En la Museo Iglesia de Santa Clara se realizará desde hoy 20 de noviembre una exposición Lágrimas celestes de Pedro Ruíz. Este museo ha logrado reanimar la visita a esta bella iglesia que también fue monasterio de las monjas clarisas y, de donde nuestro pintor de la colonia, Gregorio Vásquez y Ceballos ayudó a escapar a la amante criolla, María Teresa de Orgaz con el oidor de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá don Bernardino Álvarez de Isuanza. Y, como sigue siendo la justicia, ellos huyeron sin rumbo mientras que al pintor lo dejaron recluido pintando cuadros para los franciscanos en una casa aislada en Boyacá.
Pero volvamos a los proyectos del museo donde se trata de reunir tiempos de creación. Interesante y difícil propuesta. Esta vez, y desde hoy, se une el oro de barroco colonial con el oro de la pintura que utiliza Pedro Ruíz en sus fondos y en sus marcos, que tiene el sentido contemporáneo de relatos que, como siempre con cierta aparente candidez, Pedro Ruíz cuenta el horror de las historias de nuestra intangible o mejor, inexplicable realidad.
Los temas que se encuentran exhibidos en el museo son parte del repertorio de Pedro Ruiz: Oro y naturaleza. Concepto y símbolo que el artista ha entendido a el oro como algo maravilloso que puede estar en todas partes porque significa la grandeza de lo que podemos encontrar, lo maravilloso que no es brillar sino lo que es importante como confiar en lo mejor. La serie Oro es una apología a la naturaleza y al ser humano. La serie la realizó en formatos pequeños y en silencio. Los detalles permiten ver y sentir el encanto a la cercanía a la obra de arte que invita a una intimidad: en el encanto de una orquídea o de la pesadumbre de un desplazado que comienza otro destino sin destino por haber sido despojado de su entorno por los ejércitos que existen en nuestros territorios.
Con ese mismo trabajo, el artista nos conmueve con su generosidad porque sin vender, quiere ayudar al ser completamente olvidado y obviamente vulnerable que sufre todas las consecuencias de la Colombia que en el mapa no que hace parte del mundo inhumano comercial. Esa dualidad permanente en la vida que ha existido siempre.
Pedro Ruíz lleva su obra a los rincones perdidos de una Colombia extraña para promover entre ellos una expresión artística donde se expresen anhelos ya perdidos por la violencia. Se titula Oro Vital y en esta exhibición muestra los resultados de los talleres que realizó en el resguardo indígena en Caño Mochuelo: un inmenso territorio en el Guaviare donde conviven diez pueblos indígenas en vías de extinción…. ¿Eso que significa? El valor y la importancia de un ser humano que tiene otras costumbres no tiene importancia y su sabiduría se pierde porque interrumpe el progreso que destruye a la humanidad
Corazón abierto son tallas en madera cruda que tienen el corazón incrustado y representan el mismo dolor sagrado del amor maternal que busca lo que se ha perdido en medio de la violencia. El amor que reclama la injusticia de los desaparecidos que fueron engañados y se convirtieron en víctimas de ejecuciones extrajudiciales y son crímenes de Estado.
Pedro Ruíz también representa en su obra a las madres de Soacha -que cómo las Madres de la Plaza de Mayo en la Argentina- ellas no permiten que el olvido devore sus pérdidas. Ellas tienen la dignidad que busca una verdad oculta, todas tratan de[U1] destapar cómo los diferentes ejércitos, en su lealtad a la injusticia, cometen atrocidades entre seres humanos más indefensos.
También está presente el amor maternal en la serie Concepción donde propone otras posibilidades del amor. Ese que propone opciones: donde exista la posibilidad de que vidas y destinos que se interrumpen en una calle o en una vereda de cualquier lugar de Colombia tengan otra salida que no sea una masacre. Masacres que suceden ante nosotros todos los días.
Nadie siente menos por la pérdida de un familiar que ha sido arrebatado. El sufrimiento humano es el mismo siempre. Me pregunto ¿Cómo nos juzgarán las generaciones cuando lean esta historia que pasa desapercibida ante la vida cotidiana?
También se encuentran imágenes que tratan de mostrar como en una “Madonna” el amor maternal irriga sentimientos: el amor humano o el amor sagrado. El que no conoce límites en el mundo. El amor incondicional.
Y, desde el techo colonial, se encuentra el llanto de las lágrimas celestes que caen como en acto de desencuentro con todas las realidades de nuestra historia. La historia actual de una Colombia sin alma.