En medio de los estallidos de bombas, asesinatos de políticos y secuestros de empresarios en el país durante los años 80 y 90, Jean Carlo Ventolini vendió la heladería que había fundado 26 años atrás en Cali y regresó a Italia.
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No tenía la más mínima intención de morir en Colombia. Era 1989 y en el país todos vivían con miedo. La heladería que dejó Jean Carlo, hoy no solo vende helados, también pasteles y tiene una cadena de restaurantes, que es el negocio que más plata le da.
La historia de esta marca, ciento por ciento colombiana y ciento por ciento vallecaucana, empezó en 1963 cuando Jean Carlo Ventolini, un migrante italiano aterrizó en Colombia, recorrió varias ciudades del país y se radicó en Cali. Allí, en la avenida más popular de la ciudad, la Sexta, fundó una heladería a la que le puso su sonoro apellido.
Aunque a la heladería le iba muy bien, se convirtió en punto de referencia y de visita obligada de todos los caleños, su dueño nunca quiso expandirse más allá de ese único local de la Sexta, contiguo al también reconocido Teatro Bolívar.
En ese difícil final de los años 80 el joven caleño Diego Sardi De Lima compró la heladería e incorporó a su empresa la pastelería Doña Ramona, muy tradicional y conocida también en Cali. Así empezó a abrir cafés en la ciudad. El nuevo dueño del entonces pequeño negocio es hijo de la familia Sardi De Lima, también de raíces italianas y propietarios de ingenios azucareros.
En medio de las crisis social y económica que vivía el país en esos 90 ya con César Gaviria como Presidente de la República y con sus políticas de apertura económica en marcha que golpearon a los microempresarios colombianos, Diego Sardi hizo hasta lo imposible por crecer como empresa.
En 2010, veinte años después de haberla comprado, Sardi De Lima ya tenía una veintena de locales por todo Cali y empezó a expandirse hacia Medellín y Bogotá, primeras ciudades donde aterrizó.
Llegó una crisis que le pasó factura y Ventolini estuvo al punto de la quiebra. La salvó la Ley de Insolvencia a la que se acogió, Daniel Sardi De Lima batalló de la mano de sus empleados y con las ayudas del gobierno volvió a ver números positivos después de hacer varias movidas estratégicas que le funcionaron, siguieron creciendo y cuadrando la caja.
En toda la historia de Ventolini, Diego solo soltó la Presidencia de la compañía cuando se convirtió en Concejal de Cali y siguió los pasos de familiares muy cercanos al poder político como su primo el exministro y exsenador conservador Carlos Holguín Sardi y su hermano Orlando Sardi De Lima, asesor muy cercano al expresidente Juan Manuel Santos, al punto de que fue su embajador en España.
En 2017, un millonario negocio de maquila los fortaleció aún más y ser los fabricantes de los helados Ventolini les abrió la puerta para que los Santo Domingo, familia que empezó a comprar la cadena de tiendas D1 en 2011, los buscara para pedirles que elaboraran un helado rico, de altísima calidad, pero sobre todo, económico. Así nació el helado de D1, al que llamaron Kulfi, un nombre tomado de un tipo de helado que se vende en la India y marca propia registrada por la tienda de precios bajos de los Santo Domingo que terminó por comprarla toda en 2017, la cual ha visto cómo llegan y llegan clientes por su helado, uno de los productos más exitosos de sus estanterías que tiene detrás una empresa ciento por ciento caleña, que por otro camino, se ha expandido a todo el país.