El regreso glorioso de Eduardo Dávila a Santa Marta

El regreso glorioso de Eduardo Dávila a Santa Marta

El dueño del Unión Magdalena, condenado a 34 años por el asesinato de una mujer, está de nuevo en su casa frente al mar, desde donde mueve los hilos de su equipo

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mayo 08, 2019
El regreso glorioso de Eduardo Dávila a Santa Marta

El atardecer del 5 de mayo Santa Marta fue una fiesta. Después de más de un cuarto de siglo de fracasos,  el Unión Magdalena clasificaba a unas finales de la Liga Colombiana. Muchos no le dieron las gracias al Caballo Márquez, goleador del equipo, ni a Abel Aguilar, referente samario sino a Eduardo Dávila, el empresario que en las últimas tres décadas ha regido el destino del Unión Magdalena. Estaba de regreso a la ciudad , ahora en condición de prisionero en su propia casa donde concluirá el pago de su condena por 34 años de cárcel.

La vida para este hombre de 69 años se le partió en dos el 16 de abril de 1994. A las cuatro de la tarde de ese día veía el partido del  equipo en la Segunda División, el Deportivo Samario contra el Real Cartagena cuando ocho hombres del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía Regional le llegaron a su palco en el estadio Eduardo Santos y lo detuvieron delante de todo el público. Lo trasladaron en dos camionetas hacia Barranquilla, donde sería la audiencia para luego enviarlo a la cárcel del Bosque. Allí un juez sin rostro lo requería porque en una cabaña suya en la playa de Villaconcha, le habían encontrado 1.900 kilos prensados de marihuana. La caleta marcó época. Veinte años después, esta semana, Parques Naturales le aplicó la extinción de dominio y se quedó con el terreno y la cabaña.

Según el libro Los jinetes de la Cocaína él y sus otros hermanos Dávila Armenta, Raúl y Pedro, habían comprado en la década del 70 un cargamento de marihuana y habían alquilado un barco para su transporte. En 1977 empezó una catarata de órdenes de captura  por tráfico de marihuana en su contra dictadas en Tallahase, luego otro en Tampa, Florida y otra en Roma en el mismo año. Según algunos recortes de prensa de la época Eduardo Dávila habría pagado una condena por narcotráfico en los Estados Unidos. Decían que su acaudalada fortuna era producto del narcotráfico.

En Santa Marta Eduardo era un hombre respetado y querido. Tenía múltiples oficios por los que era conocido:  zootecnista, ganadero, promotor del cultivo de Palma de aceite, siempre desplazándose en carros de lujo protegido por guardaespaldas. Su nombre estaba asociado al progreso deportivo de la ciudad. En los años 50, cuando Pepe Vives de Andreis era gobernador del Magdalena,  el patriarca de los Dávila le solicitó al entonces presidente Eduardo Santos un dinero para construir el estadio de Santa Marta con ocasión de los Juegos Nacionales que se realizarían en la ciudad. El estadio se construyó y lo bautizaron en honor al Presidente, convirtiéndose en la casa de la Unión Magdalena, una especie de templo para unir a la numerosa afición del Unión Magdalena en torno al equipo.  Eduardo Dávila terminó de dueño del estadio a través de comodatos sucesivos que le renuevan los gobernadores, como ha sucedido desde hace cuarenta años.

Sobre Dávila ha caído todo tipo de señalamientos. Su cercanía con los paramilitares de la Sierra liderados por Hernán Giraldo, alias Taladro y todo tipo de negocios salpicados de ilegalidad. Acosados por las autoridades decidió en el 2009 entregarse a la justicia. Dos años después, el 5 de mayo del 2011 ordenaron su traslado a la ciudad de Medellín por los rumores de que se había covnertido el rey de la cárcel del Bosque en Barranquilla. Y cuando estaba a punto de dejar la cárcel, en el sorprendió, la justicia lo volvió a acorralar: el juzgado 1 especializado de Medellín lo condenó a 34 años de cárcel acusado de estar detrás de la muerte  de Carmen “La Nena” Vergara Díaz-Granados. Un turbio incidente rodeado de venganzas y celos que involucraba a reconocidos miembros de la élite samaria vueltos centro del escándalo en la ciudad.

El 18 de enero del 2007 en la vía al Rodadero “La Nena” recibió los tiros que le ocasionaron la muerte. Era la encargada de las finanzas de Maria del Pilar Espinosa, la viuda de Jorge Gnecco Cechar quien había sido asesinado por el paramilitar Jorge 40. Eduardo Dávila empezó a cortejarla hasta que entablaron una relación amorosa. Con ascendiente sobre ella, su amiga “La Nena” Vergara le insistió en la no conveniencia de la relación con Davila y al parecer le abrió el camino para otra relación con un extranjero, por quien finalmente lo dejó. Quien pagó las consecuencias fue precisamente La Nena Vergara quien sobrevivió a un primer atentado en el 2005 pero terminó asesinado una año después, un crimen por el cual se señaló como responsable a Eduardo Dávila quien fue condenado a 38 años de cárcel.

En octubre del 2018, después de haber pasado los últimos seis años en La Picota de Bogotá, un juez ordenó su traslado para concluir su detención en su residencia, una amplia casa frente al mar localizada en el barrio de Bellavista de Santa Marta. Su aterrizaje en la ciudad ha coincidido con el buen desempeño de su equipo, el Unión Magdalena, el que logró el esperado ascenso a la primera división. Además el estadio Eduardo Santos, después de una larga disputa con el alcalde Carlos Caicedo, volvió a abrir las puertas a una animada afición que cuenta con personajes como Carlos “El Pibe” Valderrama que siempre esta en la tribuna animando el equipo.

Desde el ascenso a la A hace seis meses, Eduardo Dávila prometió fortalecer el equipo para pelear  el campeonato y clasificar a las finales del fútbol nacional. La promesa se ha cumplido y aunque no pueda acompañar a su equipo al estadio por las restricciones de su presidio imuestas por el Impec que controla sus movimientos con una tobillera electrónica el dueño del equipo disfruta de sus triunfos como si estuviera en la cancha.

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