernos y empresarios se han negado a reconocer que en la definición del salario mínimo se debe es tener en cuenta la productividad laboral y no la artificiosa y muy controvertida fórmula de la productividad total factorial, que siempre es inferior y en el valor de la inflación siempre han tomado en cuenta la promedio y no la de los ingresos pobres o vulnerables, que siempre es superior, pues el salario mínimo es para este tipo de ingresos.
GRÁFICAS
En los últimos 10 años la diferencia en la medición de la productividad es de 12 puntos, que no se han querido reconocer. Y en el tema de la inflación en ese mismo tiempo es de cerca de 10 puntos. Es gigantesca la "jugadita" que hacen para no reconocer lo que el trabajador hace en su desempeño.
Por último digamos, que el nuevo gobierno alemán de socialistas, liberales y verdes, definieron un aumento del 26 % en el salario mínimo, al pasar de 9,5 a 12 euros por hora. Y en EE.UU. el presidente Biden adelanta una reforma para establecer un salario mínimo en toda la Unión de 15 dólares por hora, significando en muchos estados pasar de 8, 10 o 12 dólares la hora. Un aumento significativo.
Así debería ser en Colombia, un aumento significativo.
Postdata: el sindicalismo y los trabajadores requieren que una persona como Edwin Palma, trabajador y sindicalista proveniente de Ecopetrol y la USO, nacido en Barrancabermeja, obrera y petrolera y además abogado con maestría en derecho laboral, esté en un lugar destacado en la lista del Pacto Histórico.
