Apenas se abrió la boletería el 2 de agosto para el partido de Colombia vs Argentina, el 10 de septiembre en Barranquilla por las eliminatorias al Mundial, a los 10 minutos era imposible conseguir boleta con tarjeta de crédito, en 8 minutos se agotaron por lo menos las de $400.000, y llegando al cuarto de hora ofertas a la gente de esas mismas boletas, pero a $ 1´700.000. Al parecer los revendedores tienen miles de claves de tarjetas de crédito y en 5 minutos las agotan para después cobrar más del triple.
Pero siempre habrá gente que pague eso, influencers o proyectos de ellos (as) que van al estadio con el único fin de tomarse cientos de fotos y videos para historias de Instagram.
El partido es lo de menos, el futbol es lo de menos, lo importante es mostrar que la camiseta de la selección (oficial, por supuesto) la tienen amarrada a la altura del ombligo para mostrar que tienen el vientre plano, bronceado y” perfecto”. Lo importante es la lluvia de likes, son tan descarados que todas las fotos son de espaldas a la cancha, o sea pagaron el millón setecientos para ver a lo sumo 15 minutos de los 90 que dura el partido.
Ah, el outfit se completa con el sombrero vueltiao y un jean tan destrozado que pareciera que le hubiera pasado un tren por encima.
Otro buen número de boletas son de cortesía para personajes públicos (influencers un poco más exitosos, actores, actrices y políticos) los primeros subirán también historias a Instagram, pero promocionando algún artículo de primera necesidad: Un agua saborizada, una crema dental o una cerveza. Los políticos por su parte tratarán de impulsar antes en redes que la gente grite ¡Fuera Petro ¡y se la pasaran buscando ya durante el partido, público que les haga caso en la consigna para mostrar después videos parcializados, verdades a medias (porque no todo el estadio lo hizo) con el texto: Colombia despertó ¡no más dictadura ¡
Otra vez el partido es lo de menos.
En los conciertos o festivales famosos (Coachella, Glastonbury etc) las quejas son por lo mismo: Influencers acabando boletería para tomarse fotos y videos y dependiendo de la estación (invierno, verano) mostrar y/o promocionar outfits, peinados y se unen para ir juntos y mostrarnos que son una pandilla feliz de amigos.
Otra vez las fotos, pero de espaldas al escenario, otra vez el evento es lo de menos.
Ya hay bandas como Placebo o Tool que prohíben explícitamente en sus conciertos el uso de celulares, lo advierten en entrevistas previas: Gózate el maldito recital, trabajamos duro para ello, y cuando ven a alguien grabándolos lo señalan para reprenderlo.
Es lo mínimo, ¿cuál es la gracia de ver todo un concierto por la pantalla del dispositivo? Está bien un par de fotos para el recuerdo o un video de una canción en específico, pero es lo mismo que viajar y tomarle fotos a todo, se termina paseando en formato pantalla.
Hay que hacer algo con los influencers en eventos públicos, le ocupan espacios, boletería y silletería a otra gente que sí va con el objetivo de gozársela. Maldita plaga.