Existe una manera no convencional de lograr que el país democrático se una en torno al candidato que más le conviene a nuestro país. Es lo que pretendo mostrar en este artículo.
La polarización que nos muestran las últimas encuestas, nos revela por lo menos tres elementos:
En primer lugar, el miedo a convertirnos en otra Venezuela ha arrinconado a una buena parte de la población en dos extremos; allí llegan todo tipo de personas y para todas ellas hay una verdad tan real como lo pueden ser otras verdades para los seguidores de otros candidatos; de continuar en esa dinámica, tendremos un presidente que no refleja nuestras grandes aspiraciones.
En segundo lugar, ese miedo parece tener la capacidad de incrementar la intención de voto por cualquier candidato, independientemente de sus programas y de sus fortalezas personales; allí lo importante para las personas es impedir que ocurra lo indeseable; tanto el candidato como el programa pasan a un segundo plano. Por último, no hay dudas de que Álvaro Uribe es el personaje con mayor poder de convocatoria en el país y buena parte de la población está dispuesta a votar por su elegido.
Esos son hechos, realidades de las que debemos partir si pretendemos hacer un análisis juicioso de la dinámica electoral, para generar una estrategia que permita convocar el país, para rodear a un candidato con capacidad de obtener la mayor votación en primera o segunda vuelta.
Para hacerlo, nos hemos apoyado en la pedagogía del caos, una metodología basada en las revolucionarias ciencias de principios y mediados del siglo XX y es a partir de esta metodología, que vamos a enunciar rápidamente en este artículo las posibles salidas a esta situación, mostrando cómo superar uno a uno los elementos que hemos presentado.
Frente al primer elemento: el miedo. Las leyes del caos descubrieron un fenómeno de auto organización que se produce tanto en lo físico como en lo biológico: esta herramienta se llama: atractor. En términos técnicos un atractor es un conjunto de valores numéricos hacia los cuales tiende a evolucionar un sistema.
La pedagogía del caos ha detectado algo similar en los sistemas sociales: conceptos, espacios o lugares que enfocan a las personas y los procesos hacia un mismo objetivo, porque les resultan valiosos y con sentido para dar respuestas hábiles e inteligentes en cada contexto; se le ha denominado atractor de significado y se ha aplicado por lo menos dos veces en Colombia, pues fue a partir de un gran atractor como se lograron movilizaciones impresionantes en muy poco tiempo, primero en la campaña de la séptima papeleta y luego en la movilización de 10 millones de personas alrededor del mundo el 4 de febrero de 2008. Esta inmensa movilización se logró solamente en un mes y el testimonio de uno de los organizadores se puede consultar aquí.
Hay atractores que atrapan, que esclavizan, que bloquean y uno de ellos es el miedo. El miedo puede generar una realidad dentro de nosotros y por eso para las personas que lo tienen, ese miedo se ha convertido en verdad en su cerebro y en su corazón y probablemente la única manera de exorcizarlo, de diluirlo, sea con otro atractor de significado más sano y más poderoso. Hay atractores que liberan, que concientizan, que auto organizan, que enriquecen, y creemos haber hallado uno que puede llegar a tener gran poder de sintonía, de resonancia, de unidad.
Se trata de convertir en viral una frase que remueva el miedo y genere en la población una actitud analítica y propositiva; es una especie de consigna o de proclama: ¡el que diga Colombia!
A través de esta consigna los colombianos y colombianas nos uniremos en torno de las aspiraciones que a todos nos convocan.
Frente a la segunda condición: votar contra la amenaza sin importar el candidato ni el programa. Habría que realizar un gran esfuerzo nacional, para generar una dinámica que permita a la población analizar de la manera más imparcial posible todos los programas de gobierno y generar una sola plataforma. En los debates presidenciales el país será testigo de la capacidad del candidato que asuma la implementación de este programa.
Ante la tercera condición: Uribe, el gran aglutinador. Existen en las leyes del caos, campos de aglutinación que pueden ser más poderosos que la figura de un caudillo. A través de esta herramienta será posible extender el rango de votación hacia todo el espectro de la democracia, la lucha contra la corrupción, la consolidación de la paz con justicia social y el cuidado de la naturaleza. Allí podrá aparecer un extremo, pero todo el grueso de la población votante se extenderá en un gran campo llamado: el que diga Colombia.
Resumiendo, no se trata de que los candidatos se pongan de acuerdo y se unan en torno a uno de ellos; si esto llegara a ocurrir, lo que parece improbable, no se garantiza la victoria. Se trata de que todos los colombianos que aspiramos a un cambio de régimen más justo, más pacífico y más limpio dejemos de seguir ciegamente a nuestro candidato y empecemos a mirar los programas de todos y las garantías que cada uno de ellos nos ofrecen para cumplirlos.
¿Que no hay tiempo? Las leyes del caos nos han demostrado que cuando están dadas las condiciones y cuando se activan los elementos de un sistema —en este caso la iniciativa y la creatividad de la población— todo se mueve de manera exponencial. Procesos que habrían tardado siglos se activan en años y los que tardarían años se dan en semanas.
Entonces, no es imposible que incluso en primera vuelta asuma la presidencia de la república: ¡El que diga Colombia!