El presidente Iván Duque, tras la prolongación del aislamiento obligatorio hasta el 27 de abril, se encuentra en una enorme disyuntiva: cuidar de la salud de 50 millones de colombianos y los migrantes, o permitir que el país se precipite al abismo por una recesión económica. Lo que preocupa es que se incline por la segunda vía al levantar la cuarentena en las próximas dos semanas.
Las presiones del sector económico son enormes. El segmento que le ayudó a llegar al poder, siente que el estancamiento financiero es agudo, que pronto entrarán en cesación de pagos, las medidas planteadas no mitigan su realidad y que el panorama ensombrecido no se prevé cercano al cambio ya que de acuerdo con Kristalina Georgieva, quien se encuentra al frente del Fondo Monetario Internacional, lo que se avecina es una recesión mucho mayor a la de 1929.
La presidenta de la Asociación Colombiana de Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi), Rosmery Quintero, advierte que los créditos ofrecidos por la banca son a muy corto plazo y corren peligro 7 millones de los 17 millones de empleos que generan. Piden al gobierno nacional recursos para pagar nóminas.
Por su parte, el Departamento Nacional de Planeación admitió que el aislamiento llevará a la eventual pérdida de 11.5 millones de empleos. Palabras más, palabras menos, más miseria.
Como siempre y con las perlas que le caracteriza y con las que siempre golpea a los más necesitados, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, anunció que, concluida esta fase crítica, será necesaria una nueva reforma tributaria. Es decir, la clase media deberá soportar sobre sus hombros la crisis. En otras palabras, al caído, caerle, como reza un dicho popular colombiano.
Los brotes de desespero han llevado a que, en varias ciudades y municipios, comenzando por Bogotá, las personas quieran entrar a saquear los negocios. Son aquellos que no tienen empleo y sienten que la hambruna toca a sus puertas. Ya se cansaron de colocar trapos rojos en las ventanas y puertas de las casas que habitan para pedir ayuda gubernamental, que por ser tantas las necesidades, nunca llega.
Los días pasan y esta pandemia que tomó al mundo entero por sorpresa agudiza la crisis económica de un país como Colombia, donde la base de desempleados crece cada día más y el nivel de desespero es tal que hasta los ricos y empresarios no soportan más y están pidiendo ayudas al gobierno nacional.