Algunos pagamos un precio, de hecho vivir tiene un precio, soñar tiene un precio, olvidar tiene su precio, amar tiene su precio. Pero no existe el inaguantable precio de la ingenuidad...
Esa ingenuidad en la que pagas el precio por vivir, cuando se vive se paga en cada decisión y cada decisión da el resultado de una consecuencia, y esa consecuencia, una dicha o un dolor.
Esa ingenuidad en la que pagas un sueño hecho en sufrimiento, y te rodea una burbuja sorpresa, pero a la vez sádica que desgasta tu realidad, y esa realidad amordaza tus sentidos, y tus sentidos se entretejen en la razón y el corazón.
Esa ingenuidad en la que pagas el olvido de tus huellas adjuntado en el pasado, y lo más cercano es el perdón, porque tenemos la opción de pagar una multa por el rencor o saldar los remitentes que cruzan en el camino.
Esa ingenuidad en la que pagas por amar a conciencia limpia, en la que un acto lleno de intensiones poco morales te facilita la situación, pero no queda más que agregar que si amas de manera genuina, ese amor no precio, aún que se juegue la lealtad y el compromiso social de tu mente, hay cosas que no tienen precio...
¿La ingenuidad tiene precio?