El polémico obsequio de Evo Morales al papa

El polémico obsequio de Evo Morales al papa

Un Jesús comunista, colgando sobre un martillo y una hoz

Por: Jonathan Rincón Prieto
julio 13, 2015
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El polémico obsequio de Evo Morales al papa
Foto: elconfidencial.com

El presidente Evo Morales obsequió al papa Francisco una imagen de Jesús colgando sobre un martillo y una hoz, símbolos del comunismo, a manera de cruz. Los ánimos se exacerbaron al notar tal “burla” a los creyentes, quienes no logran compaginar en su imaginario algo tan opuesto como el comunismo ateo y la fe católica. La imagen es réplica de una elaborada por el padre Espinel, defensor de los derechos humanos y comprometido activista social católico, quien no duda en poner a Jesús como un socialista sin remedio y por ello lo representa con el ya clásico símbolo. Si Espinel era o no marxista es secundario frente a una realidad mayor: era cristiano, y, como tal, se veía empujado a hacer una opción por los obreros, por los campesinos, por los favoritos de ese Jesús a quien seguía y a quien dedicó su vida hasta las últimas consecuencias.

En el trasfondo de este suceso se encuentra el movimiento teológico de la liberación, originado en Latinoamérica en los años sesenta, sensible a la opción por los pobres y de influencia notoriamente marxista, aceptada aún por sus defensores. A este respecto, el sacerdote jesuita Ignacio Ellacuría afirmó: “Reconocer la influencia marxista no significa hacer depender la teología de la liberación y la liberación misma de la ideología de esos procesos. No todo origen se convierte en principio, ni todo proceso es asumido sin más en la estructura”. Es cierto que las ideas del marxismo han permeado los movimientos de liberación, pero en su origen se encuentra algo aún más radical, y es el amor de Jesús por los pobres, por los rechazados de la sociedad, por los habitantes de la periferia. Estos hombres como el padre Espinel no tienen vocación de mártires, de estadistas o de políticos; son seres humanos que intentan sintonizar su vida con los mandatos evangélicos, traducidos en compasión por los hermanos oprimidos. Y Latinoamérica como continente sufriente de los graves males de la explotación tiene el derecho de elaborar una reflexión de fe a la luz de su misma opresión y de su ansia de liberación.

Desde otro punto de vista, diversas culturas han apelado a sus títulos más honrosos para nombrar a Jesús sumo sacerdote, Ungido, Rey universal; en la experiencia de opresión latinoamericana sería válido entonces llamar a Jesús 'el liberador', pues este título encarna las esperanzas de sus creyentes. Visto desde esta perspectiva, el crucifijo obsequiado por Evo Morales a Francisco, de cristiano a cristiano y de latinoamericano a latinoamericano, se convierte en algo más comprensible al ser un estandarte de la explotada clase obrera, aunque para algunos sigue siendo una provocación innecesaria dados los talantes políticos que el símbolo posee, y tienen razón cuando descubren que existe el gran riesgo de ideologizar la fe por intereses, aun cuando esos intereses parezcan los más loables y necesarios. Poner a Jesús del lado del comunismo no sería teológica e históricamente honrado, pero poner a Jesús del lado del capitalismo lo sería mucho menos.

Nos parece un crimen observar a Jesús con un símbolo del comunismo, pero no nos horroriza ver a Jesús con un símbolo del capitalismo, como un costoso crucifijo de oro con incrustaciones o un cetro papal cuyo valor podría calmar el hambre en un país entero. Tal acomodo de lo que significa la experiencia de cada uno se reduce a una contradicción existencial ya que el mensaje de Jesús es un mensaje de tolerancia y comprensión. Entre los seguidores de Jesús hay múltiples concepciones políticas, sociales y económicas; Álvaro Uribe es católico, como lo es Evo Morales, y en materia de política estos dos líderes viven en mundos opuestos. Ello dista de ser una negatividad, pues es una demostración de que la fe puede unir un continente tan fragmentado como el nuestro, mientras no nos dividamos por nimiedades como dónde colgar a Jesús a modo de simbolismo político. Si la polémica continúa, es posible que Dan Brown escriba un libro sobre alguna teoría de conspiración encarnada en el inusual suvenir y todos crean que es una realidad encubierta.
Es muy cierto que el comunismo no tiene Dios, pero el capitalismo sí tiene Dios, y es el dinero. No sabe uno qué es peor.

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