"Palomita de la muerte", así le llamaban, gracias a nuestro folclorismo, a una camioneta blanca en la que se paseaban los paramilitares por Fundación y Aracataca, ya que a partir de las 10:00 p.m. no se podía salir.
Así mismo, por cuenta de ellos, los jóvenes debían tener el cabello corto, no usar aretes y muchos menos los jeans rotos que se pusieron de moda al inicio de los noventa; esas eran las medidas del nuevo orden, del nuevo gobierno.
En repetidas ocasiones, reuniones familiares y paseos se veían truncados porque había que huir, esconder a quienes ellos tenían en sus listas del terror y enterarse entre susurros de a quienes se llevaron la noche anterior y de a quienes mataron frente a sus hijos.
El país se repite como en una distopía que se salió de la ficción, una trama en espiral. Muchos lo han advertido, otros siguen atrapados dentro del público, expectantes, pidiendo silencio para que no les perturben el entretenimiento. “La gente de bien” se hacen llamar.
Mientras todo este teatro se desarrolla, morirán más jóvenes que se convertirán en cifras que vamos normalizando en este espantoso destino. Y, entonces, ¿cómo se rompe la inercia de ese remolino oscuro?
Posiblemente dejando de ofrecer resistencia a aquellos que aún permanecen obnubilados, masificados y moldeados por el aparato mediático y sus tendencias negacionistas. Hay que dejarlos pasar y que sigan su camino sin nuestro eco.
Por fortuna cada vez son menos, ya muchos ven a un gobierno que grita en televisión "atrapen a los delincuentes", pero en elecciones los convoca a celebrar "tenemos presidente". Sería bueno guardar las energías para juntarnos, existen caminos comunes; el respeto a la vida es uno de ellos, la paz de campos y ciudades y la lucha contra la corrupción.
Parece simple, pero los egos gigantescos de nuestros representantes siguen siendo un escollo más grande que las toneladas de dinero mal habido de las otras campañas.
Paz en la tumba de nuestros niños y paz a quienes los amaron en un país que tuerce la ruta natural; naces, creces, te reproduces, ves morir a tus hijos, sufres y mueres.