Es bien sabido -o por lo menos eso afirman los encuestadores- que lo que determina las probabilidades de salir elegido un candidato no es el número de personas que dicen votarían por él sino el tope que marca la cantidad de aquellos que de ninguna manera lo apoyarían.
También es usual que buena parte de los votos que conseguiría no solo dependen de su carisma o sus ‘programas’, sino aún más de los respaldos que tenga o grupos que represente.
Entre estos últimos se pueden contar partidos, clientelas o individuos; en estas elecciones parecen tener poco peso los primeros (solo Humberto de la Calle se inscribió por un partido) mientras que los últimos parecen tener un peso inusual.
Con estas premisas es interesante adelantar un análisis de esos respaldos o la identificación con ellos ya que cumplen la doble función de ser sus promotores y el lastre que obstaculiza su posible triunfo.
Etapa de consulta:
Iván Duque tiene a Álvaro Uribe: gana los votos de los adeptos a ese líder pero es probable que desde la consulta muchos de quienes rechazan los métodos usados bajo la ‘seguridad democrática’ o le temen al temperamento y maniobras del expresidente votarán por Marta Lucía para impedir su avance. Cuánto de una votación es endosable y cuánto la animosidad contra Uribe movilizará un voto alternativo se sabrá entonces.
Marta Lucía es la candidata más ‘independiente’ en cuanto es asociada con el nombre de Andrés Pastrana quien es una figura inocua, tanto que no aporta ni quita nada. El no depender de nadie es su fortaleza, pero al mismo tiempo su talón de Aquiles pues no cuenta con organización suficiente para oponerla a la fanatizada uribista. Depende más del antiuribismo que de ella misma.
(Como aquí se discurre sobre candidatos con posibilidades, Ordóñez no merece comentarios).
Primera vuelta:
Si es Iván Duque se repite lo anterior; si pasa Marta Lucía ‘morder’ en las otras campañas captando el ‘voto en contra’ de ellas.
Humberto de la Calle intentó inicialmente apostar a su vinculación con el Gobierno presentándose por firmas como el representante de un segundo plebiscito por el Sí. Aparentemente entendió que la identificación con un gobierno tan desprestigiado no era una buena carta pues después juega a que consigue los votos del Partido Liberal. Pero el liberalismo tiene un rechazo total a lo que está en manos de César Gaviria; es claro que el asociarlo al nombre del expresidente es más lo que aleja que lo que aporta y no solo entre los aún afiliados al Partido sino entre los que se oponen a sus propuestas neoliberales y sus maquinaciones ilegales. Por otro lado, quienes reconocen que no sería títere del ‘Director del Partido’ pueden encontrar en su asociación con Clara López un exceso de izquierdismo. Aquí también respecto a ambos respaldos dependerá de cuánto es endosable y cuanto enajenan votantes, aunque en ambos casos probablemente sea más lo segundo que lo primero. En todo caso las posibilidades de pasar a segunda vuelta parecen escasas.
Quienes reconocen que De la Calle no sería títere del ‘Director del Partido’
pueden encontrar en su asociación con Clara López
un exceso de izquierdismo
Vargas Lleras cuenta con la maquinaria que ha montado con su partido Cambio Radical. No tiene ‘padrinos’ pues logró posicionarse como si no hubiera sido durante los 8 años del gobierno de Santos su prácticamente designado sucesor. Por ser una maquinaria ‘clientelista’ puede darse ese lujo, pero el mismo hecho de ser su respaldo de ‘profesionales de la política’ podría producir más opositores que seguidores. Además los cuestionamientos a varios de quienes lo apoyan no permite saber si el hecho de no presentarse a nombre de su Partido borre el rechazo que ello genera.
El apoyo de Petro es solo él mismo; ni cuenta ni depende de terceros o de clientela. Su fuerte y su lastre es ser el candidato contra el establecimiento, lo cual atrae pero al mismo tiempo polariza las fuerzas de ese establecimiento en contra. Lo que hoy se ve es una venta por parte de éstas de los peligros que él podría representar, mostrando además una terrible gestión como alcalde. Lo que se medirá es cuánto convencen al electorado que ese candidato es un diablo y un incapaz, o cuánto puede él presentarse como una opción sería y fundamentada y no como un ególatra con grandes habilidades.
La promoción de Fajardo por parte de Robledo y Claudia López
no le aporta clientelas
pero sí algo de la opinión de quienes los siguen
Otro con opción de pasar a segunda vuelta es Fajardo. Él mismo se definió como ‘ni, ni’, y le ha traído dividendos. Su promoción por parte de Robledo y de Claudia López no le aporta clientelas pero sí algo de la opinión de quienes los siguen. El Polo no tiene electorado aunque su vocero es individualmente considerado como el mejor congresista, ajeno a la politiquería con seriedad en sus posiciones; pero es también el más radical de los miembros de la izquierda; no se sabe cuánto da y cuánto quita. Claudia López trabaja solo sobre las emociones -nunca argumenta o desarrolla nada- pero esa estrategia despierta tantas a favor como en contra; no es ella definitoria, ni se sabe si suma o resta. Esa candidatura buscó imagen con Mockus bajo el supuesto que la opinión lo ve como el ‘educador’ que proclaman los medios, pero es posible que para buena parte del electorado es más un gran paquete chileno, que no mejora sino quita seriedad a esa campaña.
Pero el importante voto en contra -si se le reconoce el significado que tiene- será el de la abstención.