Trump tiene claro sus objetivos y llegó ejecutándolos
Opinión

El proyecto de gobierno de Donald Trump

El problema no es la salud mental del nuevo presidente, que sabe muy bien lo que busca, y se encuentra además perfectamente asesorado

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enero 29, 2025
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Cuando Donald Trump hizo campaña a la presidencia en los Estados Unidos, enarboló una consigna que logró calar en las mayorías. MAGA, Make America Great Again, o hagamos a América grande de nuevo, aclarando, porque es necesario, que, en el imaginario colectivo de ese país, la palabra América se traduce por los Estados Unidos y no por todo el continente. El objetivo es recuperar una nación que ha decaído notoriamente.

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Se afirma que Trump es un hombre arrogante, con algún tipo de problema síquico, incapaz de comprender la realidad de su país y del mundo si no es con la óptica del despotismo, una especie de millonario bárbaro que, con base a una intensa campaña de propaganda, logró las mayores simpatías entre la gente de su país. Una interpretación personalista, que desconoce en absoluto los fenómenos económicos, sociales y políticos en boga.

De hecho, medios alternativos han difundido ampliamente que tanto el discurso como los planes de Trump al frente de la presidencia de los Estados Unidos, se corresponden con el denominado Proyecto 2025, un amplio y sesudo trabajo de varios cientos de expertos en distintas materias ligadas a la política, a cargo de la Fundación Heritage, que colaboraron y aportaron toda su experticia en la elaboración de un programa de gobierno a partir de este año.

Como en las campañas políticas caben todas las modalidades de la astucia, el candidato Trump, en algún momento, expresó sus diferencias con el Proyecto, declarándose ajeno al mismo, probablemente porque hubo una declaración del presidente de la fundación en la que se refirió a una segunda revolución en su país, lo que despertó el rechazo de los demócratas y algunos sectores conservadores, que asociaron de algún modo la declaración con un proyecto violento.

Hoy la totalidad de los analistas reconocen que las medidas que ha puesto en práctica mediante sus órdenes ejecutivas el presidente Trump, se corresponden con lo planteado expresamente por el Proyecto 2025, pero no solo eso. Cada día son vinculados a la nueva administración norteamericana, en cargos importantes, personas que hicieron parte de la elaboración de ese proyecto, para que sean ellas las encargadas de materializarlo en forma precisa.

Así que el problema no es la salud mental del nuevo presidente, que sabe muy bien lo que busca, y se encuentra además perfectamente asesorado. Su tesis central, como lo describe bien la consigna de campaña, es la de que los Estados Unidos se encuentran en un proceso de decadencia como gran potencia mundial, por lo que la tarea fundamental consiste en hacerlo volver al indiscutible primer lugar que logró en el pasado.

Para lo cual se requerirá, en primer lugar, recuperar el poder, que, a juicio del proyecto, se halla en las manos de una extensa y poderosa burocracia asentada en las agencias de seguridad y varias secretarías de estado, conformando lo que se conoce como el Deep State o Estado profundo, el verdadero poder dentro del poder, encargado de mantener una línea de gobierno que termina imponiéndose a la voluntad real del presidente. Todo el poder debe regresar a este.

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La recuperación económica del país es lo siguiente. Y el bienestar de su población original. Claro, la población original es la blanca no hispana, los blancos anglosajones cristianos protestantes o población WASP, perjudicada por la invasión de inmigrantes de México, Latinoamérica y el resto del mundo, a los que Trump llama criminales. La más pacata moralidad cristiana debe ser la regla en todos los sentidos en la sociedad. Dios salvó a Trump para cumplir esa tarea.

Los recursos deben destinarse al desarrollo y progreso del país, por lo cual la asistencia a otros ha de ser reducida al máximo. De allí la posición de Trump con relación a Ucrania y hasta la propia OTAN. Y todos los recortes planteados en materia de bienestar social y ayuda humanitaria. El género, la sexualidad, el aborto y el ambiente, se convierten en temas prohibidos, como los considerados privilegios derivados de ellos.

El proteccionismo económico será la regla, lo cual hace prever conflictos con el resto del mundo en materia comercial, especialmente con China, principal rival de la economía norteamericana. La voluntad de los Estados Unidos se impondrá sin invasiones militares, las sanciones económicas serán la regla. Los demás países se someten o serán ahogados económicamente. Todo eso recuerda el llamado Proyecto del Nuevo Siglo Americano, de finales del siglo XX.

Otro proyecto, a cuya sombra se produjeron las invasiones a Afganistán e Irak, y múltiples injerencias extranjeras, como en Venezuela.  Todo en el marco de la llamada Guerra Antiterrorista, o estás conmigo o haces parte de mis enemigos. Sin embargo, nada pudo detener el declive del imperio. El problema real es muy sencillo, simplemente los otros crecen más y mejor. Será difícil, por momentos insoportable, pero terminará siendo otro estruendoso fracaso, júrenlo.

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