Se usa mucho la frase proverbial “Las apariencias engañan” y esa frase no es ni metáfora, ni eufemismo, es la definición directa y sin rodeos para describir lo que hay detrás de bonitas frases o de ropas lujosas.
Que el presidente Duque se muestre conciliador, conversador y que sus ministros reciban a los trabajadores y a sus sindicatos en sus despachos y hagan alarde de eso, no significa nada, por el momento son meras apariencias. Uribe ostenta el récord de reuniones con los líderes sindicales, y al final, siempre nos jodió y nunca dejó de estigmatizarnos.
Si es verdad que Duque quiere alcanzar un acuerdo con los trabajadores y sus organizaciones debe hacer varios gestos y no solo inaugurar un congreso sindical. Gestos que deben ir mucho más lejos que el ambiguo proyecto de Uribe para “aumentar” el salario mínimo y que resultó ser una cortina de humo para acallar el rechazo generalizado a las propuestas de reforma tributaria del ministro Carrasquilla. El gobierno sigue creyendo que el salario mínimo colombiano es uno de los más altos del continente.
El Estado, en cabeza del nuevo presidente ya sabe, desde hace años, lo que tiene que hacer en materia laboral. No solo porque se lo digamos insistentemente los trabajadores y sindicatos, sino porque el concierto internacional así se lo exige. Sin ningún avance normativo en ese sentido, esas reuniones no dejan de ser populismo vacío.
Recientemente, Duque asistió al congreso de la CGT y allí anunció que por primera vez en la historia del país el presidente de la República iba a asistir a una reunión de la Comisión de Concertación de Políticas Laborales y Salariales. Ojalá llegue con el paquete de proyectos de ley y reformas que, desde hace rato la OIT, los Estados Unidos, la Unión Europea, la OCDE, el movimiento sindical internacional y los trabajadores colombianos hemos venido exigiendo que se acuerden y que además le meta su maquinaria en el Congreso para convertirlas en normas obligatorias. ¿Lo hará?
A ver, recordemos. Primero, el sindicalismo necesita que se discuta una reforma sindical que desarrolle los principios de representación y representatividad y limite la dispersión y atomización sindical. Que también sirva para fortalecer el sindicalismo y crear la negociación colectiva por rama.
Segundo, el país necesita que se restrinja y se combata con firmeza la tercerización laboral ilegal. Si bien es cierto la Constitución Nacional permite este fenómeno, una ley que extienda la solidaridad laboral a todas las actividades tercerizadas y señale que los trabajadores tercerizados deben tener los mismos salarios y derechos que los trabajadores de la empresa beneficiaria, sería un gran avance.
Duque dijo en el congreso de la CGT
que el Estado no tiene la capacidad de formalizar y eso es falso.
El Estado es el que más terceriza y más atenta contra los derechos laborales
Duque dijo en el congreso de la CGT que el Estado no tiene la capacidad de formalizar y eso es falso. Es el Estado quien más terceriza y más atenta contra los derechos laborales, y eso depende de él. Basta recordarle los falsos contratos sindicales a través de falsos sindicatos que hay en el sector salud. Aberrante.
Duque igualmente dijo que era un convencido del nuevo modelo empresarial, ese que les da a los trabajadores participación de sus utilidades y asientos en las juntas directivas de las empresas. Ojalá empezara a materializar eso en Ecopetrol, la primera empresa estatal y donde hace años venimos pidiendo participación en las decisiones que nos afectan e incidencia en el rumbo que debe seguir la empresa, para poder proteger el patrimonio del pueblo colombiano.
Duque debe eliminar sin vacilación los pactos colectivos, al menos donde hay sindicatos. Existe suficiente evidencia empírica que muestra que esa herramienta es abiertamente antisindical, impide el nacimiento o crecimiento de las organizaciones sindicales y las recientes sanciones impuestas por el Ministerio no han sido suficientes.
El gobierno debe coadyuvar el proyecto de ley que cursa en el Congreso para reglamentar el artículo 56 superior de la Constitución sobre el derecho de huelga, es necesario equilibrar las relaciones laborales en el país. Eso fortalece la democracia y la lucha contra la desigualdad social que protagonizan los sindicatos, y evidentemente mejoraría la productividad.
El gobierno debe presentar a consideración del Congreso un estatuto del trabajo como lo ordenó el constituyente de 1991. Un estatuto del trabajo con los principios que en la carta superior se señalan pero que además recoja toda la doctrina internacional del trabajo para modernizar las relaciones laborales.
Duque debe ratificar los convenios internacionales del trabajo a los que se ha comprometido el gobierno desde hace años y acoger las recomendaciones de los órganos de control de la OIT. También debe establecer en el país un recurso judicial similar a la tutela pero para atender las conductas por discriminación antisindical.
El gobierno debe mejorar la inspección laboral no solo en el sector urbano sino en el sector rural, para proteger el empleo y los derechos laborales y de paso mejorar las condiciones de trabajo de los inspectores conforme a los principios internacionales que rigen la materia.
Duque y el gobierno ya saben qué es lo que se tiene que hacer en materia laboral, las reuniones y los discursos son muy buenos, pero como ya dijimos, sin un gesto concreto, todo será populismo, populismo laboral al mejor estilo de Duque y de su presidente eterno. Mientras los empresarios sigan obteniendo del Estado más desregulación, más impunidad laboral y menos vigilancia, la situación de los trabajadores no va a cambiar.
La agenda laboral y sindical es clara, se requiere voluntad y la capacidad de entender que el bienestar del país depende de mejorar las condiciones de los trabajadores. Hasta ahora el presidente Duque parece defender los intereses de siempre, pero además parece no tener agenda, y su apuesta de dialogo social está dirigida a los empresarios, lo que vemos es más bien desorden e improvisación. Ojalá el presidente aclare sus ideas y nos llame a hacer acuerdos eficaces a favor de todos los trabajadores, tantos almuerzos y tantos desayunos no sirven para nada y hay mucho por hacer.