La relación entre Kate del Castillo y el Chapo Guzman comenzó con un trino de la actriz en febrero del 2012. En el mensaje confesaba que sentía más confianza en el narcotraficante que en el gobierno de Enrique Peña Nieto. “Hoy creo más en el ‘Chapo’ Guzmán que en los gobiernos que me esconden verdades, aunque sean dolorosas, quienes esconden la cura para el cáncer, el sida, etc., para su propio beneficio y riqueza”. Además, le recomendaba empezar a “traficar con amor”. Esa fue la primera señal con la que el capo empezó a tomarse confianza, hasta el punto que Guzmán Loera vislumbró la posibilidad de que fuera ella una de las protagonistas de su proyecto soñado: una película sobre su vida.
Lo que no sabía Del Castillo era que desde entonces estuvo en la mira de la Procuraduría General de la República quien empezó a seguirle los pasos. La protagonista ignoraba que, como su personaje en la Reina del Sur, empezó siendo perseguida con intervenciones telefónicas, policías que la seguían con sigilo y que además recolectaban información para saber si era posible procesarla por delitos tan serios como el de delincuencia organizada.
Durante dos años rastrearon llamadas y mensajes hasta que la actriz se encontró con los abogados del Chapo en Guadalajara. Allí la policía le escuchó decir a Del Castillo frases tan comprometedoras como esta: “Será un honor ser ‘socia del señor’”. El 25 de septiembre del 2015 fue que Kate del Castillo le propuso al jefe máximo del Cartel de Sinaloa, llevar a su guarida a Sean Penn. El Chapo no sabía quién era y tuvo que decirle que se trataba del actor que aparecía en 21 gramos. Un argumento que convenció al Chapo de quererse reunir con Penn fue enterarse que era uno de los actores de Hollywood que con más vehemencia atacaba al gobierno de George Bush. Entonces cuadraron un encuentro con Penn en el poblado de Tuna, Badiraguato, Sinaloa para el 3 de octubre.
Ese día la policía mexicana vieron como se bajaban de un avión privado Sean Penn, Del Castillo y un grupo de cineastas a los que el capo se refería como “los mechudos”. La policía los sguió hasta el hotel, donde, una vez se acomodaron en sus respectivos cuartos, salieron en tres vehículos por una carretera federal hasta Tepicm en Nayarit. Tomaron una trocha que los llevaba hasta una improvisada pista aérea. Ese mismo 3 de octubre se reunieron en las montañas de Guadalajara a tomar tequila y conversar ampliamente sobre la posibilidad de hacer una película sobre su vida protagonizada por Penn. Era una cachetada al cuestionado gobierno de Enrique Peña Nieto quien había contemplado, impotente, como el criminal más custodiado del planeta se escapaba de una cárcel de alta seguridad y cuatro meses después de su escape se reunía con estrellas de Hollywood.
Lo que destapó la polémica y por lo que cree Del Castillo que fue traicionada por el Chapo fue la crónica que sacó Penn para la revista Rolling Stone poco después de su nueva captura. Kate estuvo a punto de ser procesada y la defensa de ella tuvo como principal bastión el de que ella lo había hecho para impulsar la carrera ya que el acercamiento con el capo representaría para ella algo parecido al “oro puro”. La investigación contra la protagonista de la Reina del Sur fue exhaustiva, hasta el punto que revisaron sus cuentas bancarias y hasta proyectos que ella llevaba a cabo como su propio tequila pero jamás pudieron comprobar que el capo hubiera invertido dinero en la actriz. Lo único que se pudo comprobar es que la actriz decía la verdad: el único interés que tenían entre los dos era vender la película. Ahora, cinco años después de su detención final, el Chapo sigue estando obsesionado por convertir su vida en una película.
