El poder de los evangélicos en las elecciones de Brasil

El poder de los evangélicos en las elecciones de Brasil

La poderosa fuerza electoral de 42,3 millones de brasileños fue definitiva en la victoria por goleada de Bolsonaro en la primera vuelta ¿Qué pasará en la segunda?

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octubre 12, 2018
El poder de los evangélicos en las elecciones de Brasil

En la recta final de la primera vuelta electoral en Brasil, las cartas parecían echadas. El ultraderechista Jair Bolsonaro y el candidato de la izquierda elegido por Lula, Fernando Haddad, harían el uno-dos y pasarían a la segunda ronda. Los sondeos daban una cómoda ventaja de siete puntos a Bolsonaro y mostraban un crecimiento sostenido de Haddad que en pocos días había logrado el 22 % de las preferencias. El panorama cambió a pocas horas de ir a las urnas. Bolsonaro empezó a dispararse entre rumores de “voto útil”, las encuestas marcaron 32 % con tendencia al alza, y lo demás ya es historia.  Un batatazo de 46 % que dio a pensar en algunos momentos del conteo, en una victoria en primera vuelta. ¿Qué disparó al polémico exmilitar?

Las respuestas incluyen desde el ya mencionado “voto útil” hasta el renovado sentimiento anticorrupción que perjudica más al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.  Pero la clave, sin duda, está en una poderosa fuerza electoral que dio abiertamente su apoyo a Bolsonaro una semana antes y se reforzó el jueves anterior a los comicios: los evangélicos, una masa de 42,3 millones de brasileños, el 22,2 % de la población.

Así pasó.  El jueves 3 de octubre a las diez de la noche, mientras los candidatos presidenciales se engarzaban en el último debate de TV Globo al que le faltaba el puntero, que se había excusado diciendo que por prescripción médica -tras la puñalada del 6 de septiembre- no podía hablar más de diez minutos porque se llenaba de gases su tracto intestinal, aparecía rozagante en una entrevista de 30 minutos sin contrapreguntas en TV Record, diciendo que “me pueden acusar de machismo, homofobia y racismo, pero no me pueden llamar corrupto”. El punch televisivo fue fundamental para atraer a los indecisos, porque cerca de la mitad de los brasileños deciden su elección influenciados por la televisión, dicen los analistas políticos. Tres días después, ganaría por goleada.

TV Record es la segunda cadena de Brasil y pertenece al muy poderoso líder evangélico Edir Macedo, quien tiene nueve millones de seguidores y diez mil templos en todo el mundo; unos días antes de la entrevista había destapado su apoyo a Bolsonaro en Facebook, el jueves fue el puntillazo final. Macedocreó hace 41 años la Iglesia Universal del Reino de Dios, su imperio religioso sentado en un templo copia del del rey Salomón donde caben diez mil fieles, y a donde llegaron antes Dilma Roussef y Lula da Silva en busca del apoyo que esta vez entregó a Bolsonaro junto con TV Record, convertida en algo así como la Fox de Trump.

Por eso no es de extrañar que las primeras declaraciones de Bolsonaro después del triunfo a radio Jovem Pan y Bandeirantes en la mañana y TV Globo por la noche fueran agradeciendo a los evangélicos. No solo a Macedo, quien tradicionalmente no había dado un apoyo tan explícito, sino también a José Wellington Bezerra da Costa, presidente emérito de la Asamblea de Dios, con 22,5 millones de fieles (10% de la población brasileña), la mayor y disciplinada fuerza evangélica, y a los demás líderes de la comunidad evangélica que en el 2000 representaba el 15 % de la población, 22 % en 2010, y en 2017, ya llegaba a 27 %.

Bolsonaro les ha coqueteado desde hace muchos años. A principios de su carrera, después de una trashumancia por ocho partidos llegó al Partido Social Cristiano (PSC), del pastor evangélico Feliciano, también conocido por su homofobia. El PT también los ha buscado. Hace cuatro años Dilma Rousseff, en campaña para la reelección, era la que despertaba el fervor de los fieles en la iglesia de Bezerra da Costa, y se llevaba un tercio del electorado evangélico en víspera de la elección en la que era la gran favorita. El impeachment los alejó, estas elecciones los volteó. El exmilitar encajaba más en sus ideas menos progresistas que las del PT, representaba sus valores más tradicionales.

Esos son los que han llevado como bandera desde hace unos cinco años, cuando se hicieron notorios en la política brasileña. El sobrino de Macedo, Marcelo Crivella, es el alcalde de Rio de Janeiro y Wilson Witzel acaba de ganar la gobernación del Estado de Rio de Janeiro en primera vuelta, siendo casi un desconocido. La fuerza parlamentaria se resume en 81 diputados de los 513 y con 3 de 81 senadores. En el Congreso hacen llave con los partidarios de las armas y los rurales, por eso se les llama la bancada BBB: bala, buey y Biblia.

Es ese escenario donde han impulsado proyectos tan conservadores como el Estatuto de la Familia que solo reconoce la formada por un hombre y una mujer, la reducción de la edad de responsabilidad penal de 18 a 16 años, entre otros. El giro hacia la derecha en este continente parece encajar de alguna manera con ellos. Las recientes elecciones de Chile, Costa Rica, Colombia y Guatemala, son una muestra. Y aún en México, el izquierdista López Obrador se alió al pequeño partido de un pastor pentecostal para asegurar el triunfo.

En Brasil, Bolsonaro, que es católico -su esposa Michelle, evangélica- es el preferido por más de un tercio de los evangélicos (cerca de 15 millones), pero otro 35 % asegura que jamás lo votaría. Eso era lo que decían los sondeos antes de la primera vuelta. En la campaña para la segunda queda por ver si Haddad es capaz de retomar parte de esa fuerza que le fue muy fiel al Partido de los Trabajadores durante el gobierno de Lula, que les otorgó algunos beneficios fiscales. El 28 de octubre, en la elección definitiva se sabrá cómo se inclinó la balanza y cuántos de ellos se unieron a el que proclama: "Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos". O, “al que dijo Lula”.

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