El pasado 19 de noviembre se llevó acabo la consulta liberal, a la cual los colombianos teníamos derecho a asistir para elegir al próximo candidato presidencial del partido liberal. Dicha disputa confrontaba por un lado al exministro del Interior Juan Fernando Cristo y a Humberto de la Calle, el líder de la mesa de negociaciones con las FARC. La consulta les costó a los colombianos 40 mil millones de pesos.
En la jornada electoral se registraron un total de 735.957 votantes, es decir, participó el 2,12% de la población habilitada para votar, la cual es de 35 millones de colombianos. El resultado favoreció a Humberto de la Calle, quien obtuvo 360.658 votos, frente a los 324.777 de Cristo. Es decir, cada voto tuvo un valor de más de 53.725 pesos.
A lo largo de la semana diferentes personalidades se han referido al elevado precio que tuvo dicha consulta con relación a las pocas personas que asistieron a las urnas y también a la escasa credibilidad que tiene actualmente el partido liberal. Por ejemplo, el experto en temas políticos y periodista Hassam Nassar, se pronunció por Twitter manifestando que: “Conclusión: que alguien por favor me explique cómo un partido político que no es capaz de sacar el 2% de colombianos a votar, ha gobernado en posiciones clave y ha negociado el futuro de Colombia en los últimos 7 años”.
Bien es cierto que Cristo y de la Calle pudieron haberse puesto de acuerdo para definir el candidato que representaría al Partido Liberal en las próximas elecciones presidenciales, evitando así el gasto de tan millonaria suma de dinero. Además, de la Calle se hubiera ahorrado las ofensas de los uribistas, quienes hasta el día de hoy pronuncian que es el candidato de las FARC.
Si bien las cosas pudieron ser de otro modo, es obligatorio rescatar la importancia que tiene en la democracia privilegiar el derecho que tienen los ciudadanos a elegir en las urnas. Igualmente, esta polémica no se debe centrar en el monto que llevó realizar dicha consulta, (ya suficiente se han pordebajeado como para hablar únicamente de billete), sino también se debe hacer hincapié en la falta de responsabilidad que tenemos como colombianos frente al derecho que poseemos de ejercer el voto. Más allá de los gustos políticos sea liberal o no, el elegir a uno de los futuros candidatos a la presidencia, también posee importancia.
Tocando el tema del derecho al sufragio mi mente se transporta al pasado 2 de octubre, (el mejor ejemplo para demostrar la indiferencia colombiana) cuando en el Plebiscito por la paz un 62,59% de personas habilitadas para votar, decidieron no acudir a las urnas. Para mí aquella acción popular, la más importante de la historia del país.
Es más relevante aplicar y defender el derecho que tenemos los colombianos a votar, en lugar de darle tanta trascendencia a temas netamente monetarios, que en realidad son necesarios para permitirnos un sistema democrático del que tanto nos quejamos y poco participamos. Si de abstención se tratara el precio de la democracia perdería su riqueza.