Por siglos, desde su caída como centro de poder, Asia central ha sido poco más que un camino peligroso por el que se comunicaron Oriente con Occidente, se encuentra lejos de los radares geopolíticos mundiales. Son pocos los vestigios que puedan rastrearse, sea por el inevitable paso del tiempo o de diferentes conquistadores foráneos que pulverizaron a los locales e hicieron de ciudades que sobrevivieron a todo. Un ejemplo es Samarcanda (Uzbekistán), una verdadera joya del tiempo y de la humanidad que aún es posible contemplar.
Los países que lo conforman en no poco tiempo tendrán que iniciar una serie de inevitables transiciones de liderazgo con el futuro fallecimiento de los ancianos líderes, como los dictadores de Kazajistán y Tayikistán.
Uzbekistán perdió hace menos de dos años a su caudillo Karimov después de 20 años en el poder. Ahora, no logra olvidar la masacre que él dirigió en Andiján y el indulto que recibió para continuar en el poder, sin ningún tipo de sanción o reproche por parte de los Estados Unidos ya que prestó el territorio uzbeco como centro de operaciones para la guerra en Afganistán.
Turkmenistán está gobernado en calidad dinástica por el hijo del excéntrico Nyyázow, famoso entre otras tantas por ordenar el cierre de todos los hospitales regionales y solo prestar el servicio de salud en la capital Asjabad por ser más económicamente rentable para las finanzas públicas.
El pequeño y lejano Kirguistán es el más débil de todos los estados de Asia Central, en términos de sus vulnerabilidades identitarias. Institucionalmente, después de la Revolución de los Tulipanes no logra ningún pacto de gobernabilidad entre las élites y la fragmentación producida por la minoría uzbeca, que es una fuente constante de conflictos étnicos.
Tayikistán es el de peores índices económicos, muchos de los hombres han migrado ilegalmente a Rusia en busca de mejores opciones, dejando a las mujeres y a la sociedad abandonada a su suerte y completamente desequilibrada.
Poco tienen en común estos países que terminan en “stan”, aparte de que nadie sabe en dónde están, la religión musulmana y el hecho de ser pueblos turquicos (es decir sus idiomas pertenecen al mismo tronco idiomático). Sin contar con lo 70 años soviéticos y otros más de Imperio Ruso. Sin embargo, cada uno tiene en mayor o menor medida influencia cultural e histórica de las potencias que los rodean, China, Irán, Rusia y Turquía.
En tiempos soviéticos, desde Moscú se estableció un sistema simple de complementación entre las distintas repúblicas socialistas del Centro Asia: Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán, tenían ricos recursos de energía. Y las otras dos, Tayikistán y Kirguistán, contaban con recursos hídricos en sus elevadas montañas.
Sencillamente las repúblicas trabajaban para asegurarse de que tuvieran agua para las cosechas en verano y electricidad para el invierno.
Con el fin de la Unión Soviética, cada república afrontó sola sus problemas, sin llegar a ningún tipo de acuerdo de cooperación con sus vecinos, haciendo que cada una echara mano de los recursos nacionales; así es como en la actualidad entre Kazajistán y Uzbekistán secaron el Mar Aral y Kirguistan por varios años no ha podido contar con calefacción en los inviernos, es decir lo que tanto han predicho los politólogos sobre los conflictos futuros por agua sucedieron en los últimos 20 años en frente de todo el mundo y nadie se animó a darle una solución.
Esta olvidada zona cuenta con una población de cerca de 70 millones de personas, ¿cómo afrontará el mundo en los años venideros la difícil situación de pobreza? ¿cómo se puede contener la radicalización de la religión musulmana? Si el mundo no presta atención, el polvorín del medio oriente puede expandirse a esa zona, que es varias veces más grande y es muchas más veces ignorada y difícil de comprender; el solo detalle de que una inmensa mayoría de esta población es nómada, característica que 70 años de régimen soviético no pudo extinguir es una pequeña prueba de la difícil labor que la política mundial debe empezar a resolver para que Asia, la ninfa hija de Océano y Tetis, no tenga que llorar de nuevo como con la caída de Troya por la matanza de los defensores de su país.
