Uno de los desastres ambientales más graves que ha tenido la humanidad fue el accidente de la planta nuclear de Chernóbil, Ucrania, nación que al 26 de abril de 1986, fecha infausta del suceso, pertenecía a la extinta URSS. Ucrania estaba bajo la férula del partido comunista soviético, responsable de la calamidad, lo que claramente nos va demostrando quién ha sido el principal predador del medio ambiente en el mundo, en donde la estafa comunista del marxismo-leninismo aparece como “líder” no solo por lo Chernóbil, sino por otras realidades incontrastables.
La China, cuyo régimen es una dictadura comunista, es el país más contaminador del mundo, porque produce las mayores emisiones de gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global. El país asiático genera el 30% de las emisiones totales de dióxido de carbono (CO2), que es el doble de lo que produce EE. UU. Cabe recordar que el CO2 es el principal gas contaminador que produce el cambio climático y que mientras China genera 11 mil millones de toneladas de CO2, Estados Unidos, 5 mil millones.
Con lo enunciado anteriormente se demuestra que el marxismo-leninismo en sus diferentes presentaciones es enemigo de la humanidad, un asunto en que los partidos y movimientos ecologistas no se han querido dar cuenta, ya que mucho mamerto funge como ambientalista, ecologista o verde, lo que es un contrasentido. Para asumir una posición en defensa del planeta, primero se tiene que renegar del marxismo o comunismo totalitario, subrayando que el movimiento verde de Alemania, que fue el primero en cobrar relevancia bajo la dirección de Petra Kelly a principios de la década de los 80 años del siglo pasado, antes que conquistar el poder político buscaba defender la vida en el planeta. En cambio para los comunista su obsesión es el poder a cualquier precio, lo que demuestra en sana lógica que marxismo y ecologismo están en las antípodas.
En junio de 2017, Donald Trump anunció el retiro de su país del Acuerdo de París, firmado en el 2015, que busca desarrollar un cronograma de reducción de emisión de gases, comprometiendo a 195 Estados del planeta. La administración Trump argumentó para tomar esa decisión la protección del empleo en su país, ya que ello acarrearía el cierre de empresas, con la pérdida de casi 3 millones de trabajos. Además, señaló que consideraba asimétrico el nivel de compromiso de China y Europa, lo que lo ponía en desventaja. Ahora bien, el retiro de EE.UU. se concretaría en el 2020.
Defensores de la causa de Trump también plantean que mientras China es el quinto país del mundo con el más alto índice de mortalidad como consecuencia de la polución a la atmósfera, EE. UU. es el octavo con más bajos índices de mortalidad por la polución atmosférica, advirtiendo nuevamente que el país asiático es el mayor agente en la emisión de gases de efecto invernadero. Por otra parte, funcionarios de la Casa Blanca han dicho que no solo el CO2 produce el calentamiento global, a ello se agrega la deforestación, la formación de las nubes, los ciclos oceánicos como los fenómenos del niño y la niña, los cambios en el uso agrícola de la tierra, la actividad volcánica, el viento solar, entre otros.
La defensa de la vida en el planeta se pone en riesgo y para no caer en una hecatombe ambiental toda la humanidad orientada por los gobiernos democráticos debe de ser responsable. Sin embargo, para el caso colombiano salta a la vista la hipocresía de algunas personas y organizaciones, que se rasgan las vestiduras con la posición de EE. UU., pero nunca han condenado los casi 5 millones de barriles de petróleo que ha derramado la guerrilla narcomarxista del Eln en 33 años de voladuras de oleoductos, acompañada en su faena ecocida por las Farc.
Pero eso no es todo, a lo anterior hay que agregar que, para la toma del poder y con la farsa de la rebelión, las Farc y el Eln han deforestado miles de hectáreas de bosque nativo para sembrar coca, lo cual produce un gigantesco impacto ambiental, pero para el comunismo totalitario lo que importa es el poder político sin interesar que se tengan que gobernar en un desierto, en un cementerio o en los mismísimos infiernos, Los seguidores del bodrio marxista son enfermizos por conquistar la burocracia estatal eternizándose en ella, creyéndose predestinados para someter y humillar al resto de mortales.
Las voladuras de los oleoductos por parte de la narcoguerrilla han causado más derrame de petróleo que lo del Golfo de México en abril de 2010 y el Exxon Valdez en Alaska en 1989, lo que nos dice a las claras que el Eln y Las Farc han sido grandes predadores del medio ambiente al provocar catástrofes ecológicas de esa magnitud. Atacando la naturaleza se realiza un crimen de lesa humanidad que desde luego afecta enormemente a la población, convirtiendo a esas bandas armadas en enemigas del planeta, ya que arruinan los ecosistemas y contaminan el agua, la flora y la fauna. Esto sin pasar por alto que las enseñanzas marxistas seguidas por los grupos terroristas son “una guía para la acción” y su aplicación práctica también la podemos observar con el crimen ecológico que han producido las voladuras de los oleoductos.
En Colombia frente a la crisis ambiental se tienen criterios selectivos por parte de determinados grupos, porque se mira la paja en el ojo ajeno, pero no se mira la viga en el propio. Por ejemplo, se condena con vehemencia al gobierno de Trump, pero no se conoce el repudio a las acciones terroristas ecocidas del Eln y las Farc (ahora con supuestas disidencias), tal vez porque esas bandas abrazan los dogmas del marxismo-leninismo, que por su carácter supersticioso con aquello del materialismo histórico y la inevitabilidad engañan a sectores ideológica y conceptualmente atrasados que no se han atrevido a abrir los ojos y ver lo que ha significado para la humanidad el engendro criminal y mafioso del comunismo totalitario.
Al senador Gustavo Petro, quien se desgañita hablando del desastre ambiental, no le conocemos un pronunciamiento contundente en contra de los ecocidios cometidos por las Farc y el Eln con las voladuras de oleoductos y la deforestación para sembrar coca. Ello significaría que se le da prioridad a las conveniencias políticas antes que a las razones humanas y que todo lo que tiene que ver con el marxismo cultural se mueve en función de atacar los valores occidentales para derrumbar los principios en donde se fundamenta la democracia liberal.
Hay que ser coherentes con la crisis ambiental que amenaza la vida en la tierra, condenando el terrorismo ecocida practicado por las Farc y el Eln en Colombia. También hay que condenar la actitud irracional de las dictaduras comunistas ante el calentamiento global, quedando patentado que el marxismo-leninismo es el principal predador del medio ambiente en el planeta.