Señales ambiguas, muchas declaraciones altisonantes, acciones contradictorias, avances y retrocesos. La administración Biden parece no resignarse a que EE. UU. no puede imponer su ley al mundo.
La administración Biden anunció el retiro de las sanciones contra el gasoducto Nord Stream 2 que bombeará gas ruso a Alemania. Este hecho se produjo después de que Trump intensificó las sanciones y Biden las mantuvo, pero no pudieron doblegar a Alemania a la cual no le bastaron los argumentos geopolíticos de las administraciones estadounidenses y pesó más el hecho de que el gas ruso es más barato, está más cerca y, la relación ruso alemana, más allá de escaramuzas diplomáticas tiene un gran significado económico para Alemania más que para Rusia. El gas ruso es altamente apetecido y podría con cierta facilidad venderse en Asia, lo cual si Alemania no diversifica y opta por los suministros más baratos, le crearía una dependencia casi irremediable del gas de Estados Unidos.
Los más conservadores republicanos han calificado esto como una señal de apaciguamiento hacia Rusia, pero lo cierto es que el gasoducto ya está terminado, a pesar de las reiteradas sanciones, haberlas mantenido hubiera sido una humillación para Estados Unidos. Biden lo único que hizo fue reconocer la realidad y hacer mutis por el foro.
La promesa de EE. UU. de que sería una garantía para la protección de Europa ante una eventual amenaza rusa es fuertemente cuestionada y más con su retirada de Afganistán, después de 20 años de guerra infructuosa contra los talibanes, dejan a los afganos en una confrontación que seguramente en los próximos años, sino meses verá a esas fuerzas fundamentalistas nuevamente en el poder. Seguramente los aliados de EE. UU. pensarán: si no pudieron derrotar a los talibanes, como están pensando derrotar a Rusia y a China aliadas entre sí.
Para completar el cuadro de los infortunios, se realizó recientemente la XXI cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en México, país que ejerce la presidencia pro tempore de esa entidad. Andrés Manuel López Obrador en su intervención, ante todos los cancilleres asistentes, condenó el bloqueo a Cuba a la cual pidió declarar patrimonio de la humanidad y llamó a crear una comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, sustituyendo a la OEA y con una estructura similar a la de la Unión Europea con un organismo “no lacayo de nadie” y sin nombrarlo hizo una fuerte crítica al secretario de la OEA Luis Almagro. Afirmó que era “inaceptable la política de los últimos dos siglos caracterizada por invasiones para poner y quitar gobernantes al antojo de la superpotencia”, y que no deberían seguir “las imposiciones, injerencias, las sanciones, las exclusiones y los bloqueos”. Un tono que seguramente fue recibido con atención de una parte importante de los asistentes. La Celac se diferencia de la OEA en que no participan Estados Unidos y Canadá. Mientras tanto, y en contravía con López Obrador, la canciller colombiana, Marta Lucía Ramírez, llamó a fortalecer las relaciones con EE, UU. y Canadá y escribió: “pese que algunas voces pidieron sustituir la OEA, defendí esta organización… y que la cooperación extrarregional debe incluir relaciones más estrechas con Estados Unidos y Canadá”.
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Son cada vez menos los países que se atreven a hacer una defensa incondicional de la política estadounidense y se le cierran los espacios en muchos lugares estratégicos
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Son cada vez menos los países que se atreven a hacer una defensa incondicional de la política estadounidense y se le cierran los espacios en muchos lugares estratégicos
Haber cedido en el tema del gasoducto de Alemania con Rusia, retirarse de Afganistán y recibir una fuerte crítica en la Celac, evidencia que Estados Unidos tiene crecientes obstáculos en su propósito de liderar Occidente.
Esto tiene raíces geopolíticas en su creciente desprestigio, pero también económicas ya que la inyección de recursos que supera el monto de 5 billones de dólares, para reactivar la demanda interna y superar la crisis, no se corresponde con un aumento en la producción, por lo que se ha disparado el déficit en la balanza de pagos y aumentan las tendencias inflacionarias. Elplan de reactivación interna todavía le espera un largo camino en el Congreso y sus resultados pueden tardar.
Aunque el gobierno estadounidense señala que esta es una situación transitoria, las empresas no aumentan significativamente sus gastos de capital, no hay significativas inversiones en energía, no incursiona como actores relevante en las redes 5G y se queda atrás en ramas tecnológicamente claves como el combustible de hidrógeno, la inteligencia artificial entre muchas otras.
El regreso de EE.UU. no parece un triunfal. La combinación entre la debilidad económica que le impide ser el motor de la reactivación y señales contradictorias que incluyen amenazas de guerra y gestos de conciliación en política internacional, hacen que el gobierno de Biden, que anunció con bombos y platillos que Estados Unidos está de regreso, no la tenga fácil.