En estos días donde se propugna el ambiente político, y los candidatos emprenden diferentes estrategias, estratagemas de ofensiva y defensiva, ante disímiles situaciones planteadas y desiguales formas de abatir a su enemigo; Aun más de imponer por cualquiera de sus formas sus ideas, utilizando de manera indistinta la hipocresía y la desvirtuación total o fragmentada de la realidad. Estas estrategias llevadas al campo de la política y de nuestra lucha de poderes en la vida cotidiana, conllevan en un fin a la hipocresía discursiva que nos envuelve en el devenir de nuestra existencia. Es en estos días donde se pueden ver de manera un poco más clara, diferentes formas de utilización del poder. Ya lo había Planteado Rousseau (1750) “No se ensalzará más el propio mérito, pero se rebajará el de los otros. No se ultrajará groseramente al enemigo, pero se le calumniará con habilidad”. Es en esta dirección que plantearé la discusión, entre un tipo de poder que utiliza la hipocresía como su técnica mayor.
Antes de entrar en materia, quisiera esbozar ciertas reflexiones desde los planteamientos de JJ Rousseau y la formación de la desigualdad entre los hombres, para poder establecer su relación con el poder. A mediados del siglo XVIII, Rousseau planteo en su primer discurso (antes del más conocido sobre “el origen sobre las desigualdades entre los hombres”), cómo el ser humano puede tener una actitud de subordinación y de encadenamiento, en cuanto a las dictámenes de su cultura. El autor lo expresaría así “Habrá en todos los tiempos hombres hechos para ser subyugados por las opiniones de su siglo, de su país y del medio en que viven” (1750). Por tanto, siempre existirán individuos y colectivos sujetos de avasallamiento y de opresión, a causa de otros que tienen poder sobre ellos. Ahora bien, esos otros pueden ser mortales o inmortales, objetos o individuos, doctrinas o herejías, en fin posiciones antagónicas que nos forman de acuerdo a nuestra conciencia o inconsciencia.
Lo anterior nos lleva a plantearnos que existen personas, que viven en diferentes mundos, diferentes esferas de carácter ideal y material, desconociendo sus relaciones, no encontrando posibilidades de pensar y pensarse de otra manera. Al parecer el estado de quietud los arropa de tal modo que encuentran la comodidad, permaneciendo en él viviendo sin vivir en libertad. Para el autor al que nos referimos, existen dos principios antes que la razón (es decir el ser humano consciente), el principio de conservación y el principio de la piedad. Estos dos principios se ven subyugados por la vanidad y el lujo, que implican notablemente a la desigualdad. La anterior relación, se puede ver en diferentes campos, donde la hipocresía abunda, vemos al abogado aparentando ser médico, al arquitecto o ingeniero jugando a ser maestro, a comerciantes y negociantes usurpando ser políticos. De manera tal, que cada uno muestra su perversa seudo-identidad, que se instaura en el seno de su alma y se corrompe con una facilidad perenne y superflua, que ínsita al desprecio de un ser como tal.
Se muestran, se desnudan, se develan capas y capas de corrupción, actuaciones irreales y formadas para engañar a otros, y todo para obtener y saciar su deseo de poder, llevándolos a utilizar la hipocresía en todos sus matices. Sin embargo, no son ellos culpables de tan deplorable situación, si hubiese que culpar a alguien seria a los que de manera sumisa, desdichada, desgraciada y miserable se sujetan peor que un esclavo a tal mediocridad. Como diría Maquiavelo:
“Pero es necesario saber que hay entre los príncipes, como entre los demás hombres, tres especies de cerebros. Unos imaginan por si mismos; los segundos, poco acomodados para inventar, cogen con sagacidad lo que otros les muestran; y los terceros no conciben nada por sí mismos, ni por los discursos ajenos. Los primeros son ingenios superiores; los segundos, excelentes talentos; los terceros son como si no existieran”.
Es de esperarse que en diferentes partes de nuestros mundos primen los de tercer grado, la mayoría de las personas, acomodadas en su zona óptima, en donde encuentran de manera repetitiva, monótona, simple, una especie de vida que subyace en ir y venir. Que a su vez prefieren definirla como una “vida bien vivida”, a pesar de sus inconformidades, de cada uno de los descontentos abismales de tal forma de vida social, donde su característica primaria es la desigualdad en todos sus matices. Son también hipócritas (corruptos) que subordinan su propia esencia, con el fin de no pensar, de no salir de su zona de conformidad. También son ellos los que el actor que ostenta llegar a obtener el poder, puede controlar de manera fácil, encontrando un ser humano dócil, extremadamente incauto e ingenuo.
