El decreto que decidió condecorarlo con la orden “Ciudad de Pitalito” justificó el homenaje en un par de líneas que no decían mucho: Bonn, Frankfurt, Cambridge, y el nombre de alguno de los tantos tratados jurídicos que le publicaron en Alemania. En cada uno de esos lugares dejó su huella el fiscal Jorge Fernando Perdomo proveniente de Gigante (Huila), el pueblo donde nació. El mismo en el que sus moradores encontraron el esqueleto inmenso de un mamut y que llevaron a los pocos campesinos del lugar a bautizar aquel municipio tan pequeño con ese nombre tan descomunal.
De los campos huilenses había saltado a la Universidad Externado de Colombia, donde llegó a estudiar derecho con tan altas condiciones académicas que fue becado desde el primer año de carrera hasta el último. Obsesionado por el estudio del crimen y de los criminales se propuso aprender alemán, seguro de que terminaría en la cuna de los grandes filósofos jurídicos del derecho penal. Se matriculó en el Instituto Goethe y terminó aplicando para una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico (Daad) con la que logró terminar sentado en un salón de la Universidad de Bonn, rodeado de estudiantes de todo el mundo frente a Günther Jakobs el gurú mesiánico del derecho penal en el mundo.
De Bonn donde terminó la maestría y el doctorado, pasó a las universidades de Colonia, Rostock y Cambridge en las que realizó investigaciones posdoctorales, que culminaron con una serie de estudios de victimología en la Universidad de Sevilla en España.
A comienzos del milenio regresa a Colombia, desconocido en el medio académico pero con una sólida formación a cuestas que le permitió, armado de un marcador, explicar frente a un tablero las teorías que de la boca del maestro Jakobs había escuchado y que después de tantas noches en vela de estudio consagrado, de tanto invierno apabullante y tanta salchicha káiser, estaba ansioso por enseñar.
Una llamada de la Casa de Nariño desvió aquel destino de catedrático, conferencista y escritor de libros jurídicos que están lejos de convertirse en Best Sellers. El Presidente Santos lo invitó a ocupar el cargo de viceministro de Justicia al lado de Juan Carlos Esguerra. “De estar metido durante años en las bibliotecas, me tocó treparme en un helicóptero para ir a negociar con los campesinos de Tarazá” declaró sin esconder la angustia que le representó su nuevo cargo.
A Perdomo le tocó trabajar en el nuevo Código Penitenciario, el proyecto del Nuevo Estatuto Contra las Drogas y el Marco Jurídico para la Paz. Obrando aún como viceministro de Política Criminal y Justicia Restaurativa, el recién elegido Fiscal, Eduardo Montealegre, en abril del 2012 se propuso llevar como segundo de abordo a quien había sido su mejor alumno en el Externado, con quien compartía además la formación en la escuela alemana de derecho penal.
Allí, en la Fiscalía, del polvo acuñado en tanto tratado añejo, a Perdomo le surgieron ideas prácticas encaminadas a edificar una sociedad democrática, tolerante y pluralista, respetuosa del individuo, atenta y sensible frente a las necesidades de las minorías, garantista y sobretodo humana. Ideal de sociedad que incubó en todos sus alumnos Fernando Hinestrosa Daza, rector del Externado.
El vicefiscal Perdomo hace parte de la camada de intelectuales libertarios y progresistas que formó durante décadas Hinestrosa y no pierde escenario para expresar su visión vanguardista de los derechos ciudadanos. Habla de la sexualidad como: “Una oportunidad de autorrealización y de ejercer libremente los derechos a la autonomía y al libre desarrollo de la personalidad”. Consciente de su cargo y sus funciones, promete perseguir a quienes hagan del sexo un criterio de odio o persecución.
Le puso colmillos a normas tan añejas como el mamut que encontraron en su pueblo y logra las primeras condenas por hostigamiento filosófico, ideológico y sexual. Amparó la libertad de expresión y difusión filosófica e ideológica en todas sus formas, siempre en defensa del individuo, respetado en su intimidad, entendido como ser único y digno, amparando su vocación natural por expresarse y difundir sus ideas.
De la mano del Fiscal Montealegre crean la Unidad de Análisis y Contexto que va a significar un cambio investigativo de fondo en la metodología para aproximarse a las organizaciones criminales y a los crímenes de Estado vinculados con actos de lesa humanidad. Las teorías del alemán Claus Roxin basadas en el caso Eichman, (juzgado y condenado por crímenes en la Alemania Nazi) irradian la Fiscalía. Aplica sus tesis respecto de los aparatos organizados de poder, con el fin de logar obrar con mayor eficacia frente a los autores de políticas estatales criminales, que si bien pueden no cometer directamente las acciones y eventualmente ni siquiera ordenar la ejecución de los delitos, de su conocimiento y su jerarquía deben derivar responsabilidades, pues son quienes en últimas llevan las riendas de los hechos. Tesis determinantes en procesos como ‘agroingreso’, ‘yidispolitica’ y sobretodo en los ‘falsos positivos’, donde los generales de la República empezaron a ser involucrados en la cadena de responsabilidades.
Internet, Facebook, Twitter, el mundo anda cada vez más rápido. El delito también. La maldad ha sofisticado su actuar. Las organizaciones delincuenciales han llegado a convertirse en inmensas multinacionales con estrictos códigos corporativos. Sus acciones obedecen a una única finalidad preestablecida pero están diseminadas territorial y jerárquicamente, de tal forma que muchas veces los autores materiales ni siquiera conocen las razones de sus propios crímenes. Perdomo lo sabe.
Atento a estos cambios acelerados y compulsivos, diseñó y puso en marcha una forma de investigación acorde no sólo con las doctrinas penales modernas, sino con las estructuras criminales del nuevo milenio: la investigación tradicional es superada por la investigación en contexto. Con esta se articulan los procesos que antaño llevaban diferentes fiscales, cuando estos evidencian nexos que los identifican con una finalidad común. Perdomo entendió que en Colombia el muerto de la costa, puede estar relacionado con el torturado de Antioquia y el secuestrado del Cauca.
A partir de patrones criminales, diagramas, organigramas y ciencias de apoyo como la antropología, la sociología y la historia, el vicefiscal se ha esforzado por entender no sólo la forma de actuar de estas organizaciones, sino las causas que explican el por qué se gestaron y se fortalecieron en algunas regiones del país. La profesionalización de la institución ha servido para desarticular bandas dedicadas a la pornografía y prostitución infantil, al narcotráfico y la extorsión, a la estafa, el hurto a gran escala y en general al salpicón de delitos que se cometen diariamente en nuestro país.
De allí el riesgo en que vive. Lo protege un ejército de escoltas que no le ha quitado la humildad. La misma humildad con la que entra a clase siempre sonriente, en la que si no fuera por su corbata Ferragamo y su vestido de paño de Ricardo Pava, su diseñador de cabecera, se confundiría con otro más de sus estudiantes universitarios, a quienes muy seguramente jamás llegaría a pasárseles por la cabeza, que quizá hace dos siglos cuando encontraron en su pueblo natal aquel mamut, a los ancestros del vicefiscal los invadieron energías alquímicas y allí, en la lejanía de una historia futura, pudieron observar otro gigante mucho más estudioso y menos peludo.
