Además de las intensas jornadas de movilización, de las constantes denuncias de la sociedad por el uso excesivo de la fuerza por parte de los miembros de la policía y la reestructuración del Ministerio de Hacienda, producto de la renuncia de Alberto Carrasquilla y su grupo de asesores, se le adhiere una nueva problemática al gobierno nacional: la inminente fragmentación de su partido político. Este es un hecho que no es de menor impacta para la gobernabilidad del actual presidente, Iván Duque.
En los últimos días, la bancada del Centro Democrático se encuentra en una confrontación de opiniones causada por las polémicas decisiones que el jefe de gobierno y miembro principal del partido político, Iván Duque, ha ejecutado en la coyuntura política del país. La primera integrante en dar cuenta de la discrepancia y desunión que padece el partido por estos días fue la Senadora María Fernanda Cabal, quien a través de un vídeo público manifestó un rotundo rechazo al proceso de promulgación del proyecto de ley que dio origen a la polémica reforma tributaria. La congresista, cuya característica principal ha sido defender las acciones del gabinete presidencial, expuso que la reforma tributaria fue una “ torpeza absoluta del gobierno”, presentada en un momento inadecuado, debido a que la pandemia no solo afectó el capital de los empresarios, sino la capacidad adquisitiva de la población colombiana en general.
La segunda integrante en dar cuenta del espaldarazo por el que padece el gobierno fue la senadora María del Rosario Guerra. No obstante a que la congresista estuvo en un principio a favor de la reforma tributaria, durante los últimos días a través de las redes sociales ha mostrado una postura de oposición a las propuestas de diálogo que Iván Duque le ha manifestado al país, exigiéndole que asuma el paro nacional con debida firmeza y que no prorrogue las conversaciones.
A los anteriores rechazos se sumó la renuncia del senador Gabriel Velasco como vocero delegado del Centro Democrático en la mesa de negociación del paro nacional en el departamento del Valle del Cauca. Ante la negativa del presidente de visitar Cali, el congresista manifestó dejar a consideración su cargo, puesto que no entiende cómo el presidente, tras 12 días de alteraciones en el orden público, mantiene la postura de indiferencia, haciéndole el llamado de dirección, dado que concibe que ha carecido de decisiones certeras y que es momento de que tome el control de la problemática e intervenga rápidamente en ella.
Mencionadas posturas de rechazo por parte de la bancada partidaria evidencian que Iván Duque no solo ha tomado una actitud soberbia ante las exigencias sociales de la población colombiana, sino que su espíritu imperativo se ha encargado de polarizar al Centro Democrático; partido que independientemente de sus contradicciones accionarias e incoherencias argumentativas, ha mantenido la unidad en el discurso. No obstante, ante el caos, la agrupación está mostrando unas fisuras ideológicas y la carencia de un verdadero liderazgo, puesto que el partido no se ha constituido bajo los cimientos estatutarios de la acción sociopolítica, sino que depende de la sombra del populismo fáctico caudillista y bélico, que a medida que pasan los años se va quedando como una estrategia rezagada y que pierde fundamento en la realidad del país.
En consecuencia, el llamado es a que Iván Duque comprenda que el Estado colombiano no puede estar supeditado a los estados de ánimo ni a las rabietas personales, porque su apatía, soberbia y descontextualización han provocado un escenario de incertidumbre pública. Como lo explica Zygmunt Bauman: "Las consecuencias de las malas decisiones en la política se reflejan el sufrimiento humano de la población”.