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La historia puede ser injusta a la hora de clasificar para la memoria de los pueblos, pero entroniza. A Belisario nadie lo pudo ni lo podrá desligar de las tragedias de Armero y del Palacio de Justicia. Y lo clasificaron como el presidente de esas dos situaciones tan mal manejadas no porque la Justicia lo haya condenado sino porque quienes vivimos aquél momento esquematizamos su realización dentro de la atonía e irresponsabilidad conque se manejó. Lo mismo va a pasar con el presidente Duque y los 100.000 muertos donde llegamos ayer por la pandemia. La Justicia no lo va a acusar ni a juzgar ante las instancias constitucionales por sembrar una peste que nadie sabe siquiera donde nació. Es la historia la que ha ido entronizándolo como el dueño y responsable del período donde se murieron 100.000 compatriotas, o quizás de muchos colombianos más, al paso que van las cifras.
La inhabilidad y sorpresa con la cual manejó desde el primer momento la pandemia, nadie la discute. Haber decretado la prisión domiciliaria para los que despectivamente llamó abuelitos. Haberse negado a cerrar el aeropuerto El Dorado por donde estaban entrando a chorros los infectados que regaban la peste por todo el país. El haber decretado el confinamiento total del país, cuando todavía no había muertos en las cantidades que ahora tenemos, ahogando por arrastre la economía. La manera torpe y quizás mentirosa como se nos dijo que ya tenían las vacunas y en pocos días se comprobó que apenas las estaban negociando.
Todo eso, gota a gota, semana a semana, terminó por derrumbar la credibilidad en el gobernante y desvirtuó el poder presidencial. Pero, muy especialmente, el desgaste de la figura rectora que el país esperaba de su presidente se fue desmoronando día a día con el magazín de televisión que se inventó, en donde nunca dijo nada, no informó lo que la gente quería o necesitaba y menos que pudo orientar desde allí a un país desesperado. Tal vez por ello, el mentado magazín se acabó de la noche a la mañana en medio del paro, sin que nadie lo reparara.
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El covid se podía domeñar de otra manera, no echándonos al despeñadero donde, para acabar de completar la insensatez, hemos caído desde el 8 de junio
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Por todas y cada una de esas razones, desde ayer, Duque es y será de aquí en adelante el presidente de los 100.000 muertos. El dolor de las 100.000 familias a quienes les prohibieron atender a sus agonizantes en las UCI y les negaron la opción de realizar el rito funerario, sirve para no olvidarse de quien manejó esta crisis tan equivocadamente ,despilfarrando su poder de mando presidencial y abusando de la paciencia de un pueblo que aprendió que el covid se podía domeñar de otra manera, no echándonos al despeñadero donde, para acabar de completar la insensatez, hemos caído desde el 8 de junio, cuando reabrió totalmente la nación para dizque reactivar la economía pero sacrificando la salud de quien sabe cuántos miles más que podremos morirnos.