¡Se levantó! El pueblo colombiano nuevamente se levantó, y esta vez su paso es de gigante. Este 28 de abril las mayorías acorraladas por la miseria, el hambre, el desempleo, la enfermedad, entre muchas otras inequidades e injusticias, estremecieron los cimientos de un país desmembrado por el terrorismo de Estado, la codicia y los intereses de una minoría oligarca que se lucra con la sangre de los humildes.
El 28A fue el inicio de un paro masivo a lo lago y ancho del país. La voz de los oprimidos retumba en todos los rincones del territorio. Estudiantes, campesinos, indígenas, negros, trabajadores, desempleados, amas de casa, trans, transportadores, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, todos, todos, han salido a las calles, para exigir que se respete el derecho a la vida, incluso a costa de su propia vida.
Ya son más de una decena de muertos, cientos de heridos y desaparecidos; manifestantes desarmados y pacíficos han sido asesinados, amenazados, perseguidos, judicializados, torturados y ultrajados por parte de la gendarmería del Estado, ¡no cabe duda, la oligarquía colombiana es criminal, asesina y sanguinaria!
¿Por qué se levantó el pueblo colombiano? Por todo: una reforma tributaria diseñada para matar de hambre y empobrecer aún más a millones de colombianos; más de 125 masacres según los estudios de Indepaz entre el 2020 y lo que va del 2021; más de un millar de líderes sociales y 272 firmantes de paz asesinados desde el año 2016 bajo el silencio cómplice del Estado; y el saqueo del país que cobra miles de vidas anualmente. Los humildes se levantaron porque no es posible aguantar más atropellos.
El fascismo ha hecho de Colombia el país más desigual del continente según el informe del Índice de Desarrollo Regional para Latinoamérica (Idere Latam), y uno de los más desiguales del mundo. Cada decreto que emite el gobierno va en contra de la dignidad de los colombianos, es una política de empobrecimiento masivo acelerada en época de pandemia, que según el Dane ha desembocado en la terrible situación de más de 21 millones de colombianos que viven en pobreza y más de 7 millones de personas en pobreza extrema, si lo dice el Dane es porque en la vida real las cifras se duplican. Y aun así hay quienes se preguntan ¿y por qué protestan?
A la dignidad de un pueblo el Estado por medio de su fuerza “pública” y paramilitar ha respondido a bala, desde el uribismo fascista se dio la orden de ir a sangre y fuego en contra de cientos de miles de colombianos que se manifiestan día y noche en las ciudades del país exigiendo sus derechos y haciendo uso de su legítimo, inalienable y constitucional derecho a la protesta.
La Colombia insumisa se moviliza por todo el país, Valle del Cauca, Cali, Cundinamarca, Bogotá, Antioquia, Medellín, Pasto, Casanare, Meta, Tolima, Choco, Santander, Cauca, Norte de Santander, Vichada y todos los departamentos del país han parado, se han tomado las calles, han inundado el territorio de dignidad. Eso es Colombia, fuerza, resistencia, valor y coraje.
Por siglos la clase gobernante extrajera y nacional ha usurpado el poder del pueblo, lo ha masacrado, pero los colombianos nunca han dejado de resistir y luchar, a pesar de la política de enemigo interno y tierra arrasada que han impuesto todos los gobiernos de turno hasta los días de hoy.
El paro que inició el 28 de abril es un grito enfurecido contra la oligarquía y sus políticas de muerte. El régimen colombiano debe responderle al pueblo, al mundo y a la historia, por arrasar toda posibilidad real de paz con justicia social, destrozar el espíritu transformador de los acuerdos de paz y transgredir sistemáticamente los derechos humanos de las mayorías.
Pero el pueblo aprende. Sectores, movimientos y organizaciones sociales y políticas han emprendido un camino que no tiene retorno, y es el de la independencia, soberanía, justicia y paz real, completa y con justicia social. El pueblo no necesita permiso para transformar el país, porque es único y legitimo dueño del país y su futuro.