“Se cuenta que Galileo descubrió el péndulo en 1583,
cuando observó el balanceo de un candelabro en la catedral de Pisa.
Se percató de que a pesar de que la amplitud de sus oscilaciones disminuía gradualmente,
su duración o periodo no variaba, algo que parecía ir en contra de la intuición”
(Pérez, 2022).
La intuición como habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón de acuerdo con la real academia de la lengua española nos lleva al conocimiento, comprensión o percepción inmediata del regalo que el péndulo de la historia le ha entregado al homo sapiens, durante los últimos dos años para reflexionar.
¿Reflexionar sobre qué? Sobre todos los procesos humanos. ¿Y cuáles son esos procesos humanos? Pues la relación con el otro y, con el mundo; donde ese otro está encarnado en tu compañera(o) de viaje por esta casa planetaria y finita, está encarnado en tus hijos, hermanos, vecinos, compañeras(os) de trabajo, también encarnado en tus superiores de acuerdo con las estructuras organizacionales, encarnado en las ramas del poder público y, en el ciudadano de a pie.
En la relación con el mundo tiene que ver como el individuo interactúa con la naturaleza en su conjunto y sus fines teleológicos al incidir en el equilibrio natural entre especies y el universo.
La interacción consigo mismo y con los demás ha puesto en escena nuevos significados y significantes para la acción humana mediante el uso de la palabra independiente del vehículo para comunicarnos.
La resignificación ha develado la fragilidad física del homo sapiens y de otro lado, la capacidad espiritual y de repensarnos como especie, entre las especies. En este repensar, las experiencias vitales oscilan de manera pendular al mejor estilo de Galileo desde las orillas científicas hasta las orillas mágico-divinas para arrojarnos al mundo al mejor estilo heideggeriano los unos, o entrar en diálogo con la Pachamama y el mundo, diría Byung Chul Han y sus crecientes discípulos.
El dasein de Martin Heidegger concita sujetos pasivos sin vector en el tiempo ni el espacio, mientras que el sujeto del profesor y filósofo surcoreano Han lo reta a la pedagogía de la duración del vector espacio-tiempo de manera activa para hacer la pausa en la observación lógica racional sobre los movimientos del entorno en el periodo constante del péndulo.
Por su lado Humberto Eco, hace eco a la amplitud de las oscilaciones pendulares en la historia y es así, como en su texto el péndulo de Foucault, reseñado por (Flórez Ochoa, 2016, pág. 3) advierte que, el computador de Belbo, capaz de sugerir la ruta crítica y los caminos aleatorios y redes alternativas que asumirá el curso de la novela, como una especie de literatura electrónica atravesada no obstante por vibraciones subterráneas ocultas y esotéricas, propias de la profundidad de la vida a través del tiempo, de la tradición, de la lucha indeclinable de la humanidad por el poder.
Y la verdad no para tocios, sino para los elegidos, los templarios, los masones, los científicos, Dios y el diablo juntos, Occidente y Oriente amalgamados, la filosofía y la magia, la ciencia y el catolicismo con los rosacruces, la antigua sabiduría, la tecnología y los ritos sagrados del esoterismo ocultista, unificados todos en un torbellino de pasión y violencia bajo el que sucumben al final los mismos protagonistas en una trama lenta y dispendiosa, apta para lectores pacientes y observadores meticulosos capaces de dilatar la espera del desenlace a un tiempo medieval.
Del fragmento anterior y parafraseando a Eco, el “curso de la novela” no es otra cosa que el curso de la escuela poscrisis sanitaria la cual exige “observadores meticulosos” en medio de sensaciones de inseguridad, miedos e inmersos en el cansancio exigente y persistente de la sociedad del rendimiento que deja en permanente riesgo de enfermedades neuronales a los “fracasados de la neocultura del emprendimiento” bajo la acción gravitatoria del bigdata y el aura pendular de la inteligencia artificial.
En la actualidad la acción gravitatoria es función de la tecnología que funge como masa que determina la práctica educativa, pero, precisamente el regalo del péndulo de la historia plantea que la escuela clásica, intramural se convierte en un atentado contra los espíritus libres de las generaciones actuales dada las oscilaciones pedagógicas hacia la exploración y construcción de conocimientos extramurales al estilo de la teoría de campo versión 5.0 de Kurt Lewin y distantes de las realidades subjetivas de los portadores de las verdades impuestas desde los escritorios empotrados en la Capilla Sixtina del alto gobierno y las respectivas secretarías de educación.
La tesis de Lewin (Lewin, 1942) cobra hoy día pertinencia debido a su carácter constructivista, enfoque dinámico, psicológico, análisis inicial de la situación global, la determinación de la conducta y las representaciones matemáticas de las situaciones psicológicas de los estudiantes como involucrados y comprometidos en los grupos de aprendizaje con propósitos, metas y objetivos compartidos en la era posdisciplinaria, normativa, vigilante y castigadora.
