El robo de 3.000 libros que dejó sin patrimonio al Perú

El robo de 3.000 libros que dejó sin patrimonio al Perú

Catecismos en Quechua, correspondencia de expresidentes y tratados de la colonia son solo algunas joyas perdidas de la Biblioteca Nacional

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octubre 14, 2018
El robo de 3.000 libros que dejó sin patrimonio al Perú

Cuando llegó a la última página, David Hidalgo no contuvo las lágrimas. Por primera vez leía la versión final del libro que en poco tiempo mandaría a la imprenta: una investigación que desnudaba la corrupción existente en las entrañas de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), la cual había permitido que miles de obras antiguas sean saqueadas durante décadas. Lejos de celebrar el logro, el periodista era un cúmulo de emociones que apenas encontraron consuelo en los brazos de su novia, Romi. Sabía que su historia cumplía con distintos propósitos, como señalar culpables y explicar cómo daña a un país la pérdida de un libro histórico. Pero también revelaba la impunidad en la BNP, esa que no le permitió escribir un final feliz. Por eso su rabia, su tristeza.

Libros Perdidos

La primera vez que Ramón Mujica cayó en cuenta de que los libros históricos de la BNP eran un manjar para los ladrones, fue al mes de asumir como director de la biblioteca, en 2010. Escondida en un escritorio olvidado en la azotea del viejo edificio de la avenida Abancay, halló la correspondencia del ex presidente Andrés Avelino Cáceres. Las cartas habían sido colocadas allí estratégicamente por los delincuentes para hacer más fácil su salida. Iban a ser robadas.

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“Entendemos a los libros como algo ajeno, lejano, por eso no nos preocupamos por recuperarlos”, expresa el periodista David Hidalgo. Foto: Piko Tamashiro/Perú21

Aquella vez, Mujica conoció al monstruo. Un espécimen que ya había sorprendido un año antes a Hidalgo, autor de ' La biblioteca fantasma' (Planeta, 2018), cuando un coleccionista se contactó con él para contarle que había adquirido cuatro libros de la BNP en el mercado negro. Por primera vez ahondaría en información sobre las mafias y el mercado negro en torno a libros robados. “Uno sabe de episodios trágicos como el incendio de la biblioteca o el saqueo en la guerra con Chile, pero enterarse de que los robos de obras históricas siguen ocurriendo es duro”, cuenta impotente.

El texto presenta pruebas de que el saqueo era atroz. La biografía de un santo, un tratado de metalurgia, la venta ilícita de un catecismo en quechua son solo algunas de las pérdidas. En su camino, el periodista encontró en Mujica a un aliado. “Era un cruzado”, dice sobre el director (un experto en literatura y arte medieval) que inició la campaña ‘Se buscan libros perdidos’. Una gesta que pretendía recuperar los más de 3 mil ejemplares extraídos de la BNP.

'La biblioteca fantasma' es además la historia de cómo se formó un sistema perfecto para que nunca se halle a los ladrones. Porque si la BNP tuvo a nobles guardianes de la cultura, como Ricardo Palma y Jorge Basadre, también acogió a seres viles que no custodiaron el pasado.

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'La biblioteca fantasma' de David Hidalgo. Foto: Piko Tamashiro/Perú21.

“Los libros sirven para explicarnos cómo somos, cómo llegamos adonde estamos”, dice David nostálgico y recordando que alguna vez fuimos un país que no dudaba en hacer colectas públicas para comprar libros. Por eso su rabia, que debería ser de todos.

¿Se imaginaba la magnitud de lo que se iba a enfrentar en su investigación?

-Fue una sorpresa conocer los mecanismos internos y la larga data de episodios de robo de libros que han quedado en el olvido. Uno sabe de episodios trágicos como el incendio de 1943 o el saqueo de libros en la guerra con Chile, pero enterarse de que eso está ocurriendo en tiempos relativamente recientes es sorprendente. A veces vemos a los libros como un grupo de objetos lejanos, pero tienen que ver mucho con la historia, con la memoria, con la manera que entendemos la religión, el amor, la ética. Todos esos temas están reflejados en libros de hace 300 o 400 años. La investigación me permitió reconstruir los mecanismos de la impunidad y descubrir la fascinación por estos libros, por qué la gente los codicia.

