Si bien es cierto que a la Policía Nacional le va a quedar muy difícil reconciliarse con el pueblo colombiano, nosotros como sociedad también tendremos el reto de ver al policía, al militar y al agente del Esmad como una persona, no como una máquina de guerra.
¿Qué quiero decir con eso? Ante los hechos parece casi irremediable deshumanizar al que está debajo de ese uniforme, más sin justa razón golpea, acribilla y asesina al otro, al diferente... aquel que no es visto con buenos ojos para la institucionalidad.
Y es que en últimas estas personas que con orgullo portan el “uniforme” son formadas bajo una cultura de violencia sistemática para hacer respetar la institución y para “corregir” al “descarriado”. Lejos de justificar su actuar como fuerza pública, entendiendo que también son individuos, que tienen sentimientos y poder de decisión para no arremeter contra su pueblo; también trato de ver la otra cara de la moneda y analizo que estos mismos policías, agentes del Esmad, miembros del ejército son parte de una maquinaria más grande que ellos, que los doblega, que les hace creer que el manifestante, el joven y la mujer beligerante son una amenaza para el status quo.
Entonces, ¿cómo humanizar a ese de la fuerza pública, que no es más que otro como yo?, ¿podría ser este un compromiso también de la ciudadanía que sale a las calles?, ¿tenemos alguna responsabilidad con ello o no? Además, creo que las preguntas más importantes que me cuestiono son: ¿cómo humanizar al deshumanizado que con toda la fuerza atropella al otro que está indefenso y vencido?, ¿cómo humanizar al que está también oprimido por una cultura de violencia? Gran reto para la sociedad colombiana.