Durante la pandemia, Armando Plata Camacho cambió de piel. Se refugió en las montañas de
Boyacá en donde creó un verdadero paraíso lejos de los ruidos y de cualquier virus. Lejos de
pensar en el retiro este hombre, bien entrados los setenta, como si fuera uno de esos
incombustibles rockeros que tanto admira, no sabe lo que es el retiro. Se mantuvo conectado al
mundo en el estudio de grabación que se construyó en Macanal Boyacá con vista a la laguna de
Chivor. Acostumbrado al éxito convirtió su espacio en internet, Global Hits, en un refugio para la
nueva y mejor música del mundo. Fue tanto su impacto que Julio Sánchez Cristo, su pupilo, decidió
darle las tardes de los domingos para que pinche música. El Chupo arrancó una de sus tantas
nuevas vidas
Y pensar que uno de los hombres que trajo el rock a Colombia empezó a escuchar música en un
bus. Si, era Bogotá a principios de los años sesenta. Los Plata acababan de abandonar Chocontá
para irse a vivir a Fátima que entonces era uno de los extramuros de Bogotá. Para llegar al centro
se demoraba cuarenta minutos y escuchaba a Noel Petro, a Lucho Bermúdez, Pacho Galán. Sin
embargo a este coca-colo lo que le iba a gustar era los Beach Boys, Credence, Chuck Berry, todo el
sonido de los Estados Unidos.
Como un personaje de Borges aprendió todo del mundo en una enciclopedia Salvat que su papá se
lo había comprado a plazos. Estados Unidos era el capítulo que más releía. En las mañanas, muy
temprano, hacía una antena con cables y alcanzaba a escuchar emisoras en inglés. Por ahí fue
Buddy Holly, RIchie Valens, toda la santa lista. A los 16 años lo escuchó hablando de música Julio
Nieto Bernal. A los dos años, en 1968, viajó a Las Vegas junto a Julio E. Sanchez Vanegas para
cubrir un Miss Universo. Mientras el creador de JES se iba al casino a iluminarse el día a punta de
lamparazos, el pobre Armando Plata Camacho, menor de edad, tenía que quedarse en el cuarto de
hotel a ver televisión o con el “Chupo” de un bebé. Fue Sánchez Vanegas quien le dio el apodo de
“Chupo”.
Gracias a Armando Plata Camacho el rock pegó fuerte en Colombia a mediados de los setenta. En
1975 armó en Melgar un Woodstock criollo. Sus únicos escuderos fueron los jovencísimos Patricio
Wills y Julio Sánchez Cristo quienes estaban encargados de vender las boletas para ver a ocho
artistas sobre una tarima. El resultado no fue el mejor pero Armando Plata creo un público, una
fanaticada que no sólo se limitó al rock.
Los domingos a las 11:30 dirigía los Domingos Latinoamericanos, en donde se atrevió a hacer lo
que nadie había hecho antes de los años 80: presentar en vivo cantantes vallenatos y salseros. Lo
hizo todo, recorrió tres veces el mundo con el programa donde reemplazó a Hector Mora, fundó
en 1989 a Radioactiva, el programa de la juventud en los noventa y cuando se reventó en la
Colombia dominada por Pablo Escobar se fue para los Estados Unidos a trabajar en CNN, en CBS,
siempre conectado con la música.
Pero el último de los mohicanos no se resigna a enterrar sus flechas. Ahora seguirá disparando
rock, pop y todo lo nuevo desde su espacio en la W.
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