El rabo de paja de los candidatos
Opinión

El rabo de paja de los candidatos

Tres “frentearon” los cuestionamientos de Hora Veinte. Lo extraño es que al cuarto, el único que es motivo de una sentencia judicial, no le pidieron explicaciones

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septiembre 30, 2015
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El foro de Hora Veinte y colegas con los cuatro candidatos punteros a la Alcaldía de Bogotá no parece haber tenido mucha importancia para el electorado.

Fue una repetición de la repetidera sin que realmente se vieran aportes de ninguna naturaleza a lo que se ha visto en las campañas.

Las preguntas presentadas se resumen en dos grupos: la movilidad, el metro, o la ALO, que son en últimas un mismo tema y ya han sido trajinados en todos los escenarios; y la inseguridad, la delincuencia, la violencia o la misma paz, que a su turno son también diferentes aspectos de un mismo problema.

Los entrevistados no hicieron referencia a nada distinto de lo que se comprometieron, hicieron o dijeron en ocasiones anteriores, con las mismas respuestas a lo preguntado ya mil veces, y la misma para las diferentes preguntas. Sí llamó la atención —pero por su ausencia—  que todos tocaron el punto de mayores refuerzos y modalidades de fuerza pública para ejercer controles, pero ninguno planteó como necesidad el atacar como una de las causas de esos problemas el desempleo, la pobreza, la situación de los desplazados, etc.

Tanto el panel de periodistas como los asesores de las campañas parecen haber decidido quedarse en una especie de 'zona de confort', sin cuestionar ni proponer nada, como si nada existiera fuera de las encuestas; en eso faltó habilidad de ambas partes para profundizar saliéndose en algo de las vaguedades ya conocidas.  No hubo ni siquiera controversia entre los mismos rivales tratando de mostrar la debilidad de alguno de los otros.

Podría haber salvado el programa el último tramo que confrontaría a los potenciales elegidos con su respectivo 'rabo de paja'.

A Clara López le cuestionaron su relación con el mandato de Samuel Moreno y el que fuera parte del gobierno bajo el cual se produjo lo que llaman 'el carrusel de las contrataciones'. Su respuesta aclaró que hasta el  momento de su retiro para hacer equipo con Petro como candidata a la vicepresidencia no existía ni sospecha, ni rumor, ni nadie que pensara que algo estaba sucediendo; tan es así que Petro, quien fue entones el 'prohombre' que delató los escándalos, la escogió como compañera de fórmula; que, tiempo después, cuando ya no como funcionaria de la Alcaldía sino como miembro del Polo le pidieron su opinión, se limitó a solidarizarse con el entonces presidente del partido Carlos Gaviria y con la decisión tomada por el partido en el sentido de defender que se respetara el debido proceso; y que, ya como presidenta del Polo, fue quien propuso y firmó la expulsión de esa colectividad de los ya vinculados judicialmente.

A Enrique Peñalosa le preguntaron sobre cómo entendía el apoyo de Cambio Radical, qué relación y compromisos le establecía con Germán Vargas, con un partido que ostenta el mayor número de miembros que han sido unos cuestionados y otros ya judicializados (lo que había llevado a Carlos Fernando Galán a renunciar a ser su director), y sobre todo con lo que esos 'másteres' en politiquería esperarían como reciprocidad. Con mucho énfasis —aunque no tanto argumento—  afirmó que no tenía compromisos ni le había pedido respaldo a Vargas Lleras; que la decisión de ese partido de darle también el aval cuando ya estaba inscrito por firmas había sido unilateral sin acuerdos de por medio; y que respecto a los nombramientos que haría solo se guiaría por las capacidades y la idoneidad de la persona como lo había hecho en la anterior ocasión (mencionó como ejemplo que de su equipo de gobierno pasaron a cargos de alta jerarquía varios de sus miembros).

A Pacho Santos le preguntaron por el estado del proceso en que fue denunciado por intentar un acuerdo con los paramilitares para que formara un frente que defendiera la capital. Respondió que el juicio lo tenían congelado; que el tiempo de la prescripción ya había pasado pero que él había renunciado a ella; y que desde hace siete años está exigiendo sin resultado alguno un pronunciamiento para terminar el trámite judicial.

Los tres frentearon su 'rabo de paja', y, al precisar que no tiene descalificación alguna ni razón de tenerla, parecerían despejar las brumas que podrían pesar sobre cada uno si llegarán a ser elegidos.

Lo extraño es que al cuarto candidato; al único que es motivo de una sentencia judicial —y ni más ni menos que por parte de una de las Altas Cortes (el Consejo de Estado), y ni más ni menos que con las calificaciones de 'actuaciones ilegales', 'con fines contrarios a los estatales', 'en contra de la Constitución', 'contra los principios democráticos', 'afectando el Interés Colectivo', 'violando la Moralidad Administrativa'—; al que sí tiene un verdadero 'rabo de paja' —!y de qué tamaño! —, prefirieron abstenerse de ponerlo en situación de tener que intentar explicaciones. ¿Sería todavía candidato sin la protección de la oligarquía de los medios (Caracol, Julito, El Tiempo)?

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