Si hay algo que envenena y aniquila el estado social de derecho es esa ponzoña inoculada por el servidor judicial corrupto, aunque a veces, del veneno sale el antídoto.
Todo lo que la corrupción le ha hecho a la justicia es nauseabundo. Por ejemplo, el descaro del delincuente Carlos Mattos que compró a servidores judiciales para conseguir una exótica medida cautelar, solicitada, ¡qué casualidad!, por su abogado Néstor Humberto Martinez.
Qué tal lo del exmagistrado Jorge Pretelt cuando trató de convertir la Corte Constitucional en una plaza de mercado en la que se podía seleccionar el fallo judicial, algo que en verdad nos dejó perplejos, o qué tal, descubrir que la Corte Suprema de Justicia, estaba convertida en un sepulcro blanqueado por cuenta del Cartel de la Toga, algo realmente asqueante.
Por fortuna y en contra de todos los pronósticos reservados frente al escándalo de la toga, el antiveneno apareció en su momento a pesar de que la enfermedad del cartel ya había hecho metástasis en la dirección anticorrupción de la Fiscalía General de la Nación, y es que fue precisamente allí, desde donde surgió el remedio.
Así es, el exdirector anticorrupción, Gustavo Moreno, luego de ser capturado y descubierto por la maltrecha justicia, decidió ayudarla para desenmascarar el Cartel de la Toga que, como un depredador sin conciencia, despiadado, insensible y silente, aguardaba desde su trono y con sus togas, esperando su siguiente presa.
En fin, el Dr. Gustavo Moreno batalló hasta que logró devolverle a la justicia una opción para desenmascarar el cartel y volver a darle a la Corte, la confianza ciudadana como fuente a la solución de nuestros problemas sociales, pero antes de su caída y de esa batalla por la verdad, hubo un episodio desconocido por todos en el que gracias al Dr. Moreno, la justicia pudo seguir su curso.
Creo que es hora de contarles un episodio en el que el hoy exfiscal Moreno, obró de la forma como se debe hacer cuando se tiene la autoridad
Creo que es hora de contarles un episodio en el que el hoy exfiscal Moreno, obró de la forma como se debe hacer cuando se tiene la autoridad, pues él, estando en uso de sus funciones anticorrupción en la Fiscalía, un día cualquiera, mucho antes de que se descubrieran sus pecados capitales; tuvo que recibir la queja de un ciudadano que revelaba, cómo el vicefiscal general de la Nación de la época, Jorge Perdomo, obrando como fiscal general encargado, ¡en 25 días! y justo antes de entregar su cargo, aprobó un principio de oportunidad en el que afectaba impunemente a las víctimas de un grave caso de corrupción.
Me refiero a un episodio de corrupción gigantesco en el que el exdirector de sociedades de la extinta DNE, Luis Fernando Sáchica, utilizó su poder para cometer varios delitos con los que injustamente, les arrebataba a varias familias de empresarios en el país sus bienes, para luego entregarlos a depositarios amañados a cambio de una millonaria prebenda.
Cuando la queja del ciudadano llegó al despacho del director anticorrupción y él observó que el principio de oportunidad solo beneficiaba al victimario y que todo ello terminaría en una burla a la justicia, el director anticorrupción Moreno, decidió convocar un comité técnico jurídico al que citó a la fiscal del caso.
En aquella ocasión la fiscal del caso valientemente explicó que las directrices venían misteriosamente de sus superiores y que tampoco compartía el precipitado principio de oportunidad, porque inexcusablemente, la justicia no ganaba nada.
Lo cierto es que, cuando me enteré del comité técnico jurídico, porque el ciudadano de la queja del que les hablaba es quien hoy les escribe; inicié una ardua lucha judicial para que me fuera revelado, pues sin motivo alguno se me ocultaba aquel documento que plasmaba las revelaciones de la fiscal del caso y las posturas rigurosas del director anticorrupción.
Todo mostraba en efecto que el reprochado principio de oportunidad debía caer porque constituía un despropósito a la verdad, así que no debía mantenerse, ni debía prorrogarse, y en efecto, lo logré. Tras muchas batallas en los estrados, el premio para aquel victimario dejó de producir efectos y gracias a ello, hoy, Luis Fernando Sáchica está condenado a 27 años de prisión, cerrándose así, uno de los capítulos más vergonzantes de la corrupción del país.
Cuando Moreno cayó del pedestal de la toga, todos le caímos encima y lo criticamos implacablemente hasta el desespero, tanto, que nada de lo que hubiese hecho bien el exfiscal Moreno, el padre de familia, el esposo o el abogado, pudo rescatarse. Pues bien, hoy es el día, y quiero hablarles de la parte blanca del papel, no del punto negro que más bien parecía un cráter: al exfiscal Gustavo Moreno se le debe la condena de Sáchica y de todos los demás que fueron condenados por ese montaje judicial del año 2010.
¿Por qué ahora no podemos creer que él sí va a hacer el bien para la justicia y para el país con su nuevo rol de litigante?
A la fecha, no conocemos nada de la resocialización del exmagistrado Pretelt y debería ser pública, como público fue el daño que causó. Mucho menos conocemos algo bueno del condenado Mattos, todo lo contrario, solo sabemos que se la pasa de triquiñuela en triquiñuela, en cambio, si lo pensamos, podremos ver con claridad que Gustavo Moreno sí cambió y seguramente, vamos a verlo haciendo cada vez más y más cosas buenas por el país y la justicia, y es que, las segundas oportunidades sí existen, él es la muestra.
@HombreJurista