Las medidas de confinamiento han llevado a cuestionar la calidad de la educación virtual. A pesar del retorno gradual a la presencialidad, estos debates siguen siendo pertinentes; muy seguramente seguiremos experimentando un incremento en la oferta de programas educativos 100 % virtuales o combinados; es decir, con actividades presenciales y virtuales.
Uno de los retos más grandes para la educación virtual, sin duda, es el desarrollo de habilidades blandas. En la presencialidad, el contacto humano facilita los procesos de aprendizaje social como la imitación, el moldeamiento, el modelamiento, entre otros.
En la virtualidad hay limitaciones, pero también hay oportunidades interesantes. Mientras algunos plantean que la virtualidad hace impersonal la formación, el uso de algunas herramientas básicas puede permitir sacar provecho de actividades sincrónicas y asincrónicas con altos niveles de personalización; por otra parte, el uso de tecnologías como el machine learning y la inteligencia artificial puede facilitar el desarrollo de actividades personalizados con alta eficiencia.
El desarrollo de habilidades como el liderazgo transformacional, la inteligencia emocional y el trabajo en equipo en escenarios virtuales puede llevar a cuestionamientos interesantes sobre el papel del docente, de los estudiantes y de los medios educativos. Por ejemplo, las tendencias contemporáneas llevan a ubicar a los estudiantes (el aprendizaje) en el centro del proceso educativo, la educación virtual requiere de mucha autonomía, pero esto no se debe entender como si el docente no fuera relevante si el estudiante es autónomo.
Para el liderazgo se requiere de trabajos y entrenamientos que impliquen el desarrollo de capacidades para diseñar y transmitir una visión compartida, comunicar inspirando a otros, entre otras, lo cual es viable en escenarios presenciales y virtuales, nuevamente, con oportunidades y limitaciones.
En escenarios virtuales se enfrentan retos para incorporar tecnologías como las relacionadas con el crowdsourcing, para la gestión de equipos que comparten información de manera abierta y distribuida. De cualquier manera, es importante no caer en la tentación de que el liderazgo se limita a manejar muy bien un software particular. La tecnología es un medio y no un fin en sí mismo.
El cerebro tiene un funcionamiento neuroquímico que trabaja de manera diferente cuando hay una interacción humana presencial que cuando esta es mediada por pantallas. Estrategias como abrir la cámara para lograr interactuar con los rostros puede ayudar para facilitar comunicaciones más fluidas. Prestar atención a las emociones resulta relevante en estos momentos, incluso en escenarios virtuales se puede aplicar estrategias como crear salas paralelas o alternativas para brindar asesorías que requieran algo de intimidad o un espacio para la manifestación espontánea de situaciones que pueden afectar el desarrollo emocional de los estudiantes.
Es claro que en Colombia tenemos dificultades de conectividad en muchas regiones, como problemas relacionados con el poder adquisitivo, lo que de entrada hace difícil el tema de la educación virtual; de cualquier manera, vale la pena seguir discutiendo sobre los escenarios que permitirán mejorar su calidad.