Un hombre excelentemente bien preparado para este menester, inteligente, brillante, decente; con una hoja de vida limpia y sin mancha; con valores de crianza sólidos y axiológicos, inculcados desde niño, permitían establecer sin lugar a dudas que era la mejor opción que tenía Colombia para la presidencia de la República; misión que no podía confiársele a un alucinado fanático, irresponsable con pasado criminal, que de manera aventurera e incierta nos hubiera sumido en la miseria y la polarización extrema. Había mucho en juego; la estabilidad jurídica y política, la democracia, la institucionalidad, la paz y la concordia. La manera serena del presidente de gobernar; equilibrada, independiente, ponderada, sin aspavientos desbordes y excesos; oyendo, conciliando y no imponiendo; no puede considerarse como rasgo de debilidad o falto de mando y carácter; por el contrario, sigiloso, pensante, frío y metálico mueve el ajedrez político de manera certera, cada movimiento sopesado de manera responsable busca crear efectos saludables en su pueblo y el bienestar de los Colombianos, su buena fé, no tiene discusión, ha sufrido ataques arteros y mal intencionados de muchos de los antiguos sectores y adeptos protegidos del anterior gobierno, entre fuerzas políticas y medios, prosternados, que perdieron la dignidad e imparcialidad, poco a poco sus enemigos caen en sus propias trampas y redes. Rodeado de un excelente equipo asesor y técnico, además del militar, no desconoce la escalada terrorista que se avecina, la toma Bolivariana y los planes del Chavismo, y su grupito de Comunistoides criollos y tropicales; la expulsión del señor Carlos Manuel Pino García de nacionalidad Venezolana, quien además de pertenecer al movimiento de la Colombia “Humana”, venía ejecutando acciones para desestabilizar el gobierno y violentar la soberanía, demostró que el presidente Duque, conoce la situación política del país…¡Que una cosa es ser decente y democrático, y otra muy diferente, es ser ¡huevón¡