Carlos Gómez, director de Cineminga, ha presentado hace apenas unas semanas en el programa “Lima” que en taiwanés quiere decir “mano”, del canal Taiwan Indigenous Television (TITV), la primera parte de la serie documental: “El Precio de Una Mochila” en donde se muestra la cruda situación que enfrentan las mujeres Wayuu artesanas.
Por primera vez las mujeres Wayuu artesanas han perdido la pena o el miedo para hablar ante las cámaras y han hablado sobre como llegan compradores de todo el mundo a pedir rebaja sin conocer el valor real de su trabajo. Mientras tanto, sus obras de arte que, alcanzan un número casi infinito como la forma en espiral en que las mochilas son tejidas, se popularizan cada vez más en los escenarios nacionales o internacionales y se alcanzan a vender por cifras escandalosas que develan la realidad de que los niños y las niñas Wayuu, no solo mueren de hambre y sed sino también porque han sido forzados a permanecer en un eslabón de la esclavitud de estos tiempos.
Muchas personas, especialmente intermediarios, justifican el hecho de que el boom de las mochilas, ha ayudado a las mujeres Wayuu a trabajar y que al ser ellas mismas las que establecen los precios, no son empleadas de nadie, sin embargo, la demanda implícita en la cadena del mercado no es una ayuda, sino más bien una imposición de precio que se paga a las artesanas, lo que hace que las condiciones de trabajo solo sean comparadas con la esclavitud de nuestros tiempos en donde para cubrir la demanda, las mujeres Wayuu, como se muestra crudamente en el documental “El Precio de una Mochila” , deben ingeniárselas para producir rápidamente a fin de ganar solo por volumen de venta, algunas miserias que no logran cubrir ni siquiera los costos, ni mucho menos, el tiempo invertido en cada creación.
La página http://www.antislavery.org menciona acerca de la esclavitud moderna lo siguiente:
“A millones de mujeres, niños, niñas y hombres de todo el mundo se les obliga a vivir como esclavos. Si bien a esta explotación a menudo no se le llama esclavitud, las condiciones son las mismas. A las personas se les vende como a objetos, se les obliga a trabajar por salarios irrisorios o sin salario, y viven a merced de sus "empleadores".”
Para este caso, no hay empleadores, sin embargo, niñas y niños que antes debían pastorear o recolectar alimento, mientras aprendían sus usos y costumbres: tejen manillas; hombres jóvenes, adultos y ancianos que antes debían construir las casas o sembrar en temporadas de lluvia además de cuidar los reservorios de agua, entre otras muchas actividades, ahora: tejen. El mercado, ha obligado a trabajar a la población Wayuu, especialmente la más vulnerable, por pagos insultantes a su trabajo. ¿No son estas condiciones de esclavitud moderna?
Al no recibir un pago digno por su trabajo, las condiciones en las que las mujeres Wayuu deben hacer frente a la vida, las mantiene en el peor lugar de la cadena de consumo, de manera que el tema de las artesanas además de ser una cuestión de dignidad, también lo es de derechos. Esto, ya que una mujer Wayuu artesana, debería recibir por su trabajo no un pago justo -- por que el discurso del comercio justo se queda en los eslabones de compra--, sino, un pago digno en donde re reconociera, además, lo equivalente a un salario mínimo colombiano vigente, en condiciones de igualdad a las de cualquier persona. No basta solo con pagar el valor que una mujer wayuu artesana pide por su trabajo, ¿Por qué no pagar más envés de pedir rebaja?
A toda esta situación se suma el hecho de que si bien han sido desmentidos los rumores acerca de la máquina fantasma que hacía mochilas “meidin Medellín”, es cierto que la situación no solo se refiere al precio de la mochila, ya que también existen muchas fachadas – y digo muchas, porque no todas son fachadas-, de tiendas online que ofrecen mochilas que no están relacionados con los procesos que publican sobre las artesanas y que les ayudan a vender sus productos. Aquí, es preciso tener en cuenta que no se pone en tela de juicio el libre mercado de las mochilas, se pone de precedente el tema relacionado al respeto por la dignidad de las costumbres, tradiciones y herencias de todo un pueblo como el Wayuu y sus derechos.
Las mochilas Wayuu se han convertido en un “must have” durante las temporadas de moda en los últimos años, pero me pregunto si Katy Perry, Kourtney Kardashian, Alessandra Ambrossio y hasta Shakira y Sofía Vergara, saben quienes han sido las artesanas, con rostros, con nombres y apellidos, que han tejido las mochilas Wayuu que lucen en las fotos de los paparazzi y que sirven de propaganda para la gran cantidad de tiendas en el mundo que además de venderlas, llevan el nombre Wayuu junto al discurso de las “ayudas” a las mujeres Wayuu.
Si verdaderamente todas las tiendas y negocios que venden mochilas Wayuu estuvieran “ayudando” a las mujeres Wayuu artesanas, no habrían muerto miles y miles de niños Wayuu por hambre, porque las mujeres Wayuu invierten lo que ganan en sus familias y comunidades. Vean el documental y juzguen ustedes.