Francisco González se enteró de la desaparición de su pueblo Armero por la radio. Era el 13 de noviembre de 1985 cuando la voz de Yamid Amat anunció la avalancha que se llevó a toda su familia junto a los 4000 armeritas. Sobrevivió solo él y dos de sus hermanos. Después de los funerales empezó otra tragedia. Se sabía que 478 niños habían quedados vivos, pero no se sabía su suerte. La mayoría entregados en adopción en medio de una confusión de la que el Instituto de Bienestar Familiar nunca dio razón.
Desde entonces Francisco González se propuso ubicarlos para que pudieran reencontrarse con sus familiares. Un trabajo dispendioso y lento que adelanta a través de su Fundación armando Armero, y en el que ha contado con el apoyo del genetista Juan José Yunis, quien heredó el compromiso de su papá Emilio, a través del Instituto de Genética Yunis-Turbay que coteja las muestras de ADN. Esta semana se dio el cuarto reencuentro. El de las hermanas Jenifer de la Rosa y Ángela Rendón, quienes habían tomado rumbos completamente distintos, una en Valladolid, España y otra en Barrancabermeja. Este fue su abrazo después de 34 años de separación.