Mahatma Gandhi declaró en una ocasión que “todo derecho que no lleva consigo un deber, no merece que se luche para defenderlo” y es precisamente esta consigna la que todo tipo de ciudadanos, ya sean de clase baja, media o alta, pasamos por alto. No pretendo con esto justificar ni menos ocultar el alto grado de cansancio y repugnancia que me causan los hechos de corrupción que contaminan a Colombia, sin embargo, creo firmemente que en la medida en que exigimos, tenemos la obligación de dar.
Al encaminar esta reflexión a un contexto actual, nos encontraremos con la manifestación de los estudiantes, que si bien poseen todo el derecho a protestar y exigir más recursos por parte del gobierno a las universidades públicas, también tienen el deber de cumplir satisfactoriamente con el propósito no solo de estudiar, sino de formarse como profesionales idóneos en el campo que han escogido y cumplir esta meta en un tiempo sensato. Para ejemplificar lo que estoy mencionando, voy a contarles —sin caer en detalles— el caso de una amiga cuyo hijo estudió en la Universidad Nacional durante 12 años para finalmente no graduarse y no hacer nada con su vida.
Según lo indicado por el diario La República, durante el 2018 se matricularon en Colombia 623.367 estudiantes en las universidades públicas, donde por cada alumno el gobierno destinó en promedio $5,7 millones de pesos. En los en gobiernos anteriores —sí, anteriores, porque si aplicamos la coherencia y hacemos bien las cuentas, nos percataremos que el periodo de gobernanza del señor Duque comenzó hace 4 meses y fue precisamente él el que anunció un incremento de presupuesto para el sector de la educación, a diferencia a las administraciones pasadas— se les exigió a las universidades públicas un incremento de cupos con una variación cercana al 284%, desde 1992, pero sin control o medidas, que contrarrestarán el déficit que hoy se presenta.
Ahora bien, según lo que mencionó el diario Portafolio en su edición virtual del 13 de diciembre de 2010, el 28% de los estudiantes colombianos se graduaron a tiempo de la universidad, mientras que el 32% tardó más tiempo del estimado en obtener sus respectivos títulos. Infortunadamente, la falta de seguimiento al sector de la educación, no ha permitido que estas cifras se actualicen al momento en el que nos encontramos, y que por ende, el gobierno y los ciudadanos que contribuimos mediante los impuestos al crecimiento del país en todos los aspectos, no tengamos un panorama más claro de lo que sucede en este sector.
Así mismo, según lo anunció el periódico El Heraldo y citando las declaraciones del presidente de la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN), Alfonso López, en el 2018 el 47% de los estudiantes colombianos desertaron o abandonaron sus carreras universitarias, ya sea por la preparación recibida en la secundaria, por no estar de acuerdo con la profesión escogida, por problemas económicos o académicos.
Es entendible que la universidad pública es el recurso al que acceden en mayor parte, las personas que no cuentan con los ingresos que se requieren para ingresar a instituciones de educación superior que son privadas, pero no por ello, las primeras deben ser más laxas académicamente que las segundas (universidades privadas), pues ambos sectores están encargados de formar profesionales, técnicos y tecnólogos altamente calificados para nutrir el mercado laboral colombiano.
Lamentablemente a las universidades públicas, el gobierno no les hace un control riguroso, que permita establecer cuántos estudiantes llevan más de 7 años cursando una carrera, para así hacer de la educación un sector eficiente y eficaz, que permita brindarles oportunidades de crecer y salir adelante a quienes sí las buscan y las necesitan. No es admisible que una persona tarde más tiempo que el antes indicado, en graduarse, pues su demora, obstaculiza de una u otra forma, el ingreso a la educación superior de otros individuos. Sin embargo, hay excepciones (y muchas) de estudiantes que si se han esforzado por terminar sus carreras a tiempo, pero la deficiencia de las instalaciones, la carencia en determinadas herramientas, la ausencia de una jornada nocturna, son algunos de los factores que hacen que esta tarea de formarse profesionalmente y en un tiempo sensato a través de la universidad pública, sea todo un desafío. En resumidas cuentas, la culpa unas veces recae en los estudiantes descuidados o vagos y en otra, en el gobierno y su falta de gestión para hacer de este sector, el más productivo, acorde a las necesidades del país.
También es importante recalcar que en la medida en uno da, está en la capacidad de recibir y esto no debería ser un punto o aspecto lejano a los estudiantes de las universidades públicas, dado que si el gobierno y estado están financiando sus estudios, lo que se esperaría es que los alumnos de estas instituciones, promovieran y llevaran a cabo valiosas acciones en pro de la sociedad, proporcionando ayuda en las escuelas estatales, socorriendo a las personas de la tercera edad que habitan en los asilos y en las calles, creando oportunidades e innovaciones que mejorarán la calidad de vida u otro tipo de actuaciones que condujeran al desarrollo de las comunidades y que contarán con el visto bueno y acompañamiento por parte del gobierno.
No obstante, ninguna administración estatal se ha enfocado seriamente en hacer un seguimiento riguroso al sector de la educación, que permita hacer de este segmento, un campo óptimo y acorde al mundo laboral que se vive hoy, ni mucho menos se ha planteado o sugerido la idea de que a medida que el estado financia los estudios superiores, los beneficiados puedan (genial que lo hicieran), con pequeñas y valiosas acciones, contribuir a la evolución de esta sociedad que tanto necesita. Mientras tanto, esperaremos el paro estudiantil del próximo 17 de enero.
En Colombia, el 47% de los alumnos deserta de la universidad
Solo el 28% de los estudiantes se gradúa a tiempo de la universidad
El área construida de las universidades públicas creció 86% en los últimos 13 años
Recursos de la Nación por cada estudiante en universidad pública cayeron 70%