Aunque en 1998, estaban seguros que no volvería a entrar en operaciones; el reactor nuclear IAN-R1, que una vez fue entregado por Estados Unidos a Colombia durante la guerra fría; tuvo que volver a encenderse en el 2005.
El reactor fue obtenido gracias a un acuerdo que se firmó con Estados Unidos, para el desarrollo de proyectos nucleares con fines pacíficos en 1955 y aceptado en 1960, por el (OIEA) Organismo Internacional de Energía Atómica.
En 1965, el reactor fue entregado a los colombianos. En enero de ese año inició sus actividades con una potencia de 10 Kw( kilovatios) y al año se modificó para que trabajase con una potencia de 20 Kw( kilovatios) y un máximo de 30 Kw.
Fue el 31 de marzo de 1998, cuando se decidió cerrar el proyecto, luego de que el entonces presidente Ernesto Samper liquidara el Instituto de Ciencias Nucleares y Energías Alternativas , a cargo del cual se encontraba el aparato, pero su total desmantelación tenía un costo de 12 millones de dólares de aquella época, por lo que se dejó suspendido.
Funciona a la vista de todos los bogotanos, que transitan cerca de él, sin siquiera saber su nombre o percatarse de su existencia, cerca de la llamada Ciudad Blanca, entre la calle 26 y la Universidad Nacional, en la sede CAN de Servicio Geológico Colombiano INGEOMINAS, en la Carrera 50 número 26 – 00, bloque F. Está instalado en el instituto de asuntos nucleares y está a cargo del Ministerio de Minas y Energía. Sus instalaciones no están protegidas contra misiles ni está enterrada bajo un sarcófago de concreto, puesto que a diferencia de reactores nucleares del primer mundo, como el del accidente de Fukushima- Japón en 2011, este reactor sólo sirve con fines investigativos y no con propósitos energéticos.
Durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, se volvió a reactivar debido a que el precio de mantenerlo inactivo, era mayor a cuando funcionaba. Costaba siete veces más mantenerlo en suspensión que mantenerlo activo. Sin embargo, la razón principal que dio el ex mandatario, se debió a una advertencia sobre los peligros de los desarrollos nucleares de algunos países vecinos hace cinco años, después de que sus asesores militares confundieran una fábrica de bicicletas en Venezuela con un reactor nuclear.
Este reactor de tipo Triga, es uno de los más pequeños del mundo. Inicialmente, era un núcleo de placas de Uranio 235. Luego, en 1998, fue cambiado por barras de Uranio 235, pero con un enriquecimiento más bajo del 20%. En su parte más visible, es un cilindro que tiene 5.25 metros de profundidad, 2 metros de diámetro y 6 milímetros de espesor; es de acero inoxidable y está rodeado de una estructura de concreto en forma de hexágono. Está lleno de agua destilada y desmineralizada y no es lo que en nuestro país llamaríamos una piscina, pero así le dicen los científicos. Parece un enorme procesador de alimentos aunque las sustancias que agita en su interior son mortales.
El reactor está compuesto básicamente por una consola de control, la piscina principal, sistema de purificación y enfriamiento de agua, sistemas de seguridad radiológica y sistemas auxiliares de seguridad física de la instalación.
El mantenimiento de este reactor nuclear cuesta unos $500 millones de pesos anuales y se usa para producir sustancias que ayudan a verificar el contenido y la calidad del oro y el carbón en la industria minera; para producir isótopos radiactivos para la industria médica y farmacéutica; y, también, en el campo de la geología, para detectar fugas en las represas de las centrales hidroeléctricas.
Para su nueva actividad, el Ministerio invirtió más de $300 millones (105.000 euros) para su mantenimiento y a los cuales se añadieron $2.600 millones (908.000 euros) para el cambio de uranio.
Después del desastre nuclear ocurrido en marzo del 2011 en Fukushima, es común que las personas se preocupen de contar con esta planta de energía nuclear en la ciudad.
Cuando se pregunta sobre esto al director del programa nuclear, Jaime Sandoval, el asegura que el sistema es altamente sensible y en caso de sismo, se apagará automáticamente. Además, las sustancias que se trabajan en el reactor, como uranio e hidruro de sirconio. Pero no representan ningún peligro porque están a temperatura ambiente (entre los 15 y los 22 grados) y para ser amenaza, tendría que estar a miles de grados, como en los grandes reactores nucleares del mundo. Igualmente, recalca que el reactor de aquí está con fines íntimamente ligados a la investigación, mientras que en Fukushima ya es una gran central energética nuclear.
Todo el sistema de este artefacto está pensado con el fin de aportar a la ciencia y evitar, a toda costa, que se dañe a los ciudadanos y al medio ambiente. Es por eso que se mejoró para que no hubiese emisiones de sustancias peligrosas y que se suspenda en caso de que ocurra algún siniestro natural o provocado por agentes externos.
Jaime Sandoval, asimismo espera que en el 2025 el país opte por mejorar este reactor para que sea fuente de electricidad, y lo use para solucionar el problema energético que hay en el país.