Pero ¿qué tipos de poder se pueden utilizar? ¿Cuál de ellos se relaciona con la hipocresía?, Pues bien, según Galbraith (1983) el ejercicio del poder se da cuando se somete a unos a la voluntad de los otros. Por tanto, define tres tipos de poder: el condigno (obtiene su sumisión mediante la promesa o la realidad de castigo); el compensatorio (obtiene su sumisión mediante la promesa o realidad de beneficio) y el poder condicionado (es el producto de un continuo que va desde la persuasión visible, objetiva hasta que el individuo inserto en el contexto social se le ha llevado a creer que es intrínsecamente correcto). Creemos poder explicitar con estos tres tipos de manifestaciones del poder, ciertos ejemplos de nuestra cotidianidad en Sucre y posiblemente en Colombia entera.
En primera medida cuando a una persona que labora con la administración (que tiene poder), se le impone que debe entregar dinero y votos para la campaña, porque si no pierde su trabajo, está actuando de manera explícita el poder condigno. A su vez, cuando se le traslada de un lugar a otro, en peores condiciones que su contexto actual, es el mismo tipo de poder que se pone en práctica. También cuando se les dice a los individuos “al no ganar fulanito o perencejo, todos quedamos por fuera, nos echan” es el mismo poder condigno que actúa sobre los demás. Subordinando su propia razón. Podemos seguir con ejemplos pero no nos alcanzaría la hoja para escribir tantas otras formas de realizar este tipo de poder, llegando hasta la amenaza o la muerte en ciertos casos.
En segunda instancia, tenemos el poder compensatorio, este se da cuando se reparte dinero en las calles, se compra el voto, se somete la razón por parte de la recompensa. A su vez, se juegan con los sueños y proyectos de vida, regalando opciones laborales que en muchos casos nunca llegan; prometen casas, carros y becas. Hacen puentes para cruzar ríos que no existen. En fin superan en demasías, vislumbrando a los otros por medio de lo que van a obtener o consiguen en un pequeño instante, superfluo y momentáneo. Este es el dominio del sueño o realidad de ser premiado.
Por último el condicionado, que en nuestros días se dispara y riega utilizando los medios de comunicación, tergiversando realidades y ocultando atrocidades. Este poder busca inculcar creencias, que “este es corrupto” (¿y quién no?, dentro de sus diferentes capas y capas de actuaciones irreales. ¡Que tire la primera piedra quien no ha pecado! Dijo el maestro Jesús), que este otro es ladrón, o es bruto, o es… es. En fin propugna por convencer con argumentos. Pero tenga en cuenta que los argumentos son invalidados, no se ajustan a la pretensión de validez. Esto debido a que se usan los discursos como una estrategia para acabar con el contrincante político. Utilizando lo que dijimos anteriormente, la hipocresía discursiva para someter al otro, utilizando un poder con la palabra, con los medios, con el contexto visual o auditivo, condicionarlo y de esta forma darse por vencido. Y aquel que no ve y no escucha, no tiene ojos ni oídos, será entonces el capaz de discernir entre tanta vaguedad.
Para concluir entonces, la política se da en el campo de lucha por el poder, utiliza diferentes medios para obtenerlo. Los individuos dóciles de pensamiento y acción son más fáciles de convencer por medio de la utilización de diferentes formas de poder. La vanidad y el lujo, han subsumido a la conservación y a la piedad del ser humano, mostrándonos cada día nuestra degeneración ante las circunstancias de los otros. Los tipos de poder: el condigno, el compensatorio y el condicionado pueden ser utilizados de manera individual, como interrelacionándose entre sí. La hipocresía discursiva es el pan de cada día de nuestra realidad, y podemos cambiarla cada vez que buscamos la criticidad, pensar y actuar mediante el imperativo categórico de Kant. Por tanto, le pido al amable lector o lectora, que de manera sincera y honesta conteste la siguiente pregunta ¿qué tipo(s) de poder(es) están utilizando con usted para elegir en las próximas elecciones?