Cuando se cerraron los fichajes de futbolistas este verano, la chequera de Arabia Saudita daba cuenta de compras por 1.000 millones de euros, unos 1.050 millones de dólares de hoy. Representantes de deportistas recorrieron por Europa y Oriente Medio buscando cómo pones a sus estrellas en los equipos de los jeques árabes.
Y así los futbolistas de los equipos más brillantes del mundo fueron empacando maletas hacia Arabia siguiendo la fila que Cristiano Ronaldo había iniciado en enero. Neymar, Benzemá, Sadio Mané, N´Golo Kanté, Mahrez, Fabinho, entre otros, Steven Gerrard oficiando de nuevo entrenador y Messi como embajador del turismo, en un derroche que refleja la avalancha de petrodólares del reino donde el príncipe Mohamed bin Salmán es el heredero todopoderoso. Uno de los pocos hombres sobre la tierra que es capaz de fijar el precio del petróleo en el mundo con solo abrir y cerrar el grifo de la producción.
Detrás de la mediática operación de fichaje, se dice que está el deseo de Bin Salmán de restaurar la empañada reputación de Arabia Saudí en Occidente. El árabe megamillonario quiere “lavar la imagen con el deporte”. El sportswashing se ha usado también para tapar, entre otras, la aterradora muerte de Jamal Khashoggi, el columnista del Washington Post asesinado dentro del consulado de Estambul después de haberse atrevido a la crítica, y el dudoso respeto a los derechos humanos, los abusos contra mujeres, homosexuales y la libertad de expresión.
Bin Salmán nunca había reconocido el uso del deporte para lavar su imagen y la de su reino. Pero recientemente le dijo muy claro a Fox News: “Si el sportswashing va a aumentar nuestro PIB un 1%, continuaremos con el sportswashing. No me importa cómo lo llamen. Si tengo un crecimiento del 1% gracias al deporte, voy a buscar un 1,5%. Que lo llamen como quieran, pero voy a querer ese 1,5 %".
El príncipe sabía que tenía la carnada perfecta para ser dueño de quien quisiera: el poder y el dinero. Con salarios que nadie más podía pagar con la facilidad con la que él sí, atrajo a Benzema con un contrato de dos años por 440 millones de dólares con el Al Itihad. Se dice que Ronaldo gana 200 millones al año en el Al Nassr. El equipo Al Hilal le ofreció este verano a Kylian Mbappé una oferta récord de 300 millones de euros (330 millones de dólares) al París Saint Germain, pero la estrella francesa no ha aceptado.
En 2021, un consorcio saudí se hizo con el control del Newcastle United, un equipo de la Premier League inglesa, un histórico en apuros, por 391 millones de dólares, y ha tenido éxito. El primer año gastó 126 millones de dólares y salió de la zona de descenso. En el segundo, quedó cuarto y clasificó para la Liga de Campeones, por primera vez en 20 años.
La compra de jugadores y de equipos extranjeros, así como la creación de equipos locales y de torneos en el país y en el extranjero han sido realizados por el propio gobierno saudí. Estos movimientos financieros los hacen a través de dos vías: el Fondo de Inversión Pública (PIF), un fondo soberano que maneja Bin Salmán, con activos superiores a los 700 mil millones de dólares. La otra ruta para las inversiones millonarias es a través de Saudi Aramco, la petrolera más rentable del mundo. La cifra es impresionante: 10.000 millones de dólares gastados en media docena de deportes importantes, reseña The Economist.
El príncipe también metió su dinero en el golf. Fusionó el LIV Golf, un nuevo torneo saudí con el PGA Tour, el principal circuito estadounidense de este deporte. Y no solo se quedó con la idea de hacer el torneo, sino que quiso hacerse con los jugadores del torneo de EE. UU. ofreciéndoles a los mejores jugadores cientos de millones de dólares por cambiar de afiliación.
El heredero al trono también ha invertido sus petrodólares en la Fórmula 1. La petrolera oficial Saudí Aramco no solo es una de las grandes patrocinadoras de deporte a motor. Se realiza un premio en Yeda, ciudad a orillas del mar rojo que es un moderno centro de comercio, y se está construyendo un circuito cerca de Riad en medio de rumores desmentidos de querer hacerse con la Fórmula 1 por 20.000 millones de dólares. Está en conversaciones sobre tenis masculino y femenino y a pesar del clima será la sede los de los Juegos Asiáticos de Invierno 2029.
De lo que no se puede acusar a Bin Salmán es de falta de visión. Y si bien es cierto que es proverbial su vanidad, su deseo de ser el primero entre los países árabes y su rivalidad con Catar que ya hizo mundial de fútbol, su plan con el deporte parece ir más allá. El mundo se está dirigiendo hacia una transición energética y aunque las exportaciones saudíes de petróleo este año serán superiores a 166.000 millones de dólares (16 % del PIB), el príncipe le ha apostado a un plan que llama Visión 2030. Con el que pretende disminuir la dependencia del crudo con nuevas industrias, la incorporación de mujeres al mercado laboral y crear una sociedad más liberal, según dice.
Pero sobre todo, redirigir los 777.000 millones de dólares del PIF hacia otras áreas, entre ellas marcas y tecnología. Y el turismo impulsado por el deporte. Quiere que la Saudi Pro League atiborrada de estrellas, atraiga inversiones y aficionados, hasta 100 millones de visitantes en el 2030.
A pesar de los números impresionantes de inversión en el deporte, comparada con la monumental riqueza petrolera es una bicoca que solo representa el 1,6 % de los activos, en el informe anual del PIF 2021. Además, Arabia Saudí tiene otros recursos aparte del petróleo para hacer crecer la Liga en la que compiten 18 equipos y en la que PIF tiene el 75 % de cuatro de ellos y Aramco uno. Bin Salmán señala claramente "El oro, el fosfato, el uranio y muchos otros minerales valiosos se encuentran bajo nuestras tierras. Pero nuestra verdadera riqueza radica en la ambición de nuestra gente y en el potencial de nuestra generación más joven”.
Esa generación es fanática del fútbol y el 80 % de la población lo practica. Eso facilita el plan de Arabia Saudita y su príncipe Bin Salmán quien se mostró al lado de Gianni Infantino el presidente de la FIFA en el mundial de Catar, de hacer del fútbol es uno de los pilares de su empeño “para convertirse en una potencia mundial de inversiones". Que además le ayude a limpiar la imagen en Occidente mientras Ronaldo, Neymar y Benzemá rompen las redes con sus goles en el desierto saudí y el reino levanta su poderosa mano pidiendo ser sede el Mundial de Fútbol 2034.
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