Siguiendo con la narración que muy amablemente me publicó el portal Las2Orillas el 13 de abril del presente año con el título Las mascotas, otros héroes sin capa en la cuarentena”, prosigo con la misma. En efecto, con el pasar de los días de cuarentena he podido observar más manifestaciones de los gatos: Odín y Sophie.
De un tiempo para acá a Sophie ya no le gusta tomar agua en su tasa. Ahora solo bebe cuando uno le abre el grifo del baño del primer piso. De igual modo, solo toma si este está medio abierto. Para ser más específico, deben de ser gotitas, pues si uno le abre mucho se queda mirándolo y no toma agua.
Por otra parte, Odín, como todo gato, se posaba para que lo acariciara una que otra vez cuando estaba trabajando en el ordenador. Ahora, cada vez que estoy impartiendo mis clases través de la mediación virtual, se queda un gran rato y comienza a posar en la cámara, mientras mis estudiantes se ríen y yo trato de que ellos me pongan atención. En un primer momento, cerraba el cuarto de estudio, pero comenzaba a arañar la puerta o hacia ruidos, lo cual perturbaba aún más la clase. Así que decidí abrirle. Cuando se aburre se baja del mesón donde está el ordenador y puedo continuar como es debido con la clase.
Además, a Odín le gusta ver por la ventana y salirse. A Sophie también algunas veces, pero ahora más, pues me di cuenta (se me salió lo antropocentrista) que tiene “novio”. Vivo en un apartamento dúplex: en el primer piso está el gimnasio de los gatos y en el segundo piso una habitación que está condicionada para ellos, donde tienen una especie de mesa para que se suban y vean por la ventana. En fin, a través de una de las ventanas que da al interior del conjunto se puede divisar a una de mis vecinas cuando sale a caminar con su gato blanco (hermoso como él solo). He observado que cuando él camina al frente de la ventana, Sophie, creo yo, comienza a jugar. Él hace lo mismo hasta que llega Odín y emite un chillido, a mi juicio de territorialidad, que hace que este se vaya.
En suma, vivir con animales no humanos hace más llevadero el confinamiento, además quiero pensar que ellos también disfrutan de mi presencia. Como dijo Nietzsche: “Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz". O como pregonó el Conde de Rivarol, escrito francés: “El gato no nos acaricia, se acaricia contra nosotros”.
Las mascotas, otros héroes sin capa en la cuarentena.