El provocador Jaime Bayly, se la juega de nuevo por Álvaro Uribe

El provocador Jaime Bayly, se la juega de nuevo por Álvaro Uribe

Aunque defiende el matrimonio gay, la legalización del aborto, y la despenalización de la droga, su devoción por Uribe lo tiene entrevistando a sus candidatos

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febrero 18, 2018
El provocador Jaime Bayly, se la juega de nuevo por Álvaro Uribe

En enero del 2014, cuando se enfilaban las baterías para las elecciones presidenciales de ese año, Esteban y Martin Santos buscaron al periodista peruano Jaime Bayly. Lo querían tentar con una oferta para que, durante dos meses, generara su programa político desde Bogotá.  Con su estilo provocador, desparpajado y directo, Bayly llevaba 35 años cautivando público. Los hijos de Santos le preguntaron que a quien iba apoyar en las elecciones y su respuesta les cayó como un baldado de agua fría: “A cualquier otro candidato menos a Santos”. Los hijos del Presidente pasaron un mal rato por desinformados, porque si algo ha sido Bayly desde siempre, es fan del ex Presidente Uribe. Hasta allí llegó la peregrina propuesta.

Jaime Bayly se reconoce vicioso -drogadicto y alcohólico-, agnóstico y confeso bisexual pero apoya conservadores de mentalidad como los Uribistas en Colombia; dice estar seducido por su personalidad y su aire campesino con talante de héroe antiguo; un líder de otra época. Como candidato presidencial en el Perú, aprovechó, eso sí, para impulsar políticas públicas acordes a su forma de vivir en Miami: despenalización de la droga, legalización del matrimonio gay y del aborto. Obviamente no le fue bien; ave de corto vuelo que lo devolvió a su oficio de entrevistador en el Prime time de Mega tv.

Desde su aparición en la televisión peruana hace más de treinta años cuando tenía apenas 18 años, Bayly fue un fenómeno por su estilo provocador, capaz de hacerle perder el control a quienes se sentaban en el banquillo del set. A los 21 se ganó la inquina del entonces candidato presidencial, Alan García, por haberle preguntado en un debate presidencial si era cierto que había sido internado en una clínica psiquiátrica. García nunca se lo perdonó y lo persiguió hasta forzar su exilio a Miami. El cubano anticastrista Carlos Alberto Montaner lo rodeó y el peruano fue armando un arraigo que lo puso a volar. Con su pluma ágil terminó la novela No se lo digas a nadie, publicada en 1994 en la que puso en clave autobiográfica al descubierto su homosexualismo. El eco del escándalo sonó en Lima. Bayly fue encontrando su fórmula de éxito y popularidad. Sabía dónde golpeaba. Entró al mundo de la literatura pisando duro no solo por sus sino por su buen tino a la hora descubrir escritores, como ocurrió con el chileno Roberto Bolaño.

El avance de Hugo Chávez con la ola de gobernantes de izquierda en Latinoamericano lo pusieron en pie de guerra. Volteó a mirar a Álvaro Uribe Vélez, entonces una gobernante solitario en el desierto del vecindario y aprovechó su programa en Frecuencia Latina, con el que regresó al Perú, para hacer evidente su admiración. Cuando en junio del 2009 Residente, el cantante de Calle 13, vistió en la presentación de unos premios una camiseta con el mensaje de Álvaro Uribe paramilitar, Bayly fustigó sin ambages al grupo puertorriqueño. Ese año lanzó su estrafalaria campaña prometiendo acabar con el Perú y ser mejor la primera dama y no el presidente. Llegó su novela La lluvia del tiempo, en la que destapó una supuesta hija no reconocida de Alejandro Toledo, el recién elegido presidente, con lo que firmó su segunda boleta de exilio. Desempacó maletas en Bogotá siendo fichado, con jugosos honorarios, por NTN 24 el recién creado canal internacional de RCN dirigido por la periodista Claudia Gurisatti, con quien sus afinidades políticas eran totales.

Pero no resultó una experiencia feliz. Su afinidad con Uribe no resultó suficiente para acomodarse bien en el set del canal.  Su aire libertario incomodó a la familia Ardila, de tendencia más bien conservadora.  Jaime, con su ímpetu, no tenía problemas en decir al aire que la mezcla de barbitúricos para combatir el insomnio lo había vuelto impotente y que la pasión por la joven escritora Silvia Núñez del Arco, treinta años menor, le había disipado la homosexualidad. El boleto de vuelo tenía un solo destino:  Miami.

Desde allí fustiga, pero en los últimos años no parecía tener a Colombia en el radar. Hasta que se calentaron las elecciones presidenciales y entonces decidió tomar cartas en el asunto, del bando ya conocido. Bayly no da volteretas y sabe para qué es útil su popular espacio. En las últimas semanas pareciera estar en campaña con un propósito: prender las alarmas contra el llamado Castro-chavismo y su amenaza para Colombia.  Entrevistó al ex Procurador Alejandro Ordoñez, al abogado Abelardo De la Espriella con quien socializa en Miami, y a Iván Duque, el candidato presidencial del Centro Democrático. Seguirán otros porque Bayly no está en los medios para permanecer callado.

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