La teoría de campo 5.0 ha hecho que las organizaciones a la cual le dan vida la interacción humana migren a escenarios por fuera de los espacios físicos y se apoyen en las TIC y las TAC para el desarrollo de actividades de capacitación y gestión de procesos dejando en entredicho los procesos de formación del Ser.
En este sentido la escuela no puede caer en el error histórico de seguir bajo la pedagogía instrumental de reproducir las condiciones de la paidea romana, en detrimento del componente cualitativo de la pedagogía y, ser inferior al regalo pendular de mirar la amplitud del péndulo y apropiar estrategias didácticas que den respuestas a la ciencia de la pedagogía para la construcción colectiva de conocimientos que exige el nuevo contrato social.
Dentro de las estrategias didácticas que se vislumbran en la amplitud del péndulo de la historia está el empoderar redes de conocimiento autónoma por parte de los estudiantes y profesores para que mediante la investigación-acción formulen solución a los problemas, las necesidades insatisfechas o se propongan capitalizar las oportunidades de negocio desde sus territorios; todo lo anterior bajo la lente del profesor del siglo XXI, quien en lo sucesivo debe ser consciente de sus limitadas verdades y, en palabras del profesor Rafael Flórez Ochoa de la universidad de Antioquia “debe suspender su propio juicio para que los alumnos hablen y se autoconstruyan en inteligencia y autonomía” y, estar del lado de los discentes nativos digitales que vienen empujando con fuerza el péndulo de la historia hacia el autoconocimiento desde el arte de plantearse las preguntas y no depender de las respuestas acartonadas y desfasadas en el tiempo al ascender mecánica e instrumentalmente de un grado escolar a otro sin apropiar el regalo del péndulo consistente en la reflexión desde las preguntas ontológicas que validan nuestra esencia y el estar aquí y ahora en esta dimensión dinámica compleja y plena de incertidumbre determinada por el peso del capitalismo tecnológico deshumanizante.
La legitimidad de la narrativa al cabo del primer mes de labores educativas sin restricciones de aforo habla de un vacío por el asombro, la creatividad, la curiosidad, la reflexión sobre un antes, un durante y un después tras veintitrés meses de ruptura abrupta entre discentes y docentes, se evidencia un vacío emocional, intelectual, académico, actitudinal y de manera especial, las condiciones de infraestructura distan de ser las óptimas para el ejercicio pedagógico, en el actual contexto, donde se ha exacerbado el síndrome del desgaste ocupacional SDO, por no hablar del síndrome del desgaste vocacional SDV.
En el caso del SDO el paradigma es volver a la rutina que implica un contrato laboral asfixiante y leonino y, en el caso del SDV la preocupación es la implosión de la alegría, el placer y la pasión por el ejercicio cognitivo; en ambos casos, que dé cuenta de la trazabilidad contemplada en el programa del actual gobierno en lo referente a la economía naranja en sus componentes de investigación, innovación y desarrollo tecnológico.
Lo anterior evidencia el desacato del regalo del péndulo de la historia al regresar para hacer más de lo mismo, llenar planillas, firmar asistencia a cuánta reunión se programe para justificar horas/hombre en la nómina, actualizar formatos, reuniones mecánicas para “alistamiento” de logística de cursos a desarrollar, depurando listas de asistencia, en fin, seguir bajo la concepción de la escuela como institución para la fabricación de mano de obra para el modelo de crecimiento económico alejado del desarrollo y potencial humano.
Estamos a tiempo para no ser inferiores con la historia e insertarnos en los debates contemporáneos sobre los retos de la educación en la actual coyuntura que nos regresó, al decir, de muchos pensadores, al siglo XIX por los efectos multidimensionales del covid 19 pero, dicha inserción debe implicar el planteamiento de propuestas que consulten las nuevas realidades desde la sociogénesis, el modelo de desarrollo económico, la inclusión de género sin discriminación alguna, la apropiación de la tecnología al servicio de la praxis educativa y organizacional, el pensamiento crítico como factor necesario y suficiente en los procesos de investigación social y ciencias naturales de enfoque formativo y aplicado que consulte las necesidades de los territorios en beneficio de la nación y no de las transnacionales que la desangran.
Las oscilaciones en el péndulo de la historia desde el mes de diciembre de 2019 hasta la fecha, ha hecho que el mundo transite en el túnel de la inteligencia artificial o por el sepulcro de los procesos humanos y la epifanía del metaverso y citando a (Bauman, 2009, p. 14) nos advierte que,
La inseguridad nos afecta a todos, inmersos como estamos en un mundo fluido e impredecible de desregulación, flexibilidad, competitividad e incertidumbre endémicas, pandémicas (sic) pero cada uno de nosotros sufre ansiedad por sí solo, como un problema privado, como un resultado de problemas personales y como un desafío a su savoir faire y agilidad privada.
Se nos pide, como ha observado ácidamente Ulrich Beck, que busquemos soluciones biográficas a contradicciones sistémicas; buscamos la salvación individual de problemas compartidos.