Si renaciera Juan Domingo Perón, aquel personaje nacido en 1895 y ya obviamente fallecido, si renaciera, repito, y hoy tuviera 40 años y se lanzara a las elecciones presidenciales argentinas, creo casi que sin dudas que se convierte en un lugar común decir y afirmar que gana la presidencia por mayoría aplastante así se lance con las banderas kirchneristas.
Pero el caso de Perón es excepcional.
¿Qué tal si Simón Bolívar se lanza a la presidencia en estos países bajo el mismo caso hipotético? La respuesta la vemos con nuestro país vecino en donde el candidato fue un alter ego.
Si hacemos el mismo examen con el caso alemán y ponemos a Hitler de ejemplo, o al Benito italiano o el Franco español, en estos tres casos resulta aleccionador que perderían las elecciones así su contrincante sea el mismísimo Cantinflas. Obtendrían veintiocho mil votos de jóvenes rapados y siete mil de ancianos que no se han dado cuenta que el mundo pretende ir hacia adelante.
¿Qué a dónde voy?
A que tal vez los países puedan haber aprendido que los extremos no son buenos, ni por el lado de allá, ni por el lado de acá, aunque debemos tener siempre presente que toda regla tiene su excepción.
¿Y será el caso de Donald Trump una excepción, será que los norteamericanos eligen como presidente y por primera vez en su historia a un locato de este calibre?
Tal vez lo intrigante de Trump es que se caracteriza por algo que leí de un excelente artículo publicado por Samuel Whelpley en el bien agradable portal El diablo viejo. Y ese algo no es una cosa diferente a lo impredecible que resulta el personaje.
Samuel resalta lo siguiente: “Tal vez el mayor inconveniente que él tiene es su ideología, un sancocho de ideas agrupadas bajo un lema simpático, y la promesa de hacer lo necesario. Así por ejemplo, se declara proteccionista, en un partido que es favorable que a los tratados de libre comercio. Tiene opiniones muy moderadas en temas como el aborto o el matrimonio igualitario, en oposición a las que en teoría tienen sus copartidarios. En muchas cosas tiene posturas más demócratas que la misma Hillary Clinton. Fue, de hecho, uno de los candidatos republicanos que apoyó a Obama en su apertura con Cuba. Es todo un enigma.”.
No creo que Trump logre ganarle a Clinton,
más bien creo que la ventaja de la demócrata
será abultada y notoria
No creo que Trump logre ganarle a Clinton, más bien creo que la ventaja de la demócrata será abultada y notoria, aunque quedan dudas inquietantes al leer otro párrafo de este buen analista barranquillero: “Tal vez lo peor que pudiera decirse de Donald Trump es que es impredecible. Su fortaleza no es escuchar o negociar, que es en lo que consiste en gran medida la política. Él cree que lo sabe todo y tiene la respuesta correcta para todo. No oye razones y asume que la política es despedir a un aprendiz con la famosa frase de su reality: “¡You are fired!”. Y si eso no funciona, de seguro lo resolverá a ‘trumpadas’. Todo en nombre de su “América”.”.
Pero dejando de lado el profundo escrito de Samuel Whelpley, vuelvo a la duda inicial. ¿Y si pasamos el tema al caso colombiano, será que acá votamos por gran mayoría por un personaje de extrema aunque fácilmente predecible como el hoy procurador Ordóñez?
Y me cuesta decir que si Ordóñez se llega a unir a personajes siniestros del partido de la U, otros pocos de Cambio Radical y su propio Partido Conservador, tendremos la triste noticia que un personaje de las extremas llega a la Casa de Nariño.
¿Y lo peor? Que no es impredecible, es perfectamente predecible y lo triste es que gran parte de sus ideas decimonónicas las comparten sus compatriotas.
Y hablando de…
Y hablando de asuntos predecibles, resulta irónico que si la paz de blablablá Santos no se firma, que es lo que parece que ocurra viendo lo oscuro de todo, todas las discusiones creadas incluyendo la presente no pasan de ser grandes tonterías.
Así como predecible fue el comentario de la valiente senadora Claudia López cuando afirma: “¿En qué consiste las resistencia civil del uribismo?, ¿en que los colombianos les paguen porque se roben la plata, se la embolsillen y no trabajen?, ¿eso es a lo que los uribistas llaman resistencia civil, robarle más plata a los colombianos? ¡Por favor!”.