Si bien es un texto que recoge los hurtos, también relata las gestas de varios personajes que compraron libros para devolverlos a la BNP. O de casos de personas que se compraron conflictos solo con el afán de salvaguardarlos. ¿Qué motiva a estos pequeños héroes?

-Me pareció emotivo, eran pequeñas cruzadas. Un esfuerzo idealista que a veces extrañamos. ¿Sabes que en 1954 para recuperar un libro que perteneció al Inca Garcilaso hubo una colecta pública, casi un teletón de la época? Todo el mundo coincidía que era un objeto que había estado en las manos de un peruano ilustre. Esa idea de que toda la gente se junte para recolectar dinero por un libro es casi utópica, pero en décadas pasadas ocurría. Esas historias me parecían emocionantes, las quería rescatar.

El libro también es un perfil del ex director de la BNP, Ramón Mujica (2010 - 2016) ¿Cómo lo describiría?

-Al final del libro me hago una serie de preguntas sobre qué tipo de personaje era Mujica. Una vez le pregunté que por qué a pesar de todos los obstáculos que había para la búsqueda de los libros seguía investigando. Podía dedicar sus energías en otras cosas. Él me respondió: “Yo hago esto porque estudié la Edad Media y creo en los cruzados y creo que es un deber que el país pone en mis manos”. Su lucha me pareció épica, singular. El sacrificio que supone eso es la ética medieval del cruzado. Ramón es un experto en la literatura y el arte medieval.
Me sorprendió que haya un tipo así. Me hacía recordar al profesor Robert Langdon de ‘El Código Da Vinci’. No es de los académicos que están en una torre de marfil sino te explica todo de manera fascinante. Todo eso, traducido a una persona que tenía que desentrañar un misterio interno de años, intereses y componentes para ocultar todo.

¿En qué falló?

-Alguna vez le pregunté por qué no había despedido a la gente que, evidentemente, tenía un grado de responsabilidad bastante fuerte en la pérdida de libros. Su respuesta fue que los abogados le habían dicho que esperara a que la justicia funcionara y los sancionara. Eso, desde mi punto de vista, sería imposible. Los mecanismos de impunidad, como ocurre en otros casos grandes del país, hacen que los procesos se enreden por errores técnicos intencionales o por simplemente la desidia de los fiscales, que no entienden absolutamente nada del patrimonio. Me pareció sorprendente que en un espacio cultural, dedicado a la investigación y algo tan maravilloso como la cultura, también se dieran esas dinámicas de la corrupción.

¿Cómo es este sistema?

-Un ejemplo muy claro es que el sistema burocrátrico del Estado es tan complejo que yo vi sesiones donde Mujica impartía la orden de que se despida a una persona o que se le sancione por un hecho grave y la persona que recibía esa orden no la cumplía. La autoridad se enfrenta a una serie de mecanismos elefantiásticos que están construidos para que todo funcione lentamente. Aunque no todos los trabajadores estaban comprometidos con la corrupción.

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Afiche de la campaña Se buscan libros perdidos de la BNP, que duró hasta 2017.

Menciona con nostalgia el interés de la población por comprar y recuperar libros históricos en años anteriores. ¿Por qué cree que se ha perdido ese forma de creer en la cultura?

-Parte de la distancia que se ha generado entre peruanos y su propia identidad. Se entiende el libro como algo ajeno, lejano. Posiblemente vamos a la guerra por unos mantos Paracas pero si hablamos que alguna vez se reportó casi cuatro mil o cinco mil libros perdidos o no ubicados, simplemente no pasa de una nota de un periódico. Una bibliotecaria me dijo que para entender lo que perdemos, es como si alguien se metiera en tu casa y de todas tus cosas de valor se lleva tu album familiar, tus documentos más íntimos. Perderás el sentido de identidad, de saber quiénes eran tus antepasados.

¿Durante estos años de investigación, conoció a algún político interesado en estos casos?

-Ninguno. Hay algunos políticos como Victor Andrés García Belaunde que se preocupan por estos casos, pero son aislados. El caso más claro es lo que le ocurrió a Jorge Basadre, cuando fue ministro de Educación. En sus memorias dice que inició 14 procesos judiciales pero ni uno funcionó porque simplemente la burocracia los terminó por consumir.

Al lector lo acompaña una mezcla de dolor e indignación mientras avanza en la historia. ¿Qué emociones lo acompañaron a usted en el proceso de escritura?

-Fue mucha frustración, ira, porque creo que hubo mucha gente que pudo detener esto, como los directores de la BNP, trabajadores, fiscales, ministros. Ellos pudieron parar este saqueo de décadas y no lo hicieron. Por otro lado, pude ver que tuvimos personajes heroicos, como Ricardo Palma, Jorge Basadre, Carlos Cueto Fernandini y una serie de directores que pusieron su vida. Que fueron conscientes del cargo histórico que significa ser director de la BNP.

¿Cómo afecta a un país el perder un libro histórico de su Biblioteca Nacional?

-Hay un sentido de tragedia. Son piezas de un rompecabezas donde estamos todos. Los libros explican la manera de ser de los peruanos, el origen de la manera de entendernos. Ahora que se habla mucho del racismo quizás no se entiende que hace décadas hubo debates sobre el problema del indio. A su vez, este debate se nutrió de documentos de la época de la independencia para tomar ideas. Y podemos seguir retrocediendo a la colonia.
Un libro no es una cosa que un estudioso va a guardar en una caja fuerte, es algo vivo. Alguien en algún momento va a volver a revisarlo y se le va a ocurrir una idea que va a enlazar con otra. Lo que perdemos va a afectar a la historia general de la humanidad.

¿Cuál es el objetivo de ‘La Biblioteca Fantasma’?

-Por fortuna el libro logra transmitir esa sensación de impotencia y frustración que experimentan los personajes y también yo, como escritor, lo experimento. El que ha leído entiende la importancia de los libros que teníamos, los cuales se perdieron en un contexto de total impunidad. Se convirtió en una obsesión personal tratar de descubrir alguna pista que permitiera asumir responsabilidades de los objetos robados pero también hacer que más personas se interesaran del tema.

¿Cómo se enteró de la salida de Ramón Mujica en 2016?

-Lo curioso es que pude seguirlo desde el primer día de su gestión hasta su salida. Es un cierre trágico, no es una historia feliz. Con el tiempo, he llegado a saber que Mujica ha tenido la sensación de que todo ese esfuerzo de seis años se desvaneció rápido.

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David Hidalgo continuó en su investigación a partir de la publicación de un reportaje sobre la devolución de 4 libros históricos a la BNP. Foto: Piko Tamashiro/Perú21

¿Cuál es su opinión de Alejandro Neyra, el sucesor de Mujica como director de la Biblioteca Nacional?

-Lo conozco, creo que es un autor importante, una buena persona, pero se equivocó en la manera que abordó la dirección de la biblioteca, como se han equivocado varios que le han seguido. No entendió el tipo de institución que tuvo a cargo. La BNP sigue dominada por grupos que manejan la institución bajo las sombras. La prueba más clara es que durante un mes la biblioteca estuvo sin seguro contra riesgos. ¡Cómo puede ser que una institución que ya ha pasado por una tragedia enorme como el incendio de 1943 se quede así por una serie de problemas burocráticos y actos irresponsables! Yo sé que ocurrió así porque tengo los documentos en mis manos.

Alejandro Neyra se equivocó porque no correspondía eliminar una campaña central que debió haber durado décadas. La recuperación del patrimonio cultural es una tarea enorme. Lo único que hizo es favorecer la impunidad, todo vuelve a la normalidad, la oscura normalidad.

¿Tiene esperanza que la recuperación de libros perdidos vuelva a ser una prioridad?

-No. Cada nueva autoridad toma su propio rumbo y los más beneficiados son los que se quedan como parásitos. ¿Tú crees que alguien de la biblioteca me ha llamado para que yo le explique lo que he encontrado en la investigación o ha tenido el gesto de decirme si estoy equivocado? Si yo fuera director y veo que se ha publicado un libro que denuncia cosas que han pasado en la institución que dirijo, lo llamo de inmediato para que me explique lo que ha pasado, sería lo mínimo.

Datos:

- ‘Se buscan libros perdidos’ fue una campaña que duró de 2011 a 2017, cuando fue cerrada por una nueva administración de la institución.

- “No hay una sola persona en el país que cumpla prisión por tráfico o destrucción de patrimonio”, se queja David Hidalgo.

 

*Este artículo fue publicado originalmente en el medio Perú21 con el título 'La biblioteca fantasma': Un país que se deja saquear por el periodista Pablo Vilcachagua.

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