Algo que debemos tener presente en el comportamiento social de muchos conglomerados en el mundo es que en la búsqueda de preservar su identidad y con ello, su autonomía, se libran luchas constantes contra el empoderado centralismo.
En Colombia no somos ajenos a ello. Las luchas por preservar la identidad, la cultura y el gobierno de grupos, como los étnicos, han permitido de alguna manera enarbolar una especie de regionalismo que pasa no solo por el reclamo de tierras ancestrales, sino de costumbres y arraigos que permiten descubrir lenguajes colectivos que se sensibilizan y crean un sentido tal de pertenencia compartimentado in crescendo.
Las grandes brechas que ha dejado el conflicto en nuestro país, que se develan sin mayores análisis entre los que se alinderan en las llamadas izquierdas, las derechas, en las organizaciones de centro y en las hoy denominadas, con ciertos sesgo, ciudadanías libres, permiten que se presenten hechos coyunturales en los que una persona con cierto carisma, sin una marcada ideología que lo identifique con la derecha y sí, como demócrata de nueva generación, se erija saliéndole al paso ante tanta discordia social y con sutil movimiento de cirujano se aventure a dejar que su impronta sea objeto del escrutinio mediático ante una futura postulación al primer cargo del país.
Por su puesto, que esto abrió muchas brechas que impactarán en el deseo y en el querer de muchos que se esfuerzan por contener sus verdaderos pensamientos y callan para no comprometer sus posibilidades.
El que Alex Char permita que su nombre surque el panorama convulso de la política, cual flecha rauda y con sentido dirigido en medio de la turbulencia que generó la movida realizada por Germán Vargas en su condición de jefe natural de Cambio Radical, quien flameó una bandera de venganza en su último artículo de prensa, no deja de ser un arriesgado pero inteligente movimiento, dado que es la confrontación que se puede palpar entre un perdedor (bogotano él) que teniendo cierto poder en su movimiento político y algunas esferas nacionales se ve retado por un ganador (caribeño este), quien sin medir distancias ni consecuencias, con olfato visionario lanza una estrategia mediática que le dará muchos réditos.
Se me antoja que estamos convocados a un nuevo episodio donde las ideologías cederán y no serán el centro de confrontación, dándole paso al llamado a cerrar filas por la lucha para el empoderamiento de voces que desde las periferias le adviertan a los defensores del poder centralizado que hay unas identidades regionales que se levantan como una minga para reclamar participación en el ejercicio del poder central.