Al llegar a Jericó, lo primero que salta a la vista es su vibrante paleta de colores. Las fachadas de las casas están pintadas en tonos vivos que iluminan las calles y plazas, creando un ambiente alegre y acogedor. Conocido por su rica tradición cultural, fervor religioso e impresionantes paisajes naturales, Jericó es una joya que vale la pena descubrir.
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A continuación, le contamos por qué este pueblo de Antioquia, lugar de nacimiento de la Madre Laura, merece el título de uno de los pueblos más lindos de Colombia y resulta un imperdible esta Semana Santa.
Una historia centenaria
La fundación de Jericó se remonta a 1850, cuando fue establecido oficialmente como municipio. Este evento marcó el inicio de una rica historia que ha moldeado la identidad y el carácter de este pintoresco pueblo.
Situado en las estribaciones de la Cordillera de los Andes, Jericó fue el resultado de la colonización antioqueña, un proceso caracterizado por la expansión y el asentamiento de los pobladores en las áreas montañosas de la región.
Desde sus inicios, Jericó se destacó por su fervor religioso, su dedicación al trabajo y su profundo sentido de comunidad. Estos valores han perdurado a lo largo de los años, convirtiendo a Jericó no solo en un centro de peregrinación espiritual y cultural, sino también en un testimonio vivo de la tradición antioqueña.
Jericó vio nacer a la Madre Laura Montoya
Jericó es cuna de la única santa colombiana, la Madre Laura Montoya, lo que le añade un valor espiritual y cultural significativo. De hecho, en el municipio es posible visitar un museo dedicado a su vida y obra.
La Madre Laura, cuyo nombre secular era Laura Montoya Upegui, fue una religiosa y misionera católica colombiana nacida el 26 de mayo de 1874 en Jericó, Antioquia, y fallecida el 21 de octubre de 1949.
Es la fundadora de la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, conocidas también como las Lauritas, cuyo principal objetivo era la evangelización de las comunidades indígenas en Colombia, especialmente en áreas remotas y marginadas.
La Madre Laura fue beatificada por el Papa Benedicto XVI el 12 de mayo de 2004 y posteriormente canonizada por el Papa Francisco el 12 de mayo de 2013, con lo que se convirtió en la primera santa colombiana.
Una naturaleza exuberante y planes para todos los gustos
Otro de los tesoros de Jericó es su biodiversidad. Rodeado de montañas y valles de gran belleza, ofrece una variedad de actividades al aire libre para los amantes de la naturaleza.
Senderismo, avistamiento de aves y paseos a caballo son solo algunas de las formas en que los visitantes pueden explorar la impresionante naturaleza que rodea a Jericó. Sin duda, esta es otra buena razón para visitar el junicipio esta Semana Santa.
Artesanías y gastronomía: puntos a favor de Jericó
La artesanía local es otro pilar de la economía y la cultura del municipio. Los carrieles de Jericó, como se les conoce a un estilo de bolso de cuero tradicional, son conocidos en toda Colombia por su calidad y diseño único.
La gastronomía también merece mención. Platos típicos antioqueños, acompañados de una taza de café cultivado en las montañas circundantes, brindan una experiencia culinaria que deleita el paladar y calienta el alma.
Jericó es, sin duda, un destino que ofrece más que belleza estética. Es un lugar donde la cultura, la espiritualidad, la naturaleza y la hospitalidad se entrelazan, creando una experiencia inolvidable para quienes buscan descubrir los tesoros escondidos de Colombia en Semana Santa.
A pesar de su menor conocimiento en comparación con otros destinos turísticos, Jericó se erige como un testimonio del patrimonio y la belleza inigualable que Colombia tiene para ofrecer.
En resumen, este no es solo un destino para admirar, sino para vivir. Cada calle, cada casa, y cada paisaje invita a los visitantes a sumergirse en una experiencia que va más allá de lo visual, hacia un viaje de descubrimiento personal y cultural.
Jericó, con su encanto único, es un recordatorio de que los lugares más mágicos a menudo se encuentran fuera de los caminos trillados, esperando ser descubiertos. Y esta Semana Santa es la ocasión perfecta.
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