Ella era prostituta. Murió por asfixia. El expolicía que la contrató para pasar unas horas de la noche en su cama, fue quien la mató. Un habitante de calle, quien buscaba cosas de valor dentro de una maleta tirada en una esquina halló el cadáver. Edwin Ardila fue capturado y fácilmente confesó el crimen. La estranguló para no pagarle. La Fiscalía busca condenarlo por feminicidio.
El asesinato ocurrió en la madrugada del pasado sábado, en la calle 22 con carrera 35 en Bucaramanga. Después de matarla, el expolicía, que ahora se dedicaba a las ventas informales, la envolvió desnuda en una cobija, luego la embaló en una bolsa de basura, para después meterla en una gigante y vieja maleta de viaje, donde el cuerpo de la mujer cupo sin problema alguno.
Después de enmaletarla, el expolicía llamó a un conocido, a quien no le contó la verdad, para que ayudara a bajar la pesada maleta desde el tercer piso del humilde apartamento donde vivía. Fue este último sujeto quien delató al asesino, después de haberse visto en cámaras de seguridad, cargando la maleta, sin saber que adentró llevaba una mujer muerta.
De Edwin Ardila solo se sabe que vive de vender empanadas en la calle. También se ha dicho que estuvo en la policía hasta hace cinco años y que fue sacado de la institución por problemas de indisciplina.
Según la información que recogieron los investigadores, la trabajadora sexual y el expolicía, de 33 años, se vieron en el parque Centenario, del centro de Bucaramanga, donde pactaron los servicios y la tarifa que ella le cobraría por tener sexo con él durante toda la noche, pero su pago fue la muerte.