Por estas fechas, en promedio las organizaciones con ánimo de lucro o sin ánimo de lucro los departamentos de Recursos Humano, Talento Humano o Capital humano están organizando las fiestas de cierre de fin de año. Un trabajo dispendioso por parte de las personas que laboran en dicho espacio dado las problemáticas de logística, escogencia del lugar, la comida, las bebidas, el tiempo y demás variables que reflejan la complejidad del recurso humano en una organización.
En efecto, es una especie de salario emocional en la que la organización trata de ofrecer las gracias a sus empleados por su esfuerzo a lo largo del año, así como que estos renueven energías para el siguiente en un sistema socioeconómico como es el capitalista donde el colaborador es capital variable.
Sin embargo, en estas fechas hay algunos empleados que olvidan que no es una fiesta con los amigos, los familiares, los compañeros de universidad o con los vecinos, sino que es una fiesta como empleado y como tal debe comportarse. No es una crítica desde el punto de vista moralista o de prejuicios sino desde el clima y la cultura organizacional.
En efecto, no falta el empleado que todo el año dice que está enfermo y exige trabajar desde la casa porque le duele la espalda, pero lo ves en la fiesta como un trompo. El empleado que ingresa trago al recinto de esparcimiento cuando esto está prohibido o el mejor, el que hace shows, que se debe al excesivo consumo de alcohol y llegado el caso de sustancias psicoactivas.
También se pueden identificar los problemas psicoafectivos como psicosociales cuando algunos empleados utilizan sus “plumas” para entablar relaciones con el sexo opuesto o igual generando otros conflictos que en algunas organizaciones está prohibido. Otras veces se ha observado los celos de parejas, celos entre departamentos y demás contingencias de las relaciones humanas.
No obstante, también es un espacio de diálogo, de comunicaciones entre diferentes estamentos sin olvidar las jerarquías. Un espacio de alegría como de motivación. Ahora bien, esto no es obligatorio y no todas las organizaciones lo hacen. Muchas conciben a los empleados como capital variable y por consiguiente desechable, pero en promedio si lo hacen.
En suma, es un momento que se merecen los colaboradores de una empresa y que refleja una empresa que trata a sus empleados como humanos.