Es perentorio encontrar un candidato a la presidencia para el 2022 que contribuya a trascender este tipo de política de confrontación en la que está enfrascada Colombia y que tanto daño le ha hecho a la democracia y a la consolidación de un modo de liderazgo más allá de los caudillismos.
Un candidato que esté más allá de las demandas de esas empresas electorales en las que se han convertido los partidos políticos, los cuales terminaron especializándose en negociar contratos y puestos, distanciándose totalmente de sus principios estatutarios y de la voluntad popular de sus colectividades.
Un candidato tan respetable por sus acciones y su trayectoria, que no pueda ser "manoseado" por esas fementidas estructuras electorales en las que los congresistas imponen su voluntad y no ofrecen oportunidad alguna al nuevo país que espera desde hace mucho la Colombia decente, y no aquella Colombia que vota por lo que digan los caudillos o caciques electorales.
Un candidato de tanta estatura que pueda no solo sea reconocido en Colombia como un hombre capaz e impoluto, sino de una aceptación internacional tal que los demás candidatos se vean obligados a adelantar un debate presidencial en el 2022 con base en programas y no en inútiles enfrentamientos fundados en acusaciones, demandas y descalificaciones, como ha venido sucediendo entre uribistas, petristas y farcsantistas, entre los que dicen ser derechistas e izquierdistas, entre los que afirman o niegan el castrochavismo, pero que a la hora del té solo forman parte de una triste estrategia que deja gran parte del electorado en manos de dos o tres caciques que terminan alimentando su poder por cuenta de "los idiotas útiles" e "idiotas inútiles" que defienden este modo absurdo de hacer política.
Un candidato, de ser posible, de la talla de un Luis Alberto Moreno, que no solo sea reconocido en nuestro país, sino que conozca, como ningún otro, el círculo de la gran política internacional. Un candidato como Luis Alberto Moreno, que haya sido un compatriota siempre dispuesto a servirle a Colombia, como lo hizo cuando estuvo de presidente del BID, pero que, por encima de todo, nunca haya sido cuestionado y tenga los cojones para no dejarse "manosear" por esas perniciosas estructuras electorales ensambladas en los negocios de muchos de nuestros congresistas y de unos caciques electorales que por herencia han desfondado social, política y económicamente a Colombia in sæcula sæculorum. ¡Un candidato por el que podamos votar todos los colombianos con la tranquilidad de que no nos va a atracar!