¿El poder de la mafia o la mafia del poder?

¿El poder de la mafia o la mafia del poder?

Cada vez que surgen hombres como Gaitán, Galán, Pardo Leal y otros que se atrevieron a cambiar las cosas, denunciando la corrupción, los han silenciado

Por: Frank Fernandez
febrero 16, 2022
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¿El poder de la mafia o la mafia del poder?
Foto: Pixabay

La verdadera guerra no es contra Petro, es contra el pueblo.

Hace 200 años que esa despreciable oligarquía negrera, sanguinaria y parasitaria, aliada de la delincuencia política y ahora del narcoparamilitarismo le declararon la guerra a los colombianos, una despiadada guerra que ha arrojado millones de víctimas y desplazado a más de 10 millones.

Una guerra para seguir imponiendo su modelo criminal por encima de la voluntad de todos los colombianos. Un modelo que no ha cesado de estrangular y saquear a los colombianos.

Cada vez que han surgido hombres como Gaitán, como Galán, como Pardo Leal y tantos que se atrevieron a querer cambiar las cosas, denunciando el mal de todos los males que es la corrupción, los han silenciado.

La corrupción es un flagelo con el cual esa execrable clase que gobierna sometió a todo un pueblo, haciendo de Colombia un infierno en la tierra, un país sin oportunidades, una nación sin futuro, una gran cárcel a cielo abierto, un país donde muchas de sus gentes se acostumbraron, por miedo, por cobardía o por simple conveniencia a adular a sus esbirros y verdugos y a besarle el látigo al amo antes de los azotes...

Un país donde la palabra "patrón" ,"patroncito" o "doctor" no es sino una muestra más del servilismo y docilidad heredado de la colonia.

Una actitud que tenían los siervos y esclavos ante el gamonal y su capataz y que aún perdura hasta nuestros días.

Pareciera que los colombianos estuviesen condenados inexorablemente a ser un país de cafres diría Gaitán, pero en verdad los colombianos se rindieron y decidieron al nacer, sacar primero las rodillas...

Son millones los que se lucran directa o indirectamente de actividades ilícitas y criminales, millones de mentes criminales que rechazan el cambio de modelo ya que esto significaría para ellos el final de su bonanza económica.

Es más difícil pensar que obedecer, es más fácil repetir las diatribas de la delincuencia política y gremial que defiende el modelo criminal, que arriesgarse a pensar críticamente, es más fácil repetir, como un loro programado el mensaje prefabricado y masticado que envían cotidianamente los canales de televisión, que consultar la historia o investigar su veracidad.

Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, escribió Nicolás de Maquiavelo en su libro El Príncipe.

Y al parecer Colombia no merece ser gobernada sino por la caterva de hampones que se niega a soltar el país y ceder a la oportunidad de crear un nuevo país, un país donde quepamos todos, un país de oportunidades para todos, un país  donde todos podamos vivir dignamente con igualdad de derechos: negros, indígenas mestizos, blancos, etc. y etc.
Y que el destino de Colombia no sea una simple fatalidad y que aquellos hombres que quisieron cambiar las cosas su muerte haya servido para algo.

Que no se repita la historia, ya que primero fueron difamados de la manera más sucia y despiadada (la muerte social) y después (la muerte física) asesinados a sangre fría por agentes del Estado, un Estado sanguinario e implacable que siempre ha justificado y legitimando sus magnicidios, como algo necesario "para salvar la democracia".

Hoy, con los medios modernos y las redes sociales, que fácil es eliminar a alguien, cuanta gente extinta, cuanta sangre inútil, tanta tinta tonta, para condenar al que se quiera o simplemente al que señale el orden establecido o que sea una amenaza real para ese putrefacto y decadente establecimiento.

Votar por votar, como votar en contra de, movido por el miedo o simplemente votar como se acostumbra en este platanal de traquetos, por un bulto de cemento, por un tamal o simplemente por un billete es lo propio de un criminal.

No se sienta orgulloso de entregarle el país una vez más a la misma delincuencia que siempre lo ha sometido y que lo tiene sin empleo, sin pensión y enfermo y lleno de deudas.

El único responsable de su destino es usted vote con la cabeza, ni con odio ni con hambre y pregúntese si usted es de los que están convencidos de que por fuera del esquema de poder criminal que le ofrecen los sindicatos del crimen organizado que gobiernan al país no hay otra forma de gobierno.

Si es así, ¡entonces usted es el problema! Tenga en cuenta que, para la delincuencia política, el botín sigue siendo Colombia, los ladrones de siempre simplemente lo están distrayendo a usted con el miedo a Petro para perpetuarse en el poder. ¡Despierte de una vez por todas!!